¡Venga el sexo sin condón! Sexo seguro y sexo protegido
¿Qué dijiste? “¡Por fin leeré algo sensato que no sugiere usar el estorboso condón en el momento de la deliciosa compartición de los cuerpos!”. Veamos si se cumple tu expectativa.
El sexo sin condón se vale, cada quien es libre de elegir cómo quiere sentir placer, pero no podemos negar que cuando no se utiliza, toca asumir el riesgo de que esa experiencia no estará libre del riesgo de que suceda algo como un embarazo no planeado o una infección de transmisión sexual.
Lo que aquí te queremos compartir son ideas para bajar las probabilidades de que algo de ello ocurra y para que, de paso, ejercites lo que llaman responsabilidad afectiva, que no es otra cosa que saber que tus acciones causan emociones y tienen consecuencias en la persona con quien tienes relaciones sexuales, así sea sólo una vez.
Diferencias entre sexo seguro y sexo protegido
Para lograr claridad en que se vale no usar condón y pasarla muy bien, es necesario diferenciar sexo seguro de sexo protegido. ¡¿Quéeeee?! ¿No es lo mismo? No. Aunque a veces se usan como sinónimos, aprender sus particularidades te da la virtud de llevar versatilidad a tus encuentros eróticos.
Sexo seguro
Se refiere a todas las prácticas: caricias, masajes, besos y toda interacción entre los cuerpos, con ropa o desnudos, y puede incluir el uso de objetos para producir placer sexual, estén o no en la gama de juguetes sexuales.
La característica principal de este tipo de encuentro es que no debe haber intercambio de líquido preeyaculatorio o semen, fluidos vaginales o sangre menstrual. ¿Por qué? Porque el líquido preeyaculatorio tiene espermatozoides que de encontrarse con un óvulo maduro puede producir un embarazo y porque el que haya menstruación no significa que no ande otro óvulo maduro por las tubas ováricas y se encuentre con uno de los trecientos millones de espermatozoides que puede contener una eyaculación.
Y si hablamos de infecciones de transmisión sexual, el líquido preeyaculatorio, el semen, el flujo vaginal y la menstruación son fluidos que pueden ser vías de entrada de algún virus, bacteria u hongo a tu cuerpo y cause una de las tantas infecciones.
Sexo protegido
El encuentro sexual tiene como objetivo obtener el máximo placer de la penetración del pene en la vagina. Como en esta interacción inevitablemente hay intercambio de fluidos como líquido preeyaculatorio, semen, fluidos vaginales o sangre menstrual, es necesario usar tanto condón externo (masculino) o el interno (femenino), así como lubricantes a base de agua, para precisamente estar protegidos mediante esa barrera de látex o poliuretano y evitar un embarazo no deseado o una infección de transmisión sexual.
Ambas prácticas se pueden utilizar para ejercer el derecho al placer sexual que, por cierto, contribuye a la salud sexual, y ésta, a la salud integral de las personas.
Como señala la Declaración sobre el placer sexual, hecha por la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés): “Las experiencias de placer sexual humano son diversas y los derechos sexuales garantizan que el placer sea una experiencia positiva para todos los interesados y que no se obtenga al violar los derechos humanos y el bienestar de otras personas”.
Así de importante es definir qué tipo de sexo deseas para cada uno de tus encuentros eróticos y tener lo necesario para ejercerlo sin causarle problemas a quien amablemente se comparte contigo.
El sexo protegido puede ser muy placentero porque reduce la ansiedad de que nueve meses después te puedas ver criando a un nuevo ser o de que adquieras una infección. Protección al dos por uno que da esa tranquilidad ayuda a dar rienda suelta a las sensaciones que se generan en esos momentos. La disposición para permitirse sentir placer es absolutamente determinante para sentirlo. Si hay preocupación, el placer será menor.
La efectividad del condón externo, el más popular y accesible que el interno porque lo encuentras en cualquier farmacia a un costo moderado, según el tipo que elijas, o de forma gratuita en algunos servicios de salud, es de las más altas entre los métodos: de 98 % en cada relación sexual.
Para el ejercicio del sexo seguro, la creatividad no puede faltar y, sobre todo, la claridad de que un encuentro sexual no necesariamente debe incluir la penetración. Para desmontar esa tan arraigada creencia, te puedes hacer una que otra pregunta: ¿si no hay penetración no tuve sexo? ¿Qué disfruto más: el juego previo al encuentro sexual o el encuentro en sí mismo? ¿Uno vale más que otro? ¿Quién dice? Tú y nadie más que tú sabrá mejor qué te hace sentir bien.
Por Georgina Montalvo
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