Origen del Día de Acción de Gracias. ¿Fraternidad o mercadotecnia?
Cada año, el cuarto jueves de noviembre, se celebra en Estados Unidos el Día de Acción de Gracias o Thanksgiving, un feriado de marcado carácter familiar y amistoso que gira en torno a la comida y es, sin duda, uno de los más importantes del calendario estadounidense.
Para muchas personas, es una oportunidad para agradecer y compartir con sus seres queridos, recordando los orígenes de esta celebración; para otras, es una fecha controvertida debido a esos mismos orígenes, ligados a la apropiación cultural y la marginación.
En esta nota, hablaremos sobre los orígenes del Thanksgiving, los debates que lo rodean y cómo ha traspasado las fronteras de su lugar de origen.
¿Cuál es el origen del Thanksgiving?
En noviembre de 1620, un grupo de separatistas religiosos que habían abandonado la Iglesia de Inglaterra en busca de practicar su fe, llegaron a América a bordo del barco Mayflower. Establecieron la colonia de Plymouth en lo que hoy es Massachussets. Su supervivencia en el nuevo territorio fue posible gracias a la cooperación con la tribu nativa Wampanoag, quienes les enseñaron técnicas de caza y cultivo a cambio de apoyo contra un clan rival.
La versión oficial del origen del Día de Acción de Gracias, según fuentes del gobierno de Estados Unidos, se remonta a noviembre de 1621, cuando los ahora colonos, llamados pilgrims o peregrinos, tuvieron un banquete para celebrar el éxito de la primera cosecha. A la ocasión invitaron a los nativos en correspondencia por su ayuda y juntos agradecieron los dones recibidos.
Este acto de fraternidad ha sido considerado la base del Thanksgiving moderno, convirtiéndose en una marca de identidad de Estados Unidos. Actualmente, se celebra con una cena donde destaca el pavo como plato principal, acompañado de puré de papa o camote, sopa de elote y pastel de calabaza.
La versión de los nativos
El pueblo Wampanoag, que habitaba el este de Norteamérica desde hace más de 10 000 años, considera el Día de Acción de Gracias una invención surgida de su alianza con los pilgrims. Esta alianza buscaba beneficios mutuos: los Wampanoag permitieron que los peregrinos se asentaran en sus tierras y los protegieron de sus enemigos, mientras que los ingleses ofrecían apoyo frente a otras amenazas.
En 1621, los colonos celebraron el éxito de la cosecha con un festín y disparaban armas de fuego, lo que alertó a los Wampanoag. Su líder, Ousamequin, llegó con 90 guerreros pensando que sus aliados estaban bajo ataque. Hubo tensión entre ambos, y aunque finalmente compartieron la comida, la presencia de los nativos fue más un acto de vigilancia que de amistad.
Con el tiempo, la llegada de más europeos deterioró las relaciones, provocando conflictos por la tierra y enfrentamientos que diezmaron a la población nativa. Es por ello por lo que hay quien sostiene que esta festividad simboliza el inicio de la pérdida de tierras y culturas de los pueblos originarios, lo que ha suscitado un debate sobre la conveniencia de su celebración.
Consolidación y permanencia
Durante mucho tiempo, nadie se preocupó por verificar los eventos ocurridos en 1621, y la principal fuente era una carta de Edward Winslow, un peregrino que envío su relato del encuentro a Inglaterra, describiéndolo como un acto de fraternidad. Los colonos continuaron celebrando el fin de la cosecha en noviembre, a lo que se sumaron dos victorias sangrientas sobre pueblos nativos, en lo que se suponía debía ser un tiempo de oración, ayuno y agradecimiento.
En 1789, el presidente George Washington proclamó el Día Nacional de Acción de Gracias, instando a los estadounidenses a reunirse el último jueves de noviembre para agradecer por el establecimiento de un gobierno que garantizaba su seguridad y bienestar.
Algunos miembros del Congreso se opusieron a la proclamación de este día considerando que era un asunto religioso y debía ser decidido por los gobernadores estatales. Aunque algunos presidentes promovieron jornadas de agradecimiento, como John Adams y James Madison, otros como Thomas Jefferson se resistieron. La festividad no se oficializó hasta 1863, en plena Guerra Civil, cuando Abraham Lincoln la estableció con el propósito de unir al país en un momento de conflicto.
Transformación de la historia
En Estados Unidos, a niñas y niños se les enseña sobre el Día de Acción de Gracias en la escuela a través de manualidades y dibujos, representando pavos, el Mayflower y los peregrinos. También suelen hacer tocados con plumas y ropa de pieles de nativos americanos, que no reflejan con precisión la vestimenta de los Wampanoag. Estas inexactitudes históricas se repiten cada año, lo que representa un desafío constante para los herederos de la tradición nativa en la lucha por la igualdad y la correcta representación de su historia.
Pese a ello, esta tradición ha traspasado fronteras, especialmente en países influenciados por la cultura estadounidense a través de películas y series. En México, por ejemplo, en zonas con una presencia significativa de estadounidenses o de turistas, se han comenzado a organizar celebraciones de Acción de Gracias, lo que ha llevado a que las tiendas ofrezcan adornos y comida relacionada a la festividad.
Ramona Peters, nativa Wampanoag, considera que un día de acción de gracias sincero es muy valioso. Explica que su comunidad celebra varias ceremonias de gratitud a lo largo del año, como el agradecimiento por el maíz, la llegada de especies de peces y ballenas, la primera nevada y su año nuevo en mayo. Señala que muchas culturas tienen tradiciones similares y que quienes reconocen un espíritu superior deberían expresar su gratitud de manera formal. De tal modo que esta festividad, tan profundamente arraigada en la sociedad estadounidense, expone una narrativa de gratitud y fraternidad, pero también representa una historia de conflicto y marginación de los pueblos nativos.
A pesar de las controversias, la fecha sigue replicándose y acoplándose a otros contextos mucho más enfocados en la mercadotecnia y comercialización, mientras la lucha por una representación histórica justa sigue siendo un desafío constante.
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