La presencia del silencio

No calla quien calla, sino quien no calla.

Ivan Roche, “El arte de hablar”

El silencio es una herramienta cargada de acción. Cuando, en medio de una conversación, alguno de los participantes decide callar, comunica muchísimo más de lo que nos imaginamos: es reflexión, introspección y búsqueda. Quien no encuentra las palabras adecuadas o decide meditar más sobre un tema para, después, hablar sobre sus elucubraciones, primero guarda silencio.

Desde un punto de vista pragmático, el silencio es, sin dudas, un acto de habla.  Hace presencia por medio de las pausas y, enmarcado en el contexto de la conversación, éstas pueden significar múltiples cosas, como ceder la palabra o evidenciar que escuchamos con atención a quien emite el mensaje.

En nuestros mensajes sobre el Día de la Mujer, de manera simbólica, decidimos, el silencio y lo hicimos evidente al poner todas nuestras redes sociales en blanco, ser una página sin texto: dejamos de comunicar para poder comunicar más allá, ¿con qué intención? Con la de dejar un espacio para la denuncia: es momento de escuchar. Ante la cantidad enorme de información que circula en las redes, el silencio significa y se carga de acción, muchísimo más cuando un medio que tiene como objetivo la difusión de las palabras, decide callar.  

El silencio es presencia y no ausencia

Desde un punto de vista escrito, los signos más claros del silencio son la hoja en blanco y los espacios entre palabras, cuyo interpretante, siempre contextual, invita a algo más allá que el vacío. El pintor abstracto Wassily Kandinsky, decía al respecto: El blanco actúa sobre el alma como un gran y absoluto silencio. […] No es un silencio muerto sino, por el contrario, lleno de posibilidades. El blanco suena como un silencio que de pronto puede comprenderse[1].

Abogando a la teoría de Peirce y la terminología que propone en La ciencia de la semiótica[2], el objeto de nuestra campaña fue el silencio, nuestro signo el color blanco, aludiendo a las hojas sin texto, y nuestros interpretantes todos los siguientes:

No ejercer propiedad sobre lo que no nos pertenece.
Invitar a la reflexión y la introspección.
Hacer un acto de protesta ante la cantidad de información que circula (que bien podría llamarse ruido).
Ser un espacio para la conversación.

Es evidente entonces que el silencio es más que vacío, es presencia y no ausencia. El espacio temporal ocupado por éste ejerce una función activa desde la comunicación[3].

Buscamos que nuestro silencio fuera evidente: no colocamos nuestra marca porque el objetivo no es aprovechar un movimiento social sino dar espacio a una voz que no es la nuestra; los mensajes que compartimos les pertenecen a todos porque a todos nos compete.

Sólo dijimos las palabras necesarias; colocamos los links a las fuentes en las que basamos el contenido y no respondimos ningún comentario. No era una conversación, era un acto de denuncia.

Larousse es un diccionario, una marca, una editorial y un sustantivo masculino. Al callar no hicimos nada más que lo que cualquiera que no estuviera directamente involucrado debió hacer: guardar silencio, escuchar con atención y reflexionar… En fin, hacer evidente que no calla quien calla, sino quien no calla.

…El silencio es más significativo de lo que creemos.

Por todas y todos los que creamos Larousse.

[1] Kandinsky, W (1979) De lo espiritual en el arte.: México, Premia editora. p. 73. Recuperado el día 9 de marzo de 2020, desde: https://wiki.ead.pucv.cl/images/a/af/De-lo-espiritual-en-el-arte.pdf

[2] Peirce, Charles (n.a) La ciencia de la semiótica.: Ediciones Nueva Visión Buenos Aires. Recuperado el día 9 de marzo de 2020, desde: http://mastor.cl/blog/wp-content/uploads/2015/08/PEIRCE-CH.-S.-La-Ciencia-de-La-Semi%C3%B3tica.pdf

[3]  Marco Furrasola, A. (2000) Una aproximación a la semiótica del silencio. España: Universitat de Barcelona. Departament de Filologia Romànica. Recuperado el día 9 de marzo de 2020, desde: https://www.tdx.cat/handle/10803/403397#page=1