¿Qué son las “autoviudas”? El violento caso de Magdalena Jurado
¿Qué son las “autoviudas”? El violento caso de Magdalena Jurado

¿Qué son las “autoviudas”? El violento caso de Magdalena Jurado

En el cuarto número 28 del Hotel Reforma, a mediodía del sábado pasado, se desarrolló un crimen del que resultó víctima el señor Carlos Félix Díaz, quien después de ser recogido por la policía con una herida en el pecho, falleció en la comisaría, habiendo declarado antes que su amante, la señora Magdalena Jurado, le había disparado su revólver.

Revista de Revistas, 8 de agosto de 1920.

La noticia que acabas de leer se refería al crimen cometido el 31 de julio de 1920, que marcó el inicio de una de las tantas crónicas sobre la “tragedia del Hotel Reforma”. Fue uno de los primeros casos sonados, durante la década de 1920, en el que una mujer terminaba con la vida de su pareja. Sin embargo, no fue el último, pues al de Magdalena Jurado le siguieron los casos de Alicia Olvera, Nidia Camargo y María Teresa de Landa, nombradas uxoricidas o autoviudas —términos que se utilizaron para designar a las mujeres que asesinaron a sus concubinos o esposos— y que fueron presentadas ante el jurado popular para ser juzgadas por el delito de homicidio.  

Reflejo de una época 

Las notas del juicio ante el jurado popular, aunque mediadas por la prensa, permiten entrever su situación y la que vivían otras mujeres; además, revelan cambios y continuidades en la historia cultural y social después de la Revolución, pues en palabras de la historiadora Rebeca Monroy, las autoviudas “fueron un reflejo fiel del cambio de la época, de la incertidumbre, de la sobrevivencia de antiguos valores morales, al lado de nuevas perspectivas de vida”. 

Magdalena Jurado y Carlos Félix Díaz: su historia 

La vida de Magdalena Jurado trascurrió entre Coahuila, Puebla, Ciudad de México, Houston y Los Ángeles (California). En cada uno de estos lugares, se dedicó a labores diversas, como costurera, empleada de una dulcería, un hotel, una panadería y encargada de una casa de huéspedes. En Houston, conoció a Juan Hoybet, quien sería el padre de su hija. Se casó con él, pero su relación era tan conflictiva que decidió divorciarse. Fue también en Estados Unidos donde conoció a Carlos Félix Díaz, quien llevaba la contabilidad de la casa de huéspedes.  

La relación de Magdalena y Carlos provocó disgustos en la familia de él; sin embargo, permanecieron juntos desde 1914. Él se desempeñaría después como cónsul de México y encargado de negocios en Belice y Bolivia, pero sería destituido en 1918. Regresaron a México y estuvieron en Nogales, Sonora, y en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde Carlos se dedicó a trabajar como cajero y administrador de aduana.  

El día del crimen habían acudido a un despacho, pues él estaba aún casado con otra mujer y quería divorciarse. Cuando regresaron, le pidió a Magdalena que lo cuidara de unos detectives que querían aprehenderlo, pues lo acusaban de contrabando de ganado cuando fue administrador. Ella relató en el juicio que se mostró nervioso y discutieron, pues quería que estuviera atenta al menor detalle. Así, llegaron al hotel Reforma, donde se desarrolló la tragedia.  

El hotel Reforma en la actualidad.

La construcción de la mujer en el México de 1920 

En los primeros años de la década de 1920, las mujeres convivieron con el cruce de distintos ideales de lo femenino, entre ellos, el de las mujeres tradicionales y el de las mujeres “modernas”. El primero representaba a las mujeres sometidas al padre, esposo e hijos, y a las que se les asignaba atributos como sumisión, resignación y fragilidad (atributos que sobreviven en ciertas frases como “darse a respetar”). El segundo representaba a las mujeres “modernas”, a las que se describía como independientes para actuar y decidir sobre su vida y sus relaciones amorosas, y ocupaban cada vez más espacios destinados a los hombres. La coexistencia de estos ideales de lo femenino después de la Revolución es visible en las notas del juicio de Magdalena Jurado  

El juicio ante el jurado popular duró siete días. Magdalena se presentó como una mujer sumisa, mientras que el agente del Ministerio Público y la parte civil trataron de desprestigiar esa imagen de mujer honesta y abnegada. El agente del ministerio público, Enrique Medina, la acusó de homicidio simple y pidió para ella doce años de prisión y la presentó como una “heroína de novela truculenta, de espíritu ardiente y de inteligencia despejada”. En su discurso, el abogado defensor, Querido Moheno, mencionó que la mujer era un ser inferior, pues “está hecha sobre todo de pasiones, principalmente de vanidades que abarcan todo el horizonte de su vida y [está] gobernada, más que por la razón, por los instintos”. Presentó a su defendida como una mujer de lucha y esfuerzo, castigada por las circunstancias de la vida y la cárcel. Ante la falta de pruebas, la opinión de la prensa y la elocuencia del defensor, los integrantes del jurado dictaron la absolución para Magdalena Jurado.  

La “tragedia del Hotel Reforma” es interesante porque permite conocer la concepción de género e ideal de las mujeres en la posrevolución y cómo fueron vistas las mujeres que rompieron ese ideal. Mientras que el fiscal trató de condenar la “vida aventurera”, el “espíritu ardiente” y la “inteligencia despejada” de Magdalena, la prensa y los defensores rescataron la visión de la mujer independiente, trabajadora, pero también su papel de madre y mujer redimida. 

 

Por: Laura Santoyo. 

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