¿Qué importancia tiene el pene en los hombres? Los expertos nos lo explican
No se sabe exactamente a cuántos hombres les preocupa el tamaño del pene. Pero, para darnos una idea, podemos utilizar las características de la vida erótica masculina que el médico sexólogo mexicano David Barrios ha obtenido de las historias clínicas de hombres que lo buscan.
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Decálogo sobre la vida erótica del pene
Si eres una persona con pene, ponle una palomita a las siguientes características que también son parte de tu historia (juramos que nadie te verá):
- Circunscriben lo erótico a la utilización del pene.
- Están preocupados por dar placer a la otra persona.
- Privilegian la penetración como única forma válida y eficaz de “tener relaciones sexuales”.
- Evocan sus fracasos en relaciones sexuales anteriores.
- Temen por el tamaño de su pene y su capacidad de erección.
- Omiten o minimizan las caricias y las palabras en el preludio al coito.
- Tienen urgencia del coito.
- Muestran ansiedad durante el encuentro erótico y hacen todo rápido para poder ser eficaces.
- La fluidez de sus emociones durante el encuentro sexual se interrumpe por su autoobservación, eso les hace convertirse más que en actores de su desempeño, en espectadores de éste.
- Penetran apresurados, sin pausa ni cadencia, por lo que es común que eyaculen de forma inoportuna, sin control voluntario.
Tras décadas de atención a hombres, David Barrios hace esa radiografía que sigue develando la vivencia erótica de los hombres. ¿Cuántas palomitas tuviste? Si observamos, los diez puntos tienen que ver sólo con el pene: con su tamaño, su capacidad de erección o con utilizarlo bien en el momento preciso, desde su punto de vista. En resumen: sin pene no hay sexo placentero posible y tampoco se puede tener con cualquier pene, sino con el que tenga las medidas perfectas.
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¿Existen las medidas perfectas del pene?
No verás en este texto ningún estimado en centímetros. Lo sentimos. Reproducir números, que encuentras fácilmente en cuanto le preguntas a un buscador en internet, sólo abona al imaginario de que hay penes mejores que otros. Y la realidad es que no es así.
La ciencia le ha dedicado varios estudios al asunto. Incluso, se han entretenido en buscar la manera más exacta de medirlo, pues se han dado cuenta que en los estudios en los que piden a los participantes que ellos mismos midan su pene, suelen hacerlo mal. Otra traba para medir con exactitud ha sido que lo miden con erecciones provocadas con fármacos y no por la excitación producto del deseo.
¿Qué será más útil: entretenerse en hallar la forma más exacta para medir penes y luego divulgar las características de largo y ancho de los mejores o quitarle protagonismo a ese órgano en la vida erótica de los hombres?
Quitarle protagonismo al pene
Ante todas las penas que provoca el tamaño del pene, creo que lo mejor es quitarle protagonismo. Piensa desde cuándo empezaste a hacer de él tu carta de presentación. Puede que, desde antes de tener tu primer encuentro sexual, al comparar su tamaño con tus amigos de la escuela o cuando asumiste que en él radicaba tu hombría, y que entre más lo usaras como veías en la pornografía, poco a poco, te convertirías en un amante que podría satisfacer a cualquiera.
Quedarse al margen del simbolismo que el pene tiene en la sociedad no es sencillo. ¿Cómo no le hago caso si es lo que me hace ser hombre? Sin duda puede ser difícil aprender a extender las posibilidades eróticas al resto del cuerpo, pero no imposible.
Vivir el placer sexual al margen del simbolismo social del pene
Uno de los primeros ejercicios que los sexólogos recomiendan a hombres para desgenitalizar el encuentro sexual es tener un encuentro donde el pene no intervenga. Que no lo utilicen.
¿Pero entonces? Lo puedes sustituir por tus manos, dedos, lengua, labios y por cualquier otra parte de tu cuerpo que a lo mejor nunca has utilizado en este contexto. ¿Y si tengo una erección y tengo ganas de usarlo? Puedes respirar profundamente para recuperar un poco la calma y, después, continuar usando todo tu cuerpo ¡menos el pene!
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Por supuesto que puede que no te salga a la primera, pero, conforme lo sigas practicando, verás que reconocerás otros rincones corporales que también te pueden dar placer.
No se trata de nunca volverlo a usar, claro que no, sino de quitarle al pene el papel principal. Es sólo una idea para hacerle la guerra a ese peso impuesto socialmente que tanto ha limitado la vida erótica masculina.
Por Georgina Montalvo
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