Ésta es la razón lingüística por la que no puedes decir “Manuel” con la nariz tapada
La gripe es esa horrible enfermedad que nos tira en cama, que hace que nos duelan los huesos y que tengamos fiebre. No sólo eso, sus síntomas incluso llegan a afectar a la manera en la que hablamos. ¿Te acuerdas del famoso “Baduel”? ¿Por qué ocurre cuando tenemos la nariz tapada? La lingüística, que se encarga de estudiar la lengua, tiene una respuesta.
La fonética, una rama de la lingüística
El español tiene un cierto número de fonemas, o sonidos, cada uno de éstos tiene una forma única de realizarse en los puntos de articulación (y es la fonética quien se encarga de estudiarlos y clasificarlos). Éstos son los lugares en el tracto vocal en los que se produce el sonido. La articulación se da siempre entre un lugar móvil del aparato fonador y otro fijo, así el aire pasa y se escuchan los fonemas.
La manera en que el aire atraviesa el aparato fonador es definitiva para hacer la distinción entre sonidos. Las vocales, por ejemplo, se ordenan en el llamado triángulo vocálico. Éste se esquematiza según la apertura de la boca y la posición de la lengua para dejar pasar el aire. Así, la a es una vocal abierta; la e y la i son medias; la u y la o son cerradas. Esto al menos en el español, ya que en otros idiomas suelen cambiar ligeramente.
Cuando uno se resfría, lo natural es que la mucosa provocada por el virus llegue a obstruir parte de la faringe y las fosas nasales, ambas esenciales para la articulación. Para entender por qué decimos “Baduel” primero hay que entender todo lo que hace tu boca para decir “Manuel”.
El funcionamiento de los fonemas o sonidos
La m en español se hace cerrando ambos labios, y el aire contenido sale por la nariz. Por lo que el fonema /m/ sería entonces una bilabial nasal (si quieres conocer más de esta terminología, puedes consultar el Alfabeto Fonético Internacional). La n tiene las mismas características, excepto que /n/ es velar; eso quiere decir que se lleva a cabo poniendo la parte trasera de la lengua contra el velo del paladar. Cuando la mucosa detiene el aire en ambas fosas nasales, nuestro cuerpo intenta regresar el aire a la boca para buscar salida.
Por ese pequeño cambio, los fonemas que pronunciamos cambian de forma drástica. Los labios que antes estaban pegados, se abren explosivamente y el modo deja de ser nasal para convertirse en oclusivo, el cual corresponde a la b. Luego, ocurre algo similar con la /n/, que al no poder sacar el aire por la nariz, tiene que adelantar la lengua del paladar y colocarla en la parte trasera de los dientes, así pueden abrirse los labios ligeramente y sacar el aire con uniformidad, o fricativamente. La que intentaba ser una velar nasal se vuelve una dental fricativa. ¡Y todo esto lo sabemos gracias a esa área de la lingüística que es la fonética!
Si todavía no nos crees, intenta decir “Manuel”, ahora tápate la nariz y dilo de nuevo. Lo que antes pasaba desapercibido y casi en automático en tu lengua, ahora son movimientos conscientes de tu articulación.
Por Tonatiuh Higareda
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