El silencio en las ciudades, un lujo invisible que pocos tienen
I decide it is better to scream. Silence es the real crime against humanity.
Nadezhda Mandelstam
En un mundo lleno de sobreestimulación y ruido, hoy en día el silencio parece ser un lujo.
El silencio es un concepto que, a pesar de su intangibilidad, desempeña un papel fundamental en la vida humana. Su valor radica no sólo en la ausencia de ruido, sino en la profundidad de los significados y beneficios que aporta a nivel personal y social.
La importancia del silencio se revela en distintas etapas de la vida, y aprender a valorarlo es un proceso que puede variar según las experiencias y el entorno cultural de cada persona. En esta nota, abordaremos algunos pormenores sobre el silencio y sus implicaciones.
El silencio ¿una imposición o un privilegio?
Desde la niñez, el silencio suele percibirse como una imposición, como una forma de disciplina, ya sea en nuestro hogar o en la escuela. Pero, a medida que crecemos, podemos empezar a valorar y descubrir su dimensión como espacio para la reflexión y la introspección.
Durante la adolescencia y la adultez, cuando la sobrecarga de estímulos y obligaciones se hacen más presente, el silencio se vuelve un recurso que nos permite mantener un cierto equilibrio emocional. Por ejemplo, en los ejercicios de meditación el silencio es fundamental para lograr una conexión más profunda con uno mismo. Así, el silencio pasa de ser simplemente la ausencia de ruido para transformarse en un espacio de encuentro con la propia conciencia.
Acallar el sonido
¿En alguna ocasión has pasado una hora en completo silencio? ¿Media hora? Seguramente no, pues parece que la fragilidad del silencio nos atemoriza en un mundo que nos ha acostumbrado al ensordecedor ruido de nuestra vida cotidiana. En un sentido metafórico, el ruido no sólo tiene presencia en lo que nuestros oídos son capaces de percibir, sino que se manifiesta en toda la información a la que están sometidos todos nuestros sentidos.
Al evitar el silencio, muchas personas evitan confrontar pensamientos y emociones que puedan resultar incómodos, lo cual detiene o retrasa el proceso emocional y el crecimiento personal. De esta forma, la incapacidad de convivir en silencio puede dificultar la toma de decisiones conscientes.
Pero disfrutar del silencio no siempre depende de la propia persona. Vivir constantemente en exposición a fuentes sonoras del entorno natural, laboral y social a niveles excesivos representa un peligro potencial para la salud.
En 2022, la Organización Mundial de la Salud informó que más de mil millones de personas de edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos, lo que puede acarrear consecuencias devastadoras para su salud física y mental, educación y perspectivas de empleo.
Legislaciones y normas sobre el ruido
Existen países y comunidades donde el silencio es tan valorado que incluso se han creado leyes para preservarlo. Por ejemplo, en Japón, el respeto por los espacios de silencio es un aspecto cultural profundamente arraigado. Desde 1968, se cuenta con una Ley de Control de Ruido que establece estándares y medidas para prevenir y controlar la contaminación acústica, conforme a las actividades matutinas y nocturnas, que buscan garantizar un ambiente tranquilo y saludable para la población.
En México, la regulación del ruido está contemplada en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente y sus normas oficiales mexicanas, como la NOM-081-SEMARNAT-1994, que establece los límites máximos permisibles de emisión de ruido de fuentes fijas (industrias, talleres y otros establecimientos comerciales). Esta legislación también regula los límites máximos de ruido: en horario diurno, el nivel máximo permitido es de 68 decibeles y en horario nocturno el nivel se reduce a 65 decibeles.
Considerando que el oído humano puede tolerar sonidos de hasta 70 decibeles sin que se dañe de forma temporal o permanente y que cualquier sonido por encima de ese nivel es peligroso, las normas en nuestro país aún son muy permisivas.
La importancia del silencio
En un mundo hiperconectado y sobrecargado de información, el silencio se ha vuelto más relevante que nunca. Proporciona un respiro ante la constante estimulación a la que estamos en exposición, ya sea a través de las redes sociales, la publicidad o la vida urbana. En tiempos de crisis globales y de cambios acelerados, el silencio puede ofrecer un espacio para la reflexión colectiva, que ayude a replantear las prioridades.
El silencio ha sido objeto de reflexión en diversas corrientes filosóficas y espirituales. En el budismo, el silencio es un camino hacia la iluminación y un medio para experimentar la naturaleza transitoria de los pensamientos y alcanzar un estado de paz profunda.
En la filosofía occidental, Martin Heidegger reflexionó sobre el silencio como un medio para escuchar el “ser”. Según él, el ruido constante de la vida moderna impide que las personas escuchen las preguntas fundamentales de la existencia y el silencio es necesario para recuperar esa conexión.
El silencio, entonces, no sólo es importante para la salud mental y el bienestar individual, sino también para la creación de espacios de diálogo y convivencia. Aprender a valorarlo es un proceso que implica reconocer su capacidad para brindar paz, claridad y conexión personal.
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