Poor Things de Yorgos Lanthimos o de cómo experimentar el mundo
Poor Things es la octava película del director Yorgos Lanthimos y se posiciona como una de las favoritas a ganar la categoría Mejor película en la 96.ª entrega de los Premios Óscar. También, a título personal, es una de mis preferidas del director.
Basada en la novela homónima del escritor británico Alasdair Gray (1934-2019), Poor Things se ambienta en una Inglaterra steampunk de la era victoriana cuya temática se centra en el crecimiento de Bella Baxter (Emma Stone), una mujer producto de un experimento realizado por Godwin Baxter y que, junto con la asistencia de Archibald McCandles, serán testigos de una fantasía científica con el aprendizaje de Bella.
Si bien las reseñas se dedican a describir los elementos generales de una película y contrastarla con la novela (en caso de contar con adaptación), quisiera advertir que ésta será también interpretativa, por lo que, si aún no la has visto, te sugiero que vayas con cuidado por los spoilers que te puedes encontrar.
Un espacio patriarcal en blanco y negro
Las primeras secuencias de la película muestran una fotografía en blanco y negro dentro de dos imperios en los que rige el médico y científico Godwin Baxter (protagonizado por Willem Dafoe): su casa y el anfiteatro donde ofrece su cátedra de cirugía.
En este primer momento, Bella Baxter se nos aparece como una mujer con una disonancia entre su mente y su cuerpo (disonancia que es acompañada por la musicalización de este periodo en su crecimiento); pareciera como una niña en su mente que está empezando a conocer tanto la música como el habla y las relaciones sociales entre ella, Godwin y su nana Mrs. Prim (interpretada por Vicki Pepperdine).
A este mundo se integra Archibald McCandles (Ramy Youssef), un cirujano admirador de Baxter, para tomar la data de la evolución de Bella, con quien comienza a desarrollar una rápida interacción verbal y quien le comparte a ella un mayor conocimiento del mundo exterior a través de preguntas sobre geografía y sobre el exterior.
Por último, a esta primera parte de la película se le agrega otro personaje masculino llamado Duncan Wedderburn (con un Mark Ruffalo comiquísimo), un abogado mujeriego que desea ejercer control sobre ella a partir del sexo. Sin embargo, vamos por partes. Con esta formación de personajes masculinos se crea una atmósfera patriarcal compuesta por el padre (y, en sentido irónico, cristiano) God-win; el prometido McCandles (quien acepta el ofrecimiento por parte de Baxter), y el amante Duncan.
Si bien es cierto que Bella se mantiene en su casa en todo momento durante esta parte, no es sino cuando comienza a cuestionar (primero ingenuamente y luego con curiosidad) a su padre y a McCandles sobre la prohibición de salir para, después, abrirse camino a nuevos lugares con los medios de Duncan Wedderburn, iniciando en Lisboa, pasando por un barco hacia Alejandría y concluyendo en París.
El sexo, la sociedad y los espacios abiertos en color pastel
Bella Baxter tiene un crecimiento importante a partir del descubrimiento del autoplacer o la masturbación (a lo que ella denomina “darse felicidad”). Con base en esa exploración de su propio cuerpo es que comparte con Wedderburn el deseo y el empuje de los límites que ella conocía hasta ese momento: no masturbarse en público, no ser directa, respetar los “buenos modales”. Y es aquí que la fotografía cambia a colores más vívidos y pasteles, más fantásticos.
Pero no sólo es el sexo lo que Bella descubre: también el alcohol, diferentes comidas, la armonía musical mediante la voz de la fadista Carminho, la violencia de los sentimientos humanos. Esta compleja textura del mundo comienza a sacudir la mente de Bella para desarrollar un nuevo punto de vista sobre quién es ella y quién es en realidad su acompañante, el cual se encela de que ella pueda estar con otros hombres sólo por satisfacer su deseo sexual.
En este sentido, Duncan es un personaje que encarna la burla del tipo de hombres maduros que se sienten con la autoridad de enseñarle el mundo y educar a sus amantes jóvenes (cuestión perturbadora puesto que podríamos pensar que la mente de Bella en ese periodo es el de una adolescente), luego desecharlas, tras haber satisfecho su deseo sexual, y repetir el ciclo; y esto se debe a que cuando Bella no responde a los caprichos de Duncan, éste se empeña cada vez más en poseerla hasta cometer gestos de una masculinidad tóxica como: beber por despecho, golpearse la cabeza contra la barra del bar, llorar por “su suerte”, y golpear a otros hombres que miran a su compañera.
Así es como la transformación de Duncan va desde un “hombre de mundo” hasta un machito resentido por que las cosas no le salieron como lo deseaba, lo que lo conduce a secuestrar a Bella a un barco que viaja hacia Alejandría, un espacio abierto que se convierte en una nueva forma de encierro.
El dolor del mundo, el segundo encuentro y la filosofía
La parte del barco mantiene la misma línea fantástica de fotografía al igual que en Lisboa. Sin embargo, aquí se introducen dos nuevos personajes que jugarán un papel fundamental a lo largo del filme: Harry Astley (Jerrod Carmichael) y Martha von Kurtzroc (Hanna Schygulla).
Estos personajes, en su disparidad de posturas, generan en Bella mayor curiosidad por las ideas que rigen el mundo y que le dan pluralidad. Mientras que Harry Astley muestra una actitud cínica frente a la especie humana, Martha cree fervientemente en la posibilidad de mejorarla a través de la filosofía y el arte. Es así como Bella, a partir de leer libros (Emerson, Goethe) que le presta Martha, y el desencanto que Astley le muestra con los barrios pobres de Alejandría, entra en un estado de dolor y shock que la obligan a repensar qué tiene ella para ofrecer al mundo bajo la directriz de que es posible que las personas mejoren.
Con lo anterior en mente, quisiera recalcar que Martha es la segunda personaje femenina que deja una huella indeleble en la formación de Bella. Así como Carminha es la parte estética, Martha es la intelectual, y más adelante vendrán otras que complementarán a estas dos.
Francia: la frialdad de los colores, la práctica del sistema, antes de la iluminación
Tras una serie de eventos en los que Bella y Duncan se quedan sin dinero, desembarcan en Marsella y se dirigen a París en invierno. Para este punto, Duncan detesta a Bella y ella concluye que el tiempo entre ambos ha terminado.
El lenguaje de Bella, sus movimientos, razonamientos y cuestionamientos expresan un cariz de gran calidad intelectual que contrastan con la primera parte de la película. A su vez, la musicalización, aún en su armazón disonante, se afina, se sincroniza para acompañar la armonización entre el cuerpo y la mente de nuestra protagonista.
Con la necesidad de generar dinero y seguir satisfaciendo el deseo sexual, Bella encuentra curioso que se le presente “una convergencia de necesidades” en el burdel de Madame Swiney (Kathryn Hunter), una matrona francesa que invita a Bella a trabajar para ella.
Dentro del burdel, ocurren diferentes cosas: 1) Bella conoce una forma de trabajo a partir de la experimentación de su cuerpo con el cuerpo de otros (a la inversa de su padre Godwin, por ejemplo); 2) conoce un sistema de trabajo que puede cambiar paulatinamente y en menor medida para que le sea placentero; y 3) conoce al cuarto personaje femenino que marcará su vida: la socialista Toinette (Suzy Bemba). Así que vayamos por partes.
- El uso de su cuerpo para satisfacerse y satisfacer a otros le permite a Bella conocer una mayor diversidad de cuerpos (y, de hecho, en la película observamos más cuerpos masculinos desnudos que femeninos); una mayor diversidad de necesidades del deseo sexual; y un nuevo ámbito de la vida humana que analizar.
- Una vez instalada en el esquema de trabajo del burdel (el cliente elige a la mujer), Bella concluye que es infructuoso e insatisfactorio para las trabajadoras, por lo que propone una inversión en los términos (que termina por invalidarla Swiney con el argumento de que es peligroso para el negocio y para su nieta) que deriva en inventar una dinámica con el cliente en su habitación en el que se generan relaciones más amables y no sólo una transacción carnal.
- Toinette se convierte en la amiga socialista de Bella y con quien asiste a pláticas del Partido. Hay una escena en la que ambas caminan fuera del burdel y, tras el encuentro con un ridículo Duncan, Bella concluye: “Somos nuestro propio medio de producción”, frase que genera polémica respecto al trabajo sexual porque no siempre ese trabajo se elige como en el caso de ella. Por otro lado, con Toinette mantiene su primera relación homosexual y satisfactoria después de haber convivido con muchos hombres. Por ende, ella representa la parte político-afectiva, y Madame Swiney la parte práctica en la formación de la vida de Bella.
En esta parte, la fotografía se vuelve fría y abandona su resplandor fantástico de las partes de Lisboa y Alejandría, lo cual acompaña la metamorfosis de Bella. Asimismo, cae en un estado que describe como “despreciable rabia” y que es celebrado por Swiney como el último escalón afectivo que debe escalar antes de encontrar la luminosidad que tanto estaba buscando
No por nada, un pequeño momento de la película nos muestra a Bella Baxter leyendo la Ética de Spinoza, un importante libro de filosofía que contiene una sección dedicada específicamente a la analítica de los afectos, su gestión mediante conocer la causa de éstos y su mejor viabilidad a partir de entenderse a sí mismo, su conexión con el mundo y el equilibrio racional-afectivo por el que debemos esforzarnos todo el tiempo.
Todo lo anterior nos lleva a la última parte de la película y que conviene también analizar.
Bienvenida a casa, Bella Baxter/Victoria Blessington
Con la noticia de que Godwin Baxter tiene cáncer y está muriendo, Bella decide abandonar el burdel y regresar a casa. Pero el regreso, lejos de ser del todo lindo, trae consigo la verdad detrás de la identidad de Bella: Victoria Blessington, una mujer que se arrojó del puente de Londres y que casi muere.
Después de explicar el proceso por el que el cerebro de Bella es removido e intercambiado por el de su nonato bebé, Bella entiende que su persona es madre, hija y ninguna de las dos: una nueva criatura que ha formado su propio yo a través de su conocimiento del mundo.
Y a pesar del enojo que le causa el hecho de que se lo ocultaran durante toda su vida, Bella Baxter le comunica al moribundo Godwin que será médico-cirujana para salvar a otros.
Por un momento, la película toma este rumbo de posible final feliz con boda incluida pero sabiamente Lanthimos corta la escena de nupcias entre McCandles y Bella para introducir al personaje epítome del patriarcado: el general Alfie Blessington (Christopher Abbot). Éste reclama la identidad de Victoria; y Bella, entre confundida y curiosa, lo acompaña para saber quién fue esa mujer con la que no se identifica y que, en cierta forma, le dio vida.
Al conocer la verdad sobre Victoria (que era sádica junto con Alfred al maltratar a los sirvientes de su castillo), Bella no encuentra mayor motivo para quedarse. Pero Alfie se le opone. Y es en esta secuencia en la que observamos al general mostrarse como un misógino que considera a las mujeres como histéricas debido a su sexo y que sólo funcionan en sociedad para ser madres y esposas.
A través de medios que no describiré, Bella logra salir de ahí con el general a su merced para cambiarlo para bien, siempre fiel a su propia filosofía. Y no es nada menor, ya que Bella aplica todo lo aprendido en su vida para acabar con el último personaje masculino que representa al patriarcado en su máxima expresión.
La última escena es proverbial, ya que muestra el jardín de la casa de Godwin Baxter (ahora de Bella) rodeada de mujeres: de Mrs. Prim, de Toinette, de Felicity (Sarah Marget Quallet), también un experimento como Bella; y del único hombre que nunca deseó poseerla: Archibald McCandles. Es decir, en lugar de ser un mundo patriarcal, se convirtió en uno construido por ella misma. Incluso el general Blessington, ahora con el cerebro de una cabra, tiene cabida, sólo así, en su mundo, un mundo al que pudo transformar tras experimentarlo con su cuerpo.
Quizá no se equivocaba el meme de que Poor Things era Barbie para personas a las que les gusta Björk. Pero creo que el debate sobre ambas películas que muestran dos diferentes formas de empoderamiento de la figura de la mujer tendría que caer en otra cancha donde solamente soy espectador. Por el momento, no he encontrado persona a la que haya dejado indiferente esta gran película y eso habla mucho de nosotros mismos y nuestra relación con ella, ¿no crees?
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