Ayuno intermitente: ¿de verdad es bueno para la salud?
En esta nota, hablamos de un esquema de alimentación que se ha puesto de moda, el cual reporta grandes beneficios para algunos pacientes, pero, que aún sigue en estudio. Este esquema es el ayuno intermitente y uno de sus efectos más interesantes es que promueve la autofagia.
No todos comemos igual. En algunos, la alimentación se centra en los hidratos de carbono; en otros, en las grasas y otros más las proteínas. Tampoco lo hacemos en la misma cantidad y a la misma hora. Comer es un acto cultural, psicológico, social y biológico que depende de muchos factores como el tiempo, las finanzas, nuestras creencias, la capacidad para preparar alimentos, nuestra demanda energética y nuestras necesidades derivadas de alguna enfermedad. Existen muchas maneras de consumir los alimentos, está la dieta paleo, la dieta mediterránea, dietas low-carb, dietas vegetarianas, alimentación intuitiva, etcétera.
Autofagia: “Limpieza” celular
La autofagia fue descrita por primera vez por el bioquímico y citólogo belga Christian de Duve, quien ganó en 1974 el Premio Nobel por haber descubierto la existencia de los lisosomas, que son organelos celulares que contienen enzimas digestivas que descomponen moléculas que necesitan ser destruidas. Los lisosomas están involucrados en muchos procesos celulares, como reciclar restos celulares de desecho, destruir virus y bacterias invasoras. Duve fue quien acuñó el término autofagia.
Recientemente, el biólogo celular japones Yoshinori Ohsumi descubrió que la autofagia también la realizan las levaduras (que son hongos microscópicos unicelulares) e identificó en estos microorganismos los genes que regulan este proceso y comprobó que los genes de las levaduras son muy similares a los de los humanos. Por estos descubrimientos, le fue otorgado el Premio Nobel en Medicina del 2016.
Pero ¿qué es la autofagia y por qué es tan importante que trabajos sobre ella hayan ganado premios Nobel?
La autofagia es un proceso celular muy importante para reciclar componentes celulares como proteínas y aminoácidos. Básicamente, es como una especie de “limpieza interna” que realiza la célula para deshacerse de algunos elementos, estructuras y moléculas que han envejecido, están defectuosas o le hacen daño.
Durante la autofagia, la célula envuelve estos materiales en una membrana de lípidos (grasas) y forma una estructura celular llamada autofagosoma, este se fusiona con los lisosomas, donde los componentes se degradan y algunos se reciclan. Es importante mencionar que los lisosomas, son organelos celulares que contienen enzimas digestivas que descomponen virus, bacterias, moléculas, restos celulares que necesitan ser destruidos y en algunos casos reciclados como los aminoácidos y las proteínas. En pocas palabras, son los encargados de la autofagia.
Si bien, la autofagia se ha estudiado mucho a partir de su relación con los ayunos prolongados y su papel en varias enfermedades, la realidad es que este fenómeno sucede desde el momento de la fecundación, cuando el cigoto que iniciará un nuevo ser, distingue qué mitocondrias vienen del espermatozoide y las digiere. De esa forma, hoy se sabe que las mitocondrias las heredamos sólo de la madre. Con esto, queremos decir que la autofagia está ocurriendo de manera constante y como tal no es necesario el ayuno para generarla, el ayuno sólo la intensifica.
Por último, es importante mencionar que la autofagia deja de funcionar con el paso del tiempo y contribuye al envejecimiento. Esto ha sido un poderoso argumento que muchos expertos han usado para ser muy cuidadosos con el ayuno intermitente en personas mayores de 45 años.
Ayuno intermitente
Ya hemos mencionado que existen diferentes patrones de alimentación y que uno de estos patrones es el ayuno intermitente el cual estimula la autofagia; y hemos revisado en qué consiste la autofagia y su importancia. Pero ¿qué es el ayuno intermitente?
El ayuno intermitente es un esquema de alimentación que alterna periodos bien definidos de abstinencia de alimentos y bebidas de manera recurrente. A diferencia de las dietas tradicionales, que se centran en qué alimentos comer, el ayuno intermitente se enfoca primero en cuándo comer y después en qué comer. O sea, el tiempo que transcurre entre una ingesta de alimentos y otra, es fundamental.
Es muy importante hacer énfasis en que este ayuno es una abstinencia voluntaria y acompañada por la supervisión de un experto. No debe confundirse con inanición o con un estado de deficiencia nutricional crónica que no es ni voluntaria ni controlada y que puede culminar en insuficiencia orgánica, enfermedad y en ocasiones la muerte.
Pero no se trata de una nueva forma de alimentarnos
Esta manera de alimentarnos no es para nada nueva, es probable que los humanos del Paleolítico y del Neolítico (más de 6000 años a. C.) no tuvieran horarios de comida estrictos como los que tenemos en la actualidad, esto se debía a que no tenían acceso a las mismas cantidades y variedades de alimentos que tenemos hoy en día.
La disponibilidad de alimentos estaba estrechamente vinculada a la caza, la recolección y, más adelante en el Neolítico, la agricultura incipiente. Por lo tanto, la abundancia de alimentos para poder ingerirlos en periodos cortos de tiempo llegó mucho tiempo después con el perfeccionamiento de la agricultura, la ganadería y la caza/pesca. El ser humano, sobrevivió comiendo, literalmente, cuando podía. Es importante no confundir esto con la dieta paleo, de la cual hablaremos en otra ocasión. Como verás, la práctica del ayuno intermitente no es nueva.
¿Cómo llevar a cabo el ayuno intermitente?
El ayuno intermitente tiene varios esquemas, no hay una sola manera de hacerlo y dependerá de las necesidades del paciente, su edad, su actividad física y sus enfermedades pasadas y presentes. Los esquemas varían en la cantidad de días de ayuno y las cantidades de calorías que se ingieren.
El más conocido y fácil de seguir es el 12/12, esto significa que una persona tendría un periodo de 12 horas de ayuno y 12 horas de ingesta de alimentos, coincidiendo con el ciclo circadiano de sueño. La evidencia indica que para que un ayuno estimule la autofagia y otros mecanismos que pueden ser benéficos para la salud debe ser de 16 horas para los hombres y 14 para las mujeres. A este esquema se le conoce como 16:8 o la dieta Leangains.
Existen otros esquemas de ayuno intermitente, los cuales deben ser recomendados y supervisados siempre por expertos en el área.
Pros y contras del ayuno intermitente
Durante el ayuno intermitente, nuestro cuerpo entra en un estado metabólico en el que agota las reservas de energía de disponibilidad inmediata, en especial glucógeno (molécula de almacenamiento de glucosa), y comienza a utilizar grasas como fuente de energía y, a su vez, las células del cuerpo pueden activar la autofagia como un mecanismo para reciclar y descomponer componentes celulares no deseados o dañados y así obtener energía y mantener la función celular.
En principio, esto es bueno, ya que las células viejas o con algún daño serían las primeras en ser destruidas, pero estos beneficios no son para todas las personas y para todos los estados de salud.
Los primeros usos terapéuticos del ayuno intermitente han sido para tratar la obesidad y controlar la diabetes. En estas dos patologías, los beneficios son muy prometedores, ya que el cuerpo al utilizar las reservas de grasa como energía empieza a disminuir la grasa visceral (pancita) que se ha acumulado y en el caso de la diabetes, favorece la regulación de la glucosa y su concentración en sangre.
Para este tipo de pacientes y cualquier otro, es importante conocer si no sufren de alguna patología gastrointestinal como reflujo gastroesofágico, gastritis erosiva, gastritis por helicobacter pylori o algún síndrome irritativo del intestino delgado. El ayuno prolongado aumenta la excreción de ácidos gástricos y esto sólo empeoraría la situación del paciente.
Diversas investigaciones demuestran que el ayuno intermitente mejora la permeabilidad intestinal reduciendo el paso de citocinas proinflamatorias (moléculas que estimulan la inflamación y que están presentes en células viejas o dañadas en mayor cantidad) y mejora la diversidad de la microbiota intestinal, lo cual mejora la absorción de grasas y azúcares. Esto es benéfico para pacientes con problemas de colesterol, triglicéridos, diabetes, resistencia a la insulina y alteraciones en la microbiota.
También existe evidencia que reporta beneficios a la salud para pacientes con enfermedades asociadas a estrés oxidativo y la inflamación crónica como Alzheimer, artritis, Parkinson y Esclerosis Múltiple. Sin embargo, su impacto a largo plazo debe ser aún valorado.
En muchos espacios, se habla de los beneficios de este esquema de alimentación para pacientes con cáncer. En este sentido, hay que recordar que, como tal, el cáncer no es una enfermedad, sino que es el nombre que se le da a decenas de enfermedades diferentes que comparten como característica común la acumulación de mutaciones suficientes que ocasionan la pérdida del control sobre la división celular y que se generen células no funcionales que tienen la capacidad de invadir otras partes del cuerpo (esta última característica no la tienen las leucemias).
En el caso del ayuno intermitente y el cáncer, su efecto benéfico va a depender del tipo de cáncer. Efectivamente, las dietas altas en azúcares simples y algunas grasas favorecen el desarrollo de las células cancerígenas debido a que son más eficientes en términos energéticos que las células sanas.
Ahora bien, cuando hay ayuno intermitente tenemos periodos de ayuno prolongados, en estos periodos, nuestro metabolismo cambia para seguir proporcionando nutrientes a las células. Uno de estos cambios es la producción de cuerpos cetónicos. Está demostrado que estas moléculas suprimen la expresión tumoral en algunos tipos de cáncer y eso es un punto a favor del ayuno intermitente y las dietas ceto, pero, en otros tipos de cáncer, como el colorrectal y el de páncreas, los cuerpos cetónicos promueven la metástasis, por lo que, un esquema de alimentación con un paciente oncológico debe ser aplicado únicamente bajo la supervisión de un especialista.
Por último, se ha mencionado que el ayuno intermitente genera cuerpos cetónicos, los cuales serán usados por el cerebro como molécula energética al existir una carencia de azúcares y al no poder usar ácidos grasos debido a la permeabilidad de la barrera hematoencefálica.
Aquí también es importante mencionar que, tanto las dietas cetogénicas como el ayuno intermitente, en un inicio, pueden causar malestar general y un poco de dolor de cabeza; es necesario llevar un proceso de adaptación y deben ser valoradas de manera detallada en pacientes con daño renal y hepático.
¿Ayuno o no ayuno?
Existe una gran controversia con este tema, la realidad es que el ayuno intermitente se ha puesto de moda por sus beneficios para el control de peso y la diabetes. Sin embargo, los estudios de investigación clínica sobre el ayuno intermitente con niveles de evidencia clínica de alta calidad son aún escasos en la literatura especializada.
Mientras que algunos ensayos clínicos y estudios de caso apoyan la existencia de un beneficio para la salud, es una realidad que se necesita una investigación más detallada en humanos antes de que el uso del ayuno intermitente como intervención para la salud pueda ser recomendado de una manera tan generalizada como se está haciendo en algunos espacios.
El ayuno intermitente tiene grandes beneficios en pacientes muy específicos, pero puede ocasionar daños potencialmente graves en otros pacientes que muchas veces desconocen su estado patológico.
Para iniciar una terapia nutricional basada en el ayuno intermitente, es fundamental que se haga bajo la supervisión de expertos y de esta manera obtener sus buenos resultados para mejorar la salud.
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