Dron aéreo en pleno vuelo Dron aéreo en pleno vuelo

Los drones: de armas de guerra a herramientas para la sociedad 

Imagina un campo de batalla donde los soldados se enfrentan a drones armados del tamaño de una abeja, en verdad no es necesaria mucha imaginación para crear este escenario. 

Desde el inicio de la humanidad, la tecnología ha funcionado como una herramienta que nos ha permitido moldear el entorno a nuestras necesidades, superar nuestras limitaciones físicas y expandir nuestros horizontes. El instinto de supervivencia nos impulsó a crear lanzas, arcos y flechas de piedra, perfeccionando con el tiempo las técnicas de caza y posteriormente la práctica de la guerra. 

Numerosos inventos tienen su origen dentro del ámbito militar con el fin de hacer eficientes ciertos procesos, como sucedió con el origen de la cinta adhesiva, desarrollada para sellar cajas de municiones de manera rápida. También es el caso de los dispositivos no tripulados empleados para obtener información sobre las líneas de formación de ejércitos. 

Dron blanco

Pero ¿qué es un dron? 

A menudo, el término dron se utiliza de forma errónea para referirse únicamente a los vehículos aéreos no tripulados. El significado real del término abarca cualquier dispositivo que pueda controlarse de forma remota o autónoma mediante software y sistemas de posicionamiento global (GPS), como drones terrestres, submarinos y aéreos. 

El origen del dron 

El anhelo de conquistar el aire ha impulsado la imaginación y la innovación desde tiempos inmemoriales. Fue en el siglo XV cuando Leonardo Da Vinci dio un paso crucial hacia este sueño. Inspirado por el vuelo de las aves y los principios de física, plasmó en sus detallados bocetos las ideas de las máquinas voladoras que sentaron las bases para el desarrollo de los dispositivos aéreos. 

Prototipo de una máquina voladora de Da Vinci 
Prototipo de una máquina voladora de Da Vinci

Siglos después los hermanos Wright, Santos Dumont y Louis Blériot lograron finalmente conquistar el cielo con sus primeros aviones propulsados por motores. Desde entonces, la tecnología aeronáutica ha experimentado un desarrollo vertiginoso, impulsado por la innovación y el ingenio humano. 

El 2 de octubre de 1918, cerca del final del conflicto de la Primera Guerra Mundial, se pusieron en práctica las primeras pruebas del Kettering Bug, diseñado por el estadounidense Charles F. Kettering. Fue un avión no tripulado, capaz de alcanzar blancos terrestres a 120 kilómetros de distancia. 

Modelo del Kettering Bug | Museo Nacional de la Fuerza Aérea 
Modelo del Kettering Bug | Museo Nacional de la Fuerza Aérea 

El dispositivo contaba con cuatro ruedas y se lanzaba desde una pista de rieles metálicos similar a la pista usada por los hermanos Wright en sus vuelos, contaba con un motor V4 producido por Ford Motor Company, su fuselaje se construyó de madera laminada y papel maché. 

El dispositivo contaba con una carga de explosivos. El diseño permitía que al alcanzar su objetivo las alas se recogieran para provocar su caída, de esta manera el impacto en tierra hacia detonar la carga. El dispositivo se mantuvo en secreto hasta la Segunda Guerra Mundial. 

Fue durante la Guerra de Corea, cuando la Fuerza Aérea de los Estados Unidos utilizó drones de combate para el reconocimiento de territorio enemigo. Estos drones estaban equipados con cámaras para tomar fotografías. 

Posteriormente, en la Guerra de Vietnam, los drones no sólo funcionaron para reconocimiento, si no que estaban armados con bombas y misiles. Estos drones de nueva generación alcanzaban mayores distancias y alturas de vuelo. Su capacidad de atacar objetos terrestres de forma precisa y remota los convertía en herramientas de guerra más sofisticadas y controvertidas. 

Los drones armados y de vigilancia continuaron evolucionando y se convirtieron en elementos esenciales en conflictos posteriores como la Guerra del Golfo, la Guerra de Afganistán y la Guerra Civil Siria, con drones equipados con equipos de espectroscopía, es decir equipos que permiten observar la relación entre la radiación electromagnética y la materia, permitiendo identificar explosivos y minas, así como detectar personas. 

El uso de la espectroscopía en estos dispositivos plantea un interés sobre la privacidad de las personas en tierra ya que puede recopilar información personal y sensible. 

Kizilelma, dron utilizado durante la guerra de Ucrania por EU | Fuente: El Confidencial 
Kizilelma, dron utilizado durante la guerra de Ucrania por EU | Fuente: El Confidencial 

Drones para uso comercial 

En 2006, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos emitió los primeros permisos comerciales para el uso de drones, permitiendo el uso de esta tecnología para usos recreativos. A partir del año 2010, se produjo el crecimiento y diversificación de estos dispositivos con el lanzamiento del Phantom 2 de la empresa DJI, que es un dron accesible económicamente y con facilidad de uso. 

Por los riesgos que presenta para la seguridad pública y la privacidad, la mayoría de los países ha establecido regulaciones que obligan a los operadores a obtener permisos de vuelo para ciertos modelos, especialmente los de más de 250 gramos. 

En los últimos diez años, la tecnología de drones ha experimentado un avance significativo, con mejoras en alcance, precisión, autonomía e inteligencia artificial. Lejos de ser un instrumento de guerra se han convertido en herramientas versátiles con un sinfín de aplicaciones, desde la agricultura y la conservación del medio ambiente hasta la entrega de paquetes y atención médica. 

Los drones con sensores y cámaras pueden recopilar datos precisos y detallados eficientemente, son un recurso para obtener imágenes aéreas usando sensores capaces de identificar firmas multiespectrales para luego elaborar mapas que dejen al descubierto elementos clave para analizar infinidad de fenómenos físicos, biológicos, sociales y urbanos. 

¿Aliados o enemigos? 

El debate de si los drones representan un progreso o una amenaza para la humanidad depende de cómo se utilicen. Si se emplean de manera responsable y con respeto a los principios éticos y legales, pueden ser una herramienta valiosa para la investigación científica, la seguridad y justicia. Si se emplean sin medida y sin consideración de las consecuencias, podrían convertirse en una nueva amenaza para la paz y la seguridad mundial. 

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