Pretty privilege: ¿por qué la belleza física se considera un privilegio?
No es un secreto que mucha gente consideramos que a las personas atractivas físicamente les va mejor en la vida. En constantes ocasiones, me he preguntado si ser guapa (o mucho más bonita) me habría facilitado el camino en diversos rubros: personal, laboral o profesional. Me cuestionaba también si esta percepción era sólo mía o si obedecía a una inquietud social. Hoy sé que se debe más a esto último y que el fenómeno tiene un nombre: pretty privilege o “el privilegio de la belleza”, el cual permea nuestra sociedad y que hoy abordaremos en esta nota.
Los ideales de belleza
La belleza siempre es un concepto que resulta escabroso de abordar. Cada cultura ha establecido los parámetros de lo que considera bello en cada uno de los ámbitos donde la belleza puede jugar un papel, no sólo en el mundo del arte, sino también en los seres humanos.
En el antiguo Egipto, las personas delgadas y con cuerpo armónico se consideraban las más bellas; los griegos valoraron por igual los rostros simétricos y el cuerpo atlético de los varones era más apreciado que los de las mujeres. En la remota China, la belleza tenía que ver con el tamaño, pues mientras más pequeña era la figura, más hermosa se consideraba.
Los cuerpos curvilíneos femeninos y los abdómenes prominentes tomaron protagonismo en la Europa del Renacimiento y en la Era Victoriana preponderó la apariencia blanquecina, como ya lo hemos abordado en otro artículo sobre el maquillaje.
Es así que, ciertos rasgos faciales, corporales y comunicativos se asocian, según cada cultura y momento histórico, a una mayor belleza. Lo cierto es que las personas guapas son aquellas que, por consenso social, son vistas como más deseables y atractivas físicamente, lo que continuamente los convierte en el centro de atención de miradas y comentarios de forma mucho más frecuente que otras personas consideradas “menos agraciadas”.
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Pretty provilege o el privilegio de ser guapo
Como decía al principio, esta idea de que las personas destacan y tienen mejor suerte no es una percepción aislada, sino que forma parte de un fenómeno que se ha descrito como pretty privilege, que se puede traducir como “los privilegios de la belleza” y hace referencia al éxito y las oportunidades a las que puede acceder una persona sólo por el mero hecho de coincidir con los estándares de belleza de la sociedad en la que vive.
El asunto no es intencional, sino que obedece a un efecto psicológico inherente a la humanidad: el efecto halo que es la tendencia a realizar deducciones desproporcionadas sobre las capacidades, aptitudes y habilidades de una persona basándonos en un único rasgo deseable, generalmente, el atractivo físico. Es decir, a partir de un atributo de una persona —en este caso, su belleza— lo extrapolamos a otros ámbitos y asociamos el atractivo físico con características imperceptibles de las que no tenemos información.
Por ello, las personas bonitas son percibidas como más inteligentes, sociables, divertidas, saludables y exitosas. Esto las coloca, de manera casi inmediata, en una posición de ventaja laboral o social, al tener mayores oportunidades, conexiones y opciones entre las cuales elegir.
Por ejemplo, el economista laboral Daniel Hamermesh anota que, en Estados Unidos, las personas atractivas ganan 237 mil dólares más durante toda su vida que personas igualmente capacitadas, pero menos atrayentes. De igual forma, es más probable que sean ascendidas en el trabajo, negocien mejores préstamos y obtengan más beneficios.
El favoritismo por las “caras bonitas” o pretty privilege tiene efectos en muchas áreas de la economía y el mercado laboral. Va más allá de la industria del cine y la televisión, las redes sociales y la publicidad. Como hemos dicho, si muestras mejor apariencia y vas acorde a las facciones eurocéntricas —cuerpo atlético, delgado, facciones simétricas, tez blanca—, mayores oportunidades tienes de encontrar pareja y formar parte de un exclusivo círculo social.
@bellezacreada
No todo es belleza, dentro de la belleza
Aunque pudiera parecer que la belleza per se es una gran ventaja en el mundo, la persona que sea poseedora de ella no siempre la pasa bien, pues ésta puede afectar el desarrollo de su personalidad y ocasionar confusiones acerca de su valía más allá de su físico.
En el caso de las mujeres, el pretty privilege se enmarca en un sistema patriarcal que define su valor a través de su corporalidad. La belleza femenina, asociada a características como una piel blanca, sin imperfecciones, estatura superior al promedio y delgadez, se vende como un producto, que a final de cuentas lo que termina haciendo es exponer el acoso y la hipersexualización.
Por otra parte, la creencia generalizada de que las personas bonitas no sufren, no son maltratadas, viven mejor, son siempre felices o hacen uso de su belleza para obtenerlo todo —y, por ende, son malas— son ejemplos de cómo la sociedad inflige sus propios problemas en la identidad de otra persona, con base en su belleza.
Aunque en los últimos años, cada vez más personas se pronuncian contra los cánones de belleza estandarizados y buscan destacar la personalidad antes que la belleza corporal, es un hecho que nos enfrentamos a una industria de consumo que propicia la búsqueda del ideal estético. La belleza es algo subjetivo y deberíamos entender que el ser atractivo por nuestras facciones no engloba nuestro valor en la sociedad.
Por Gabriela Sánchez Ibarra
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