Autoconsultoría filosófica: una guía paso a paso
La autoconsultoría filosófica es una forma de preguntarnos a nosotros mismos sobre cuestiones fundamentales. Descubre cómo hacerlo con esta guía paso a paso.
La práctica filosófica es un movimiento que surgió en el siglo XX y que busca generar ese tipo de procesos en las personas. Así se ha trabajado filosofía aplicada a organizaciones, talleres para crear el pensamiento, filosofía para niños y también la llamada consultoría filosófica, que es algo parecido a ir al psicólogo, pero en donde la persona que dialoga contigo no tiene todas las respuestas, ¡de hecho, ninguna!, ¡y en lugar de decirte qué hacer te hace preguntas! Entonces, eres tú el que determina el rumbo que toman las cosas.
¿Cómo funciona la “autoconsultoría filosófica”?
Dentro de esta vertiente, se han desarrollado distintos ejercicios dentro del que se encuentra la autoconsultoría filosófica. ¿Qué es esto? Finalmente, es una forma de hacerlo tú mismo y poder obtener respuestas sobre cualquier pregunta o inquietud que tú tengas. ¿Quién te dará las respuestas? ¡Tú mismo! ¿Es esto posible? Te invito a explorarlo.
1. Busca un lugar tranquilo y dispón de tiempo suficiente
Para que la autoconsultoría pueda funcionar, necesitas un entorno adecuado. Date el tiempo para hacerla y busca un espacio en donde nadie te moleste o te interrumpa. Considera que requerirás, como mínimo, media hora para ti mismo, que en ocasiones podría extenderse a una hora completa. Luego de un tiempo de práctica, podrás hacer también autoconsultorías filosóficas de 15 o 10 minutos.
2. Plantea una pregunta
Haz una pregunta sobre la que tengas dudas reales o inquietudes. Reflexiona cuidadosamente para que la pregunta sea clara, sintética y refleje lo que necesitas resolver o te preocupa.
3. Da una respuesta
No importa si la respuesta es sencilla o un simple “no sé”, intenta explayarte lo suficiente, pero tampoco en exceso. Lo ideal es que escribas al menos una oración completa y te extiendas, como máximo, a un párrafo. El criterio principal es que la respuesta refleje eficazmente lo que piensas o sientes sobre ese tema inspirado o inspirada en la pregunta.
4. Plantea una nueva pregunta
Escribe la nueva pregunta después de responder la anterior, y que surja de ésta. No sería adecuado hacer una pregunta premeditada o que no tenga nada que ver con la respuesta que acabas de escribir. Tal vez sea necesario que leas dos o tres veces la respuesta que diste para poder plantearla bien. Puedes preguntar por los términos o palabras que usaste o el porqué de las cosas que dijiste. Tienes libertad total siempre y cuando te bases en tu propia respuesta.
5. Plantea una nueva respuesta
La dinámica consiste en a asumir dos roles distintos. Cuando planteas las preguntas, debes ponerte completamente en este rol; al plantear las respuestas, puedes imaginarte que la pregunta que estás leyendo viene de una fuente externa. No te apresures, avanza un paso a la vez. De la misma forma, escribe al menos una oración completa y máximo un párrafo.
6. Continúa el proceso hasta que te sientas satisfecho
La satisfacción no siempre viene de tener claridad en todos los puntos; algunas veces, basta con saber algunas cosas. No seas condescendiente contigo mismo, pero tampoco te exijas en exceso. Sé un buen conversador para ti mismo o misma. También intenta afrontar las situaciones y sé todo lo franco que puedas; piensa que sólo tú leerás lo que escribes. Sé paciente y ve paso a paso, verás que poco a poco podrán emerger maravillosas ideas que no habías considerado antes y que irán iluminando tu pensamiento.
7. Al finalizar, lee todo lo que escribiste
Esto es importante porque ayuda a cerrar el proceso y a asentar tus propias conclusiones. Una autoconsultoría filosófica nunca es un proceso cerrado y es posible que esta autoindagación llegue hasta cierto punto y que debas continuarla después. También puede pasar que en una autoconsultoría emerjan otros temas que puedas tratar en sesiones siguientes. ¡Tú puedes crear tu agenda de temas de trabajo!
Nuestra realidad es un verdadero misterio… podríamos preguntarnos cómo es posible que, siendo los que hacemos tanto las preguntas y las respuestas, alcancemos ideas o pensamientos nuevos o diferentes y, sin embargo, eso pasa. Es sabido que es mucho más lo que desconocemos de nosotros mismos que lo que sabemos o conocemos. La autoconsultoría filosófica es algo así como poder palpar o explorar nuestra propia realidad, nuestro propio “sí mismo”.
Por David Sumiacher
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