Redes sociales y su correlación con el deterioro de la salud mental
Hoy día, se ha comprobado que las personas que hacen uso excesivo de las redes sociales están más ansiosas, más tristes, más distraídas, más polarizadas y hasta peor informadas. La ventaja: varias veces al día se reciben validaciones electrónicas.
En la siguiente nota, exploraremos que, si bien las redes sociales ofrecen excelentes beneficios, como el acceso a información diversa e interacciones a distancia, también pueden dar lugar a problemas de salud cuando su uso es constante y excesivo, según lo expresó el Dr. Pedro Hiram Saldívar Barreto, coordinador de Programas Médicos de la Coordinación de Salud Mental y Adicciones del IMSS.
“Like”, el botón que cambió la configuración del cerebro humano
En 2009, se alteró el diseño de las redes sociales con la introducción del nuevo botón Me gusta o Like, tal vez sin saber que modificaría el funcionamiento del cerebro humano e influiría en el comportamiento social y en el mensaje político y mediático.
Los me gusta se instauraron con rapidez como una expresión del gusto y la identidad, para pasar a convertirse en el aliado perfecto del algoritmo y poder así posicionar marcas y anunciantes. Nunca antes había existido un medidor más confiable de popularidad y que pudiera aplicarse a prácticamente cualquier cosa. En qué derivó esto: los usuarios comenzamos a cambiar nuestra conducta en función de ese botón al priorizar el contenido que nos diera más likes.
Esto nos introdujo en el internet mercantil, del cual nos habla la investigadora social Begoña Gómez Urzaiz: un mercado en el que todo tipo de corporaciones comenzaron a comerciar con la atención de sus usuarios, vendiendo esta información a los diversos anunciantes.
Participantes de la creación del me gusta, como Leah Pearlman, han expresado que su creación ha contribuido a reflejar lo más profundo de las debilidades humanas, como la necesidad de gustar, compararse y competir, y que la repercusión financiera y política de esa cuantificación es enorme.
Adicción a las redes sociales
No te aburras nunca más, la solución está al alcance de tu mano, en ese pequeño dispositivo que es el perfecto regulador del humor, y que nunca dejará de hacerte feliz. Con el contenido cuidadosamente seleccionado, sólo tendrás que scrollear, scrollear y scrollear hasta que tu alegría sea plena. Puedes pensar que esta abundante cantidad de placer es muy cara, pero no, el precio es de lo más accesible: tu mente, tus sueños, cada uno de tus pensamientos y tus recuerdos. La causa de esto es ajustar el sistema a tus necesidades para corregir tu comportamiento y mantenerte a salvo y feliz sin importar el costo.
En general, casi a cualquier edad, pero sobre todo en la adolescencia y la juventud, existe una preocupación muy marcada por la aceptación de nuestros pares, o por la necesidad de crear vínculos, o por la necesidad de construir identidad y de pertenecer a un grupo, pero, ¿hasta qué punto gustamos o no, hasta qué punto tenemos ese buscado éxito social?
Hoy podemos saberlo gracias al botón Me gusta y sus equivalentes, pero si todo el mundo puede ver el éxito o fracaso de nuestra popularidad, entonces, al tratarnos de adaptar a la expectativa que tenemos del refuerzo social que nos da nuestra audiencia, alteramos nuestro comportamiento. Y ahora, si no recibimos este refuerzo que anticipamos, se detonan los efectos negativos a nivel emocional y de autoestima.
El me gusta y sus equivalentes son el principal instrumento para administrarnos las dosis de validación que activa una segregación de dopamina, la hormona de la felicidad. Cuanto más se activa esa necesidad más la necesita el cerebro, y es acumulativo, si antes necesitábamos 10 likes para estar satisfechos, luego necesitaremos 50, y luego 100 para obtener el mismo placer que antes se cubría con sólo 10.
Clara Pretus, neurocientífica e investigadora en la Universitat Autónoma de Barcelona y el Hospital del Mar, asegura que evolutivamente no estamos en condiciones para tener esta información tan clara y cuantificable, por lo que el mecanismo adquiere unas dimensiones emocionales y psicológicas que nos rebasan. Esta perspectiva no debe tomarse en un sentido pesimista, sino como un llamado urgente a poner mucha atención en estas nuevas formas de interacción social.
¿Qué daños pueden causar las redes sociales cuando su uso es excesivo?
Esta nueva forma de valoración social que encierran los likes o me gusta, conforma un espacio de demanda social permanente que puede favorecer o generar consecuencias físicas, psicológicas y sociales. Estas transacciones con los me gusta, y la necesidad de aceptación, repercute negativamente en la autopercepción, la autoestima y el cuidado de la propia salud.
Niños, niñas y adolescentes son más vulnerables a situaciones como ciberacoso, aislamiento social, trastornos del sueño por la exposición a la luz de los dispositivos antes de dormir, desinterés en alcanzar objetivos y metas, ansiedad, dependencia, adicción, baja autoestima y depresión.
Si al usar redes sociales se experimenta una sensación de ansiedad, cansancio e infelicidad, o si se usan las redes para escapar de alguna tarea, o si se siente que se usa repetidamente el teléfono sin intención u objetivo específico en mente, es probable que se usen mal estas herramientas.
En este caso, se debe de llevar a cabo una desintoxicación digital, para lograr un uso balanceado y correcto de las redes sociales, y así, poderlas manipular a nuestro antojo y aprovechar todo su potencial.
Las recomendaciones van desde el hábito de usar el teléfono cuando no se está cómodo, como no usarlo cuando se está sentado, sólo cuando se está de pie, hasta hacer ayunos de dopamina digital, designar un día o días a la semana, sin redes sociales. Esto irá construyendo conciencia de la intención con la que se hace uso de las redes sociales, y se logrará tener un algoritmo entrenado, con fuentes personalizadas y que funcionará a nuestro favor.
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