Eleganza, extravaganza. Origen e historia del drag queen
En la cultura popular actual, las Drag Queens o dragas, como se les conoce en México, y los eventos relacionados con este fenómeno están más presentes que nunca. Aunque el arte drag ha sido una parte muy importante de las expresiones queer, sus orígenes aún son desconocidos para muchas personas.
Así que te invito a continuar leyendo más acerca de ello, sus inicios, características e impacto en la esfera social.
Ser o no ser Drag Queen
Hasta el momento no se ha llegado a un concepto que unifique y defina por sí sólo al fenómeno Drag. De acuerdo con Fantabulosa. A dictionary of Polari and Gay Slang de Paul Baker, se le denomina drag a la identidad o personaje en el que una persona practica el cross-dressing o transformismo con motivo de entretenimiento o por gusto, es decir, utiliza la indumentaria socialmente asignada al género opuesto con la intención de ofrecer entretenimiento.
Sin embargo, Iván Villanueva-Jordán, doctor en Lenguas Aplicadas, Literatura y Traducción, sostiene que las drags no son únicamente personajes de entretenimiento enfocadas en un solo público (específicamente la comunidad LGBTIQ+) pues “ello sólo obedece a una definición a priori de lo que se puede ver en las discotecas de ambiente, más no de lo que existe detrás del escenario: cuando el sujeto enuncia, cuando el sujeto se maquilla o cuando el sujeto decide ser o denominarse drag queen”.
La manera en que las drag conciben su práctica es un ejercicio en el que crean significados propios sobre la base de su experiencia. Por eso los transformistas adoptan un nombre alterno que va acorde a su personalidad y define su postura ante los demás. ¿Quién no recordaría motes como Divine, Sasha Velour o RuPaul?
Ahora bien, ¿es lo mismo un drag que un travesti? No. Una drag queen es usualmente la persona que intenta imitar la figura y actitud femenina de forma exagerada, mientras que una persona travesti quiere representar de forma más realista la apariencia del sexo opuesto.
De igual forma, tenemos que apuntar que no hay una condición sexual determinada para ello y que el hombre que representa a una drag queen no necesariamente es gay, de tal modo que puede haber drags heterosexuales, bisexuales u homosexuales.
Origen de las primeras dragas
A lo largo del tiempo, se han señalado varios orígenes de la palabra drag. El más aceptado plantea que es una palabra formada por la abreviación de la frase “dress like a girl” o “dress roughly as girl” es decir “vestirse como chica”. Se presume que esta designación provino de las representaciones teatrales en Reino Unido durante la época isabelina (1558-1603), ya que las mujeres —por razones de moralidad y religión— no tenían permitido actuar y eran los hombres quienes se tenían que caracterizar como ellas para interpretar sus papeles.
De ello, también se deriva otro posible origen de la palabra drag, pues los varones caracterizados, al llevar largas faldas y vestidos, los “arrastraban”, verbo que se traduce al inglés como “drag”.
A través de la utilización de atuendos, máscaras, accesorios, pelucas, así como técnicas vocales y gestualidades, los varones buscaban recrear y acentuar las características de los papeles femeninos. Estas características permanecen como distintivas del drag hasta la actualidad.
Hacia 1830, durante la regencia de la reina Victoria, el llamado teatro de burlesque se caracterizaba por hacer parodias de obras dramáticas, ballets u óperas mediante sketches sencillos, chistes sociales y diálogos absurdos. Las producciones teatrales eran vistosas y se recurría al uso del drag, enunciado como tal entre los miembros del elenco, lo que daba al espectáculo calidad de extravaganza o Gran Ópera.
Al término drag se le agregó queen, cuyo significado reforzó la feminidad y el poder de la propia palabra y se obtuvo una identidad más específica que la simplicidad de una sola.
La comunicóloga Mariana Monserrat Toquero indica que, al unir estos elementos, se puede entender que una drag queen se dedique al entretenimiento, ya que “su origen se relaciona con la época cuando se realizaban representaciones para entretener a una audiencia”, donde se permitía el folclor del doble sentido, el transformismo y todo aquello estrafalario que diera más atracción a la puesta en escena. Y añade: “es probable que poco a poco [el término] se viera adoptado por la comunidad LGB, que busca nuevas formas de identificación y expresión”.
La primera drag queen: Julian Eltinge
En Estados Unidos, el drag se inició con la introducción del teatro de variedades durante la Guerra de Secesión (1861-1865). Los transformistas eran integrantes habituales en espectáculos como el vaudeville y el burlesque norteamericano, así como sus contemporáneos británicos.
Fue a través del género vodevil —una combinación de baile, comedia, música, danza y burlesque— que emergió la primera drag queen oficialmente conocida: Julian Eltinge (1881-1941), quien trascendió la disciplina artística y la creación del personaje. Su popularidad lo llevó a ser, en su momento, el actor mejor pagado del mundo y su trayectoria fue en ascenso hasta que estos espectáculos empezaron a ser ilícitos en la década de los treinta del siglo XX, época en que el drag se empezó a entremezclar con la cultura gay.
El siglo XX, decisivo para el movimiento drag
En la tercera década del siglo XX, la sociedad occidental se volvió más renuente hacia todas las manifestaciones donde estuviera involucrado el colectivo LGBTIQ+. En Estados Unidos, dada la prohibición de alcohol que estaba vigente, los bares y clubes nocturnos clandestinos se convirtieron en refugio de la comunidad y, desde ahí, se impulsó el movimiento drag. En Reino Unido, Danny La Rue y Dame Edna (creación del comediante Barry Humpries) fueron dos de los personajes drag que destacaron durante este periodo.
En los años cincuenta y sesenta, los shows drags continuaron desde la clandestinidad, ya que la policía reprimía cualquier expresión pública. Fue en este contexto que ocurrieron los disturbios de Stonewall (1969), en los que la comunidad se reveló contra los abusos policiales y se considera el parteaguas de la lucha por los derechos LGBT. En estos eventos, las drags tuvieron participación diligente, como fue el caso de Flawless Sabrina, considerada pionera y líder del movimiento.
Posteriormente, en los años setenta surgió la cultura del ball room o “de salón”, donde las drags competían a través del baile, la pasarela y la vestimenta. Gracias a estos eventos, las drags y en general los miembros de la comunidad LGBT se convirtieron en familias, donde la persona que te acogía y enseñaba el arte del transformismo se convertía en tu madre.
La serie Pose refleja estos aspectos, donde la relación familiar no tiene nada que ver con los lazos consanguíneos, y el documental Paris Is Burning muestra la escena drag durante los años noventa en Harlem, Nueva York. De esta época, destaca Crystal LaBeija, polémica drag queen que contó tantos arrestos como entrevistas televisivas.
Si no te amas a ti mismo, ¿cómo diablos vas a amar a alguien más? Ru Paul y el drag en la actualidad
Probablemente reconociste la traducción de la famosa frase con la que RuPaul cierra cada emisión del programa RuPaul’s Drag Race. Pues bien, ha sido André Charles, “RuPaul”, quien en las últimas décadas dio un fuerte impulso a la escena drag alrededor del mundo. A raíz de su participación en videos musicales, convertirse en portavoz de una renombrada marca de cosméticos y emitir el reality show que lleva su nombre, el drag dejó por completo la clandestinidad.
A través de la participación de varias reinas drag que hacen gala de su talento, creatividad, carisma e historia de vida, la fórmula del programa se ha replicado en varias partes del mundo y algunas de las concursantes han adquirido fama mundial, convirtiéndose no sólo en representantes del mundo drag, sino en portavoces del movimiento LGBTIQ+, activistas y defensoras de los derechos de la comunidad.
La pantalla grande no ha escapado al fenómeno drag y entre los títulos más representativos encontramos Pink Flamingos (1972), protagonizada por la famosa drag Divine; Hairspray (1988); Tacones Lejanos (1991); Las aventuras de Priscila, reina del desierto (1994); ¿Reinas o Reyes? (1995); Party Monster (2003); Kinky Boots (2005) y Everybody’s Talking about Jamie (2021) son sólo algunas de ellas.
El mundo drag ha legado a la cultura popular una enorme cantidad de memes, gifs y hasta un léxico que permea todos los estratos sociales. Las reinas han invadido con sus vistosas pelucas, su estrafalaria vestimenta y su impecable y vistoso maquillaje las redes y plataformas de streaming.
Ya sea que se trate de romper estereotipos, desafiar las normas o simplemente como diversión, el fenómeno drag se ha convertido en una poderosa fuerza de expresión, donde las personas muestran su identidad y comparten sus historias.
Por cierto, siempre he pensado que, si yo fuera drag, adoptaría un nombre acorde a mi profesión y ése, sin duda, sería History Chanel.
Por Gabriela Sánchez Ibarra
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