¿Los teléfonos nos espían? Los usos de las redes neuronales y la ética
Imagínate que estás hablando con una amiga sobre cuáles serían tus vacaciones soñadas en Tailandia y de pronto revisas tu Instagram y resulta que está repleto de fotos de los lugares más hermosos en Bangkok, de sugerencias de vuelos y algunos que otros blogs de viaje. O, tal vez, de pronto abres Spotify y ves una playlist tan buena que hasta parece hecha por ti. ¿Te ha pasado?, si no, ¿qué pensarías? Bien, pues todo esto y más es posible gracias a las redes neuronales.
Antes que nada, tranquilicémonos un poco (o quizás no), aunque puede parecer que los teléfonos nos están espiando, la realidad es que el seguimiento de datos en línea y los algoritmos avanzados son capaces de predecir nuestras preferencias con una precisión asombrosa sin necesidad de escuchar nuestras conversaciones. Sin embargo, esto también plantea importantes cuestiones de privacidad que están sujetas a debate.
¿Cómo funcionan las redes neuronales?
Pero, entonces, ¿la Inteligencia artificial también utiliza neuronas como lo hace nuestro cerebro? La respuesta es sí y no. El comienzo de las redes neuronales artificiales coincide con el momento en el que se estudiaban las redes neuronales reales, las de nuestro cerebro, e imitan la forma en la que funcionan nuestras neuronas. Es decir, utilizando nodos que reciben información del exterior, la procesan y emiten un valor de salida.
En sí, las redes neuronales son algoritmos diseñados para reconocer patrones, interpretar datos y, en cierta forma, aprender de experiencias previas, de manera similar a como lo hacen las neuronas en nuestros cerebros.
Pero no, esto no significa que nuestros dispositivos contengan neuronas humanas como tales. Utilizan lo que llamamos neuronas artificiales para procesar la información.
Se puede ilustrar la forma en la que funcionan las redes neuronales con un ejemplo sencillo. Supongamos que tenemos una red que aprende a clasificar imágenes de gatos y perros. Las imágenes pasan una por una por la entrada de la red neuronal que está entrenada para reconocer patrones asociados con perros y con gatos como la textura del pelaje, las proporciones, la forma y el tamaño de los ojos y las orejas, entre otros. Una vez que se contrasta la imagen con estos parámetros, la salida final es una etiqueta que indica si la imagen es de un perro o un gato.
De manera que las redes neuronales aprenden de forma muy similar a como lo hacemos los seres humanos: primero entrenan viendo muchas imágenes que ya tienen etiquetadas, como perros y gatos. Posteriormente, cada que aparece una imagen y acierta o falla en la predicción ajustan sus parámetros a través de la retroalimentación que recibe y, al final, cuando recibe una nueva imagen predice una etiqueta utilizando los patrones aprendidos y ajustados. Este proceso se repite una y otra vez.
Hoy por hoy, la inteligencia artificial (IA) es una herramienta muy presente en nuestras vidas, aunque no siempre sabemos exactamente dónde está. Gracias a las redes neuronales los sistemas de IA pueden llevar a cabo acciones como reconocer imágenes, traducir idiomas o, incluso, la conducción de vehículos autónomos. Por ejemplo, cuando Netflix recomienda la serie Stranger Things es quizás porque te gustaron las películas de ciencia ficción de los 80. Está utilizando redes neuronales para analizar y predecir tus preferencias.
¿Dónde más se encuentran las redes neuronales?
Por ejemplo, en el reconocimiento facial que utilizamos para desbloquear nuestro teléfono o en los asistentes virutales como Alexa, Siri y Google, que nos escuchan y aprenden de nuestras preferencias y nuestros hábitos. También en las recomendaciones personalizadas de Amazon o Netflix, en los traductores de idiomas de Google, en cómo se filtran los contenidos que nos presentan las redes sociales, como Instagram, Facebook o TikTok, en las cámaras de los smartphones para aprender y mejorar nuestras fotografías, entre otros muchos lugares.
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Ética en la IA
El uso indebido de IA puede llevar a problemas como la invasión de la privacidad cuando se utilizan nuestros datos sin nuestro consentimiento, el sesgo algorítmico que puede llevar a diversas formas de discriminación y la toma de decisiones sin transparencia, ya que no conocemos la forma en la que operan los algoritmos. Por este motivo, es crucial que los desarrolladores de IA trabajen dentro de un marco ético robusto y que los legisladores se actualicen y elaboren un marco común con leyes que regulen el uso de la Inteligencia artificial.
Si te sigues preguntando cómo es que tu teléfono y tus redes sociales saben tanto sobre tus gustos y tus preferencias, recuerda que cada movimiento que tú llevas a cabo en internet usando un medio digital deja una huella que es muy valiosa para quienes quieren ofrecerte un producto o un servicio. Esa huella se va a registrar y formará parte del perfil que redes sociales, páginas comerciales y miles y miles de otras industrias están haciendo de ti, así que… ¡Mucho ojo!
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