“Hasta siempre, Firulais”. ¿Por qué nos duele tanto la muerte de un animal de compañía?
La simple idea de perder a nuestro lomito o a nuestro michi o a cualquier animalito de compañía nos llena los ojos de lágrimas. Todos hemos llorado sólo de imaginarlo, pero cuando sucede, el dolor es casi irreal. Si tienes mascota o has tenido, sabes del vacío que deja en tu vida ese ser adorable, ya sea peludo, escamoso o emplumado cuando muere, pero ¿por qué nos duele tanto la muerte de una mascota y cómo podemos superarlo?
¿Por qué nos duele tanto?
Lo primero que tienes que saber es que no estás exagerando, ni estás mal de la cabeza, se ha demostrado que la pérdida de tu perro, gato o cualquier mascota, puede generar un dolor tan profundo y duradero en las personas como la pérdida de un ser querido.
Esto se debe a varios factores psicológicos y emocionales como los que se presentan a continuación.
Se rompe un vínculo emocional
La relación y el tiempo compartido con tu mascota crean un vínculo emocional tan fuerte como el que generas con un amigo, pues las respuestas afectivas son genuinas y constantes. Tu perro, gato o loro te recibe al llegar a casa, se emociona al verte, te pide cariño y te lo da; juega contigo, reacciona a tus palabras y sentimientos; te acompaña y te hace sentir querido. Por lo tanto, cuando falta, no sólo pierdes a una mascota, pierdes una relación, pierdes un amor y un ser amado.
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Era tu apoyo emocional
Las mascotas llegan a ser confidentes y fuentes de consuelo en momentos difíciles. Cuando se pierde a un animal de compañía, se pierde este apoyo, lo que deja un vacío emocional significativo.
Según la psicóloga Alexandra Horowitz, profesora de psicología en el Barnard College (Universidad de Columbia) y experta en ciencia cognitiva, “una mascota a menudo se convierte en una presencia constante en la vida, proporcionando compañía, amor incondicional y apoyo emocional”, por lo que su partida puede sentirse como la pérdida de ese bastón que nos sostenía dejándonos emocionalmente cojos.
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Quiebre de rutina y pérdida de estructura
Te levantabas para darle de desayunar, te esperaba en la puerta, pedía salir a media tarde, los sábados sabía que era día de parque, etcétera. Las mascotas generan una rutina y le dan estructura a la vida diaria. Todos esos cuidados, como alimentarlos y sacarlos a pasear, crean una sensación de responsabilidad, pero también de propósito y esto nos da sentido, orden y dirección. Su pérdida altera esta rutina, lo que, además de desorientar, nos genera un sentimiento de inutilidad por un momento.
Nostalgia por “la pureza”
“Era lo único realmente bueno de mi vida”. Parece bobo, pero los animales a menudo se asocian con cualidades positivas como la inocencia, la lealtad, el amor o la pureza y su ausencia nos hace sentir que perdimos ese “pedacito de bondad en el mundo”. Esto puede evocar sentimientos de nostalgia y añoranza por estas cualidades que no encontramos fácilmente en otros lugares.
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Procesamiento del duelo
Su muerte desencadena un proceso de duelo igual al experimentado por la pérdida de un ser humano. La psicóloga Sandra Barker (1988) señala que “las mascotas se convierten en seres queridos muy cercanos, y la tristeza por su pérdida es muy similar a la tristeza que siente una persona por la pérdida de un amigo o familiar”.
Sentimiento de culpa
Cuando nuestra mascota muere, siempre hay un sentimiento de culpa, ya que los animalitos de compañía dependen totalmente de nosotros y de la atención que les pongamos, por lo que es normal que sintamos que no se hizo lo suficiente.
Los pensamientos intrusivos como “debí haberme fijado antes, haberlo revisado después, gastar más, tardar menos, etc.” se adueñan de nosotros y nos hacen sentir que su fallecimiento es nuestra culpa, lo que provoca que el dolor se incremente. Además, si tu compañerito animal murió por eutanasia, la culpa se duplica, porque siempre queda la duda de si se podía haber hecho más o si tardaste demasiado en tomar la decisión.
¿Y cómo podemos superarlo?
Ahora que sabes que no estás exagerando y que es normal esta tristeza que te acompaña como Firulais te acompañaba hasta al baño, veamos cómo podemos hacer este duelo más llevadero.
- Lo primero es aceptar como te sientes y no exigirte estar bien o al 100 de inmediato. Recuerda que el dolor es una respuesta humana y natural a la muerte y es un proceso que lleva tiempo, necesitas pasarlo y respetarlo. Llora, grita, háblalo con amigos las veces que tengas que hacerlo, no te sientas fuera de lugar por sentir tristeza, ni te presiones a dejar de sentirla, vive tu proceso y acéptalo.
- En relación con esto, no dejes que nadie te diga cómo debes sentirte; si alguien te llama dramático o exagerada es porque no siente lo que tú estás pasando y, por lo tanto, no lo entiende.
- Para hacer más llevadero el duelo, despídete. Ya sea que hayas podido pasar sus últimas horas con tu mascota o haya sido sorpresivo, intenta dedicarle unas palabras y agradécele lo que te dio, dile cuánto te ayudó o sólo recuerda anécdotas divertidas o emotivas que pasaron juntos. Puede parecer poco, pero expresar tu amor por ese ser, te hará sentir más unido a él y te consolará.
- Si te sirve, haz un ritual de despedida. Cuando una persona muere, hacemos rituales de paso para despedirnos y cerrar su ciclo de vida, así que, si te ayuda, puedes escribirle una carta o enterrar sus restos con su juguete favorito, o lo que a ti te haga sentir que te estás despidiendo.
- Otra cosa que puede ayudarte es crear un legado, un recuerdo físico de su vida; enmarcar una foto o ponerla de fondo de pantalla, guardar su plaquita o hasta hacerte un tatuaje pueden ser formas de “homenajearle” y mostrar la huella que dejó, y eso te hará sentir menos impotente frente a su ausencia.
- No corras a conseguir otra mascota, vive tu duelo, pues puedes depositar demasiadas expectativas en tu nuevo amiguito y resultaría contraproducente.
- Por último, si sientes que el duelo es demasiado pesado o que la tristeza te está consumiendo, pide ayuda.
No eres débil por extrañar a tu perro, gato, canario, tortuga, pez dorado o cualquier otro compañero, ¡eres humano!
Ahora que ya sabes todo esto, si todavía tienes a tu mascota, ve, abrázala y sé consiente de sus necesidades.
Por Andrea Morán
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