¿Consultoría filosófica? La filosofía como forma de vida
Si recuerdas tus clases de filosofía en la prepa, ¿creerías que la filosofía puede ser de utilidad para entenderte a ti mismo, para identificar las creencias que conducen tu actuar, para transformar tu vida? ¿Creerías que cualquier persona es capaz de hacer filosofía o piensas que esa labor está reservada para unos cuantos genios de la historia? Seguro que no, a menos que te haya tocado un profesor como Merlí Bergeron, que te haya mostrado el lado práctico, el lado más humano de la filosofía, lo cual sería de lo más inusual.
La filosofía fuera de la academia: la consultoría filosófica
En los últimos cuarenta años, se han desarrollado diversas prácticas filosóficas que conciben a “la filosofía no tanto como una disciplina o saber, sino como una actividad que se practica con los otros e incluso como un modo de vida” (Arnaiz). Entre estas prácticas están los diálogos socráticos, la filosofía para niños, el asesoramiento o consultoría filosófica, los talleres de filosofía y la filosofía en las organizaciones.
Por ahora, nos concentraremos en la consultoría filosófica. Uno de sus iniciadores es el filósofo alemán Gerd Achenbach, quien en 1981 abrió el Instituto para la Práctica Filosófica y la Orientación, con el propósito de generar un espacio para ejercer la filosofía fuera del contexto de la academia, tal como lo hacen los médicos o abogados en sus consultorios o despachos.
¿Para qué sirve la consultoría filosófica?
Se trata de un encuentro en el que un profesional de la filosofía te acompaña en un espacio de diálogo para indagar sobre aquellas ideas que sostienen tu vida, aquellas que te han hecho actuar de determinado modo o con base en las cuales has tomado decisiones que no siempre te han satisfecho.
Según el filósofo argentino, David Sumiacher, presidente del Colegio Mexicano de Consultores Filosóficos, la consultoría filosófica ayuda a ver la realidad y comprenderse a sí mismo de modo amplio y profundo en dos sentidos: desde el pensamiento y en el modo de actuar. La consultoría filosófica, y en general las prácticas filosóficas, recuperan el sentido original de la filosofía: amor a la sabiduría, que va más allá de los saberes teóricos; implica un saber integral y práctico que abarca la totalidad de la persona.
Si te estás imaginando que en la consultoría filosófica estudiarás las ideas de los grandes filósofos, de una vez te aviso que no es así. Puede ser que te sirvan de referente para analizar o entender alguna situación existencial, pero definitivamente el consultor filosófico no te pondrá a estudiar historia de la filosofía al estilo tradicional y académico, ni tampoco tienes que ser un erudito en filosofía para acercarte a esta práctica filosófica.
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El reto y lo interesante es que serás tú mismo quien filosofe acerca de su propia existencia, a través de un diálogo basado en preguntas y reflexiones y, en ocasiones, el consultor aprovechará la sabiduría de la historia de la filosofía para proponerte referentes de reflexión, es decir, un diálogo filosófico.
El diálogo filosófico, la herencia socrática
Este diálogo filosófico se caracteriza por ser respetuoso, sin jerarquías —no hay un médico, ni un psicólogo que diagnóstique alguna afección—, es un espacio donde puedes abordar las dificultades y preguntas que te angustian o interesan sobre tu propia existencia y que requieren que seas tú mismo quien las aborde desde diferentes perspectivas a través de la indagación filosófica.
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De tal modo, si estás buscando alternativas serias y fundamentadas para iniciar o continuar con tu proceso de autoconocimiento, de aprender a cuidarte a ti mismo, de transformación o simplemente te interesa tener un diálogo auténtico donde puedas construir un pensamiento crítico y creativo, la consultoría filosófica es una excelente alternativa.
En México, puedes ubicar consultores filosóficos certificados a través de El Colegio Mexicano de Consultores Filosóficos y al Centro Educativo para la Creación Autónoma en Prácticas Filosóficas.
Por Patricia Solís Galíndez
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