Esqueletos que muestran la evolución de las ballenas Esqueletos que muestran la evolución de las ballenas

La evolución de las ballenas, los mamíferos terrestres que migraron al mar 

27 septiembre, 2024
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Si la vida fuera sencilla, la evolución sería un proceso lineal, de la especie A a la especie B, pero no es así. La evolución es un proceso ramificado, complejo, del que todavía falta mucho por aprender. Hay algunos casos interesantes que podemos usar para entender los tortuosos caminos de la evolución, como el de las ballenas. 

Si tenemos la oportunidad de viajar al mar y nos acompaña la suerte de ver ballenas o algún otro tipo de cetáceo, salta a la vista (sino es que el mismo animal lo hace encima de uno) que son animales totalmente adaptados a la vida acuática. De hecho, durante mucho tiempo se pensó que eran peces muy grandes. La ciencia vendría a enredar más las cosas cuando, estudiándolos de cerca, se descubrió que en realidad no sólo no eran peces grandes, sino mamíferos, mamíferos acuáticos. 

Lamina de peces
Hasta el siglo XVIII, las ballenas, pese a que evidentemente respiraban aire en la superficie, se les consideraba peces. El mismo Carlos Linneo, padre de la taxonomía moderna, señaló: “todos los animales de este grupo nos recuerdan más a los cuadrúpedos por sus características internas. Sin embargo, los clasificamos como peces por sus hábitos, su ambiente y porque nadan”.

“Pakicetus”, la ballena de Pakistán 

La historia de cómo algunos mamíferos tomaron rumbo al mar es muy interesante. Para los anatomistas, era evidente que ballenas, cachalotes, delfines y animales parecidos debían tener un ancestro terrestre. No era una hipótesis alocada, los esqueletos y sus similitudes con los de animales terrestres hablaban por sí solos. Lo único que hacía falta era tener la evidencia física a la mano. 

En el año 1983, se encontró en Pakistán el esqueleto de Pakicetus attocki, un animal cuadrúpedo ungulado, de pezuña hendida. Nada fuera de lo normal hasta que los paleontólogos hicieron un descubrimiento increíble entre ese montón de huesos de 50 millones de años de antigüedad: fragmentos del aparato auditivo con una estructura muy parecida a la de las ballenas modernas. Dato extra: el ancestro terrestre de las ballenas era un animal de pezuña hendida. Sí, las vacas y las ballenas comparten un ancestro común. 

Fosil de un Pakicetus
Los paleontólogos reconocieron la importancia de Pakicetus al ver que su sistema auditivo era muy parecido al de las ballenas. ¿Esto qué significa? La bulla timpánica de las ballenas es un conjunto de domos que envuelven el oído medio. Pero la bulla timpánica de las ballenas tiene paredes más gruesas, lo que amplifica las vibraciones causadas por sonido y recibe el nombre de involucrum. Esa estructura ya estaba presente en Pakicetus.

Si bien el huesito era una evidencia bastante buena, los geólogos y paleontólogos no se iban a quedar con eso y reconstruyeron el ambiente en el que vivía Pakicetus attocki: las orillas de un mar poco profundo, bañado por el Sol y lleno de vida. Algunos análisis químicos demostraron que su dieta se basaba en peces así que, junto a la peculiar estructura del oído y su estilo de vida anfibio (pese a ser mayormente terrestre), Pakicetus, la ballena de Pakistán, sería reconocido como el ancestro más antiguo conocido de las ballenas. 

Brazo de una ballena
El esqueleto de las ballenas tiene muchas características que hablan de su pasado terrestre. Bajo la piel y el músculo de las aletas frontales hay huesos muy parecidos a los de las manos, pero las patas traseras son otra historia, se han atrofiado y reducido tanto que son prácticamente invisibles desde fuera.

La ballena que camina y nada 

¿Alguna vez les ha pasado que pierden alguna pieza de rompecabezas y ese espacio vacío los atormenta y no los deja dormir? La paleontología es eso, pero a gran escala. Cada misterio paleontológico es como tener un rompecabezas de quinientas piezas al que le faltan cuatrocientas.  

La relación entre los cetáceos modernos y una antigua vida terrestre había quedado establecida, todos estaban muy felices. Pero una década después, cerca de donde fue desenterrado Pakicetus, aparecería una nueva pieza importantísima de este rompecabezas. 

El Ambulocetus natans, “la ballena que camina y nada”, fue descubierto en 1993. Esta ballena primitiva marcaba una clara transición hacia la vida acuática con un cuerpo hidrodinámico y un cráneo cada vez más largo. Sus extremidades se fueron reduciendo y modificando para impulsarse mejor bajo el agua gracias a sus dedos palmeados. Todavía incursionaba en tierra de vez en cuando haciendo honor a su nombre, pero no había vuelta atrás: el llamado del mar era poderoso. 

Árbol de Darwin
A veces para explicar la evolución se ha recurrido a modelos simplificados para intentar explicar un proceso al que afectan variantes incontables. Darwin ya era consciente de la revolución científica que iba a provocar cuando hizo un boceto que recuerda perfectamente a un árbol.

Diente de lanza, dominando los océanos 

Estamos cerca de terminar este sucinto recorrido por etapas en la evolución de las ballenas. Hace 50 millones de años Pakicetus decidió que la vida en el mar era más tranquila. 

Los engranes de la evolución trabajaron sobre su descendencia y 10 millones de años después Dorudon atrox, “diente de lanza atroz”, moraba en las aguas del mar de Tethys, un océano prehistórico que precedió al actual océano Índico. Dorudon estaba adaptado específicamente a la vida acuática. Sus patas delanteras se habían modificado completamente en aletas y las traseras estaban tan atrofiadas que difícilmente cumplían alguna función. 

Dorudon atrox
En el Dorudon atrox, ya vemos cómo los nostrilos comienzan a ocupar su clásica posición por encima de la cabeza para formar el espiráculo, pero todavía a medio camino. Este proceso se da en respuesta a un estilo de vida que cada vez exige menos tiempo en superficie.

Las ballenas abrieron el camino. El mar se llena de mamíferos 

Los cetáceos no son los únicos mamíferos que se han adaptado a la vida marina, tenemos a los manatíes, nutrias, focas y leones marinos, cada uno siguiendo su ruta evolutiva particular y demostrando una variedad de mecanismos evolutivos en acción. 

La colonización de un nuevo ambiente puede darse por diversos motivos: exceso de competencia, cambios climáticos, fenómenos geológicos, astronómicos y un poco de suerte. En medio de todas esas fuerzas, los cetáceos se las arreglaron para sobrevivir y tomar el control de los océanos. 

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