¿Qué es la huella ambiental? Los problemas que trae a la naturaleza
El concepto de huella ambiental o ecológica sirve para evaluar y calcular el impacto potencial que causa un individuo, grupo de personas, sociedad o instituciones en los recursos naturales, tanto bióticos —los seres vivos que integran un ecosistema— como abióticos —los componentes físicos y químicos que son esenciales para el equilibrio de un ecosistema (minerales, temperatura, aire, suelo)—, para llevar a cabo sus actividades cotidianas.
Imagina que pudiéramos conocer todo el proceso de elaboración de un producto: desde la recopilación de materia prima hasta el fin de su ciclo de uso. La huella ambiental es, entonces, el impacto ambiental que deja dicho consumo y sus efectos en los ecosistemas.
¿Todo lo que poseemos implica un gasto ambiental?
En efecto, todos los productos que consumimos implican una inversión de recursos naturales y energía que muchas veces desconocemos o ignoramos. Por ejemplo, el estudio Impactos ambientales en la producción de comida (Environmental Impacts of Food Production), publicado por la Maple Ridge de la Columbia británica, expone que cerca de 25 % de los gases de efecto invernadero que se emiten en el planeta corresponde al consumo de cárnicos, puesto que más de tres cuartas partes de los terrenos agrícolas son destinados al ganado, para la producción de carne y lácteos; sin embargo, estos derivados de la ganadería proveen menos de una tercera parte de las proteínas consumidas por los humanos en el planeta.
Si sumamos la agricultura al sistema alimentario actual, la tendencia se vuelve insostenible, ya que esta actividad extrae más de 60 % del agua dulce. Asimismo, el uso de químicos y sistemas mecanizados en la producción, extracción, envasado y transporte, aporta significativas emisiones de gases de efecto invernadero, que contribuyen al impacto ambiental.
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Para calcular la huella ambiental, se toman en cuenta los efectos secundarios de la extracción, producción, generación y transporte, entre otros procesos que intervienen para que los productos puedan ser consumidos. De este modo, la huella ambiental es grande en términos de consumo de recursos y de energía, lo que también contempla el grado de contaminación y alteración de los sistemas naturales y las cadenas tróficas a las que se impacta durante la cadena de suministro (desde la extracción de materias primas hasta la gestión final de residuos).
¿Qué compone nuestra huella ecológica?
Conocer la huella ambiental nos muestra la magnitud del impacto que puede tener un producto en sus distintas etapas de ciclo de vida:
- Extracción de materias primas.
- Proceso de materiales.
- Fabricación de piezas.
- Ensamblaje y empaquetado.
- Uso y manutención del producto.
- Reciclaje o descomposición natural (fin de la vida útil).
Alrededor del mundo existen personas, gobiernos e instituciones que se han interesado en calcular las huellas ambientales de procesos particulares. En esos cálculos se indica específicamente qué producto o servicio tiene menor impacto ambiental.
Dos de los más conocidos son la huella hídrica y la huella de carbono: la primera está relacionada con procesos y productos que utilizan grandes cantidades de agua en su ciclo de vida; la segunda es el conjunto de emisiones de los gases de efecto invernadero que produce una persona, sociedad, industria o producto, de manera directa o indirecta.
De acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza, el ritmo actual de consumo promedio en el mundo requiere el equivalente a 1.7 planetas para satisfacer los recursos que utilizamos y absorber sus residuos. Si se siguen estos hábitos de consumo, para 2050, se requerirán 2.5 planetas para abastecer la demanda de los seres humanos.
Se debe tener en cuenta que la huella ecológica no va a ser revertida por los gobiernos o instituciones, sino que dependerá de que todos nosotros cambiemos nuestros hábitos de consumo. Si somos más conscientes de lo que consumimos y las implicaciones que esto tiene para el ambiente, podremos sensibilizarnos y motivar a otras personas para hacerlo, y poco a poco pasar desapercibidos en el planeta, en beneficio de la naturaleza. Para que conozcas más de este tema, revisa esto.
Todas las personas tenemos responsabilidad sobre el cuidado del planeta. Por ello, es importante contribuir con hábitos de consumo amigables con el ambiente: por ejemplo, reducir el consumo excesivo de alimentos, productos y servicios que tengan un alto impacto en la huella ambiental; impulsar redes de consumo local; desconectar los aparatos que no se estén utilizando; usar bolsas de tela en lugar de plástico; preferir los productos orgánicos; hacer un huerto y crear composta; y participar en trueques, pero no sólo de artículos, sino también de conocimientos que favorezcan la economía solidaria.
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