Epicuro o del consumo moderado
Epicuro o del consumo moderado

Epicuro o del consumo moderado

Dos series recientes de Netflix llamadas ¿Es pastel? y Batalla de barbacoas me sobresaltaron el fin de semana. De entre los pensamientos que tuve al verlos fue: ¿acaso no hay consumo moderado?, ¿por qué se desperdicia tanta comida?, ¿Epicuro podría ayudarnos a entender cómo tendría que hacerse un consumo moderado actualmente? Yo creo que sí. 

Epicuro y su Jardín 

Epicuro de Samos (341 a.C.–270 a.n.e.) fue un filósofo ateniense que recomendaba una vida austera. Es decir, motivaba a sus colegas —y a la gente en general— a que se contentaran con lo necesario para la vida. Como se puede ver, esta enseñanza es lo contrario a la de las sociedades contemporáneas, que se rigen por ser utilitaristas, individualistas y promotoras de la alta competencia.  

La escuela que Epicuro fundó se llamaba El Jardín. En ese lugar fue en el que desarrolló con enorme detalle la filosofía que se conocería como epicureísmo, la cual se propone solamente conseguir la felicidad por medio de la sencillez y lo útil (aunque transmitía sus conocimientos de forma oral, nos dejó algunos escritos que puedes conseguir aquí). Para Epicuro, el mayor de los placeres sólo se puede alcanzar por medio del conocimiento, de la amistad y una vida sin miedo y sin dolor. 

Si pudiéramos pensar en un Jardín contemporáneo, podría ser la casita rodante de Clancy, de The Midnight Gospel (2020).

Consumo moderado: entre el placer y el dolor 

Miedo y dolor parecen ser dos cosas que evidentemente evitamos. En cuanto al placer, es obvio que tendemos directamente a buscarlo. De esta manera, es como Epicuro describió dos áreas de placer y dolor: físico y mental. Y la relación entre ambas es la que nos puede llevar de un consumo moderado a uno inmoderado. 

Un dolor mental sería el temor a la muerte, la consciencia de nuestra finitud. Sin embargo, Epicuro razonaba que la muerte ocurre en un momento en que dejamos de tener conciencia, por lo que es inútil pensar en ella. Al liberarnos del temor a la muerte, nos aseguramos una tranquilidad en nuestro espíritu. 

No obstante, en las sociedades actuales nuestro temor a la muerte no se resuelve mediante un razonamiento como el de Epicuro. Al contrario, se aplaza o distrae con la satisfacción del placer físico: sea mediante la comida, sea mediante la sexualidad, sea el consumo de drogas.

¿Cómo aplicar el consumo moderado en nuestra vida como Epicuro?  

Epicuro recomendaba una vida austera y frenar los apetitos inmoderados. El sabio debe excluir el lujo, contentándose con lo necesario para la vida. En este punto incluyo nuestra audacia para romper paradigmas: como sociedad nos hemos dado cuenta de la importancia de la austeridad, pues la escasez es algo de lo que empezamos a tomar conciencia. 

Hemos escuchado de la escasez de agua, petróleo, abejas, entre otros, y existen ya ideas para mejorar la situación. Por ejemplo, los filtros de agua y las campañas para la conservación de la naturaleza, planes que se llevan a cabo a micro y a macro escala. Otro buen ejemplo de nuestra búsqueda de paz son los sistemas de tratamiento de residuos, actualmente existen hasta casas hechas con botellas recicladas. Éstos son algunos ejemplos de nuestra búsqueda de la paz interior, y en ella consiste el placer más intenso. 

Para ti, ¿qué es importante para alcanzar paz interior?

Ojo: no significa que el placer se reduzca sólo al área de lo mental, sólo que la importancia de la saciedad física no lo es todo para alcanzar una vida moderada. Epicuro buscaba bastarse a sí mismo, contentándose con poco y logrando la autosuficiencia. La autosuficiencia se logra con la austeridad de vida, con el buen humor y la ecuanimidad, sobreponiéndose al dolor y a la adversidad y superando los temores y las perturbaciones exteriores.  

Así Epicuro sobrellevó sus enfermedades con grandeza del alma y hasta con alegría, pese a que tenía muy mala salud y sufría grandes dolores, vivió hasta los 72 años de edad. Gracias a sus férreas creencias, Epicuro describió el último día de su vida como un día verdaderamente feliz.  

 

Por: Nelly Granados Jiménez 

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