Dios del agua Tlaloc Dios del agua Tlaloc

Rendir culto al agua: Tláloc y otras deidades de la lluvia 

7 diciembre, 2023
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Beber agua no sólo es saludable, sino que es indispensable para el cuerpo. Múltiples estudios demuestran que las personas podrían sobrevivir semanas sin consumir alimentos, no así el líquido vital; un cuerpo deshidratado puede sufrir consecuencias mortales. Y es que el agua está presente en nuestro cuerpo en un 60 % y, por asombroso que parezca, la superficie de nuestro planeta está cubierta por un 70 %. Es decir, nuestro mundo es mayoritariamente agua. Por si fuera poco, el agua es fundamental para una actividad sustancial en la vida de la humanidad: la agricultura. Por todo lo anterior, algunas culturas del pasado elevaron este líquido a un lugar sagrado. 

El agua y lo divino 

Múltiples culturas han asociado a ríos, lagos y mares a figuras míticas como sirenas, ninfas y hadas. Otras tantas han divinizado el agua: Poseidón fue el dios griego del mar y Njörðr fue el dios nórdico de la navegación. 

Por su parte, las culturas mesoamericanas comparten una deidad que representa al agua, pero también la lluvia, los ríos, las montañas y la fertilidad en una amplia expresión: lo conocemos con el nombre de Tláloc para los mexicas, Chaac para los mayas, Cocijo para los zapotecos, Tzahui para los mixtecos y Tajín para los totonacos.  

Cocijo, vasija. Oaxaca. Periodo Clásico. Mediateca INAH.
Cocijo, vasija. Oaxaca. Periodo Clásico. Mediateca INAH.

Tláloc: el dios con anteojeras, nariguera y colmillos 

Casi podría apostar que no hay deidad mesoamericana más estudiada que Tláloc y sus diferentes representaciones, no sólo por su popularidad, sino también por su complejidad. “El que hace brotar”, “el que está en la tierra”, “el tempestuoso”, “el que se enfurece”, muestran dos lecturas etimológicas que caracterizan a Tláloc: la primera, la deidad de la lluvia que beneficia y que ayuda a que la tierra sea fecunda; y segunda, lo perjudicial que puede ser la fuerza natural y que provoca daños con sus tormentas y tempestades. 

La representación de Tláloc la encontramos desde los teotihuacanos (es decir, desde el año 100 a.C.). Los principales atributos que tenía este personaje eran anteojeras, nariguera y colmillos. 

Pero si le ponemos más atención, los múltiples retratos (plasmados en barro, piedra y pinturas murales) de este personaje también incluían nenúfares (flores acuáticas), lengua bífida, rayo, escudo, agua que brota de las manos o de la cabeza; en la boca se hacían notar sus dientes, la vírgula de la palabra y flores; generalmente portaba un tocado compuesto por medallones, plumas de colores, moños, mazorcas, cuchillos y bandas de diferentes colores. 

Tláloc continuó representándose de manera muy parecida hasta la cultura mexica, cientos de años después (ya entrados los años de 1300 d. C.). Y así como tenía diversas características físicas, representaba múltiples elementos naturales y tenía muchas ocupaciones. El conocido dios de la lluvia también era el responsable de los relámpagos, los truenos, el granizo y las tormentas. 

También estaba asociado a las cuevas y a los cerros, pues de ellos brotaban los ríos. El agua representaba la fertilidad de los cultivos, así que este dios era el responsable de los mantenimientos necesarios para la vida. Por lo tanto, las personas hacían ceremonias para que lloviera, pero también para que el agua no fuese excesiva. 

Parecería que Tláloc era el encargado de todo. Sin embargo, para cumplir con tales tareas, Tláloc estaba acompañado de otras deidades como Chalchiuhtlicue, su advocación femenina, mejor conocida por ser la diosa de los lagos y de las corrientes. 

También tenía pequeños ayudantes, quienes se encargaban de hacer llover, los tlaloque. Aunque por ahora no nos da tiempo de explicar con detalle el resto de las deidades vinculadas con el agua. Lo importante es decir que esta cosmovisión, si bien personificaba los recursos naturales, las personas del pasado tenían un amplio conocimiento de su entorno y sus recursos. 

Ahora bien, llama la atención, cómo la representación de Tlaloc se extendió a otras regiones de la llamada Mesoamérica. Mencionaré brevemente dos más: Chaac y Cocijo, en la zona maya y la zapoteca, respectivamente. 

Cocijo, el dios zapoteca del agua, los rayos y las tormentas 

La palabra Cocijo es traducida del zapoteca como “rayo”. Este grupo étnico se ubica, hasta la actualidad, en el estado de Oaxaca. Para los grupos zapotecos, el agua estaba vinculado con el rayo y la lluvia, así como al maíz y a la tierra. Aún hoy, el rayo se concibe como una entidad sagrada por anunciar la lluvia. 

Para los antiguos habitantes, era fundamental realizar ofrendas a Cocijo durante fechas específicas relacionadas con el ciclo agrícola: petición de lluvia, siembra, bendición de la milpa y cosecha. 

Cocijo y Chaac… dioses del agua, los rayos y las tormentas

Vasija funeraria del dios Cocijo. Oaxaca. Periodo preclásico.
Vasija funeraria del dios Cocijo. Oaxaca. Periodo preclásico.

Chaac, dios maya de los relámpagos 

Por otra parte, en la zona maya, se veneraba a Chaac: el dios de los relámpagos y la lluvia. Era sin duda, una de las representaciones más socorridas, pues su mayor don consistía en proporcionar cosechas abundantes. Era representado como un anciano que tenía rasgos de reptil. 

En los tiempos y en los lugares donde había sequías, la representación de Chaac era más recurrente. En muchas vasijas azules, Chaac se representa por los círculos que rodean sus ojos, colmillos y dientes. Estos elementos están pintados en color azul. Demasiadas similitudes con la representación mexica, ¿no crees? 

 

Dios Chaac. Braceros. Periodo clásico. Museo del Pueblo Maya en Dzibilchaltún.
Dios Chaac. Braceros. Periodo clásico. Museo del Pueblo Maya en Dzibilchaltún.

 

Podemos pensar que la cosmovisión de los pueblos antiguos tenía elementos mágicos o irracionales, pero si pensamos en la importancia de los recursos podemos considerar que hay una enorme lógica de adorar elementos como el agua, la tierra y al Sol. 

Por Betsabé Piña

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