¿Por qué nos olvidamos de lo que hicimos cuando bebemos alcohol?
Seguramente conoces, sea por experiencia propia o porque te han contado, que después de una ingesta enorme de alcohol olvidamos cosas a la mañana siguiente (aparte de amanecer con una resaca horrible). Sin embargo, puede ser que no sepas a qué se debe este olvido o por qué el alcohol afecta nuestra memoria. Bueno, aquí te lo diremos para ayudarte a no olvidar.
Un repaso breve sobre el olvido
Recordemos un poco nuestro anterior artículo sobre el olvido, donde decíamos que —a diferencia de la amnesia— el olvido es sólo una pérdida de la ruta; que los engramas (caminos creados por enlaces neuronales) que seguía el camino del recuerdo fueron temporalmente interrumpidos por una distracción hacia otra nueva memoria.
¿El olvido por alcohol es un tipo de amnesia?
Si bien el consumo de alcohol sí daña nuestras neuronas y nos puede provocar una afección grave como el causado por el síndrome de Wernicke-Korsakoff (enfermedad por carencia de tiamina que provoca una amnesia severa), la realidad es que para que esto pase, la persona tendría que padecer un alcoholismo crónico de décadas de inicio, y quizás no sería suficiente para causar un daño permanente.
Entonces, es difícil tener una amnesia permanente causada por el alcohol y, en realidad, para fines de este artículo queremos hacer hincapié en lo que Sigmund Freud decía que representaban los olvidos, y asociarlo en particular con los olvidos relacionados con el alcohol.
¿Por qué bebemos para olvidar?
Beber para olvidar es una costumbre clásica, e incluso muchas personas beben intencionalmente para olvidarse de esos amores no correspondidos. Y sí, por aquí van las causas del olvido por alcohol.
De entrada, Freud decía que toda adicción es en sí una regresión oral, es decir, una vuelta a la época en que sentíamos todo el afecto materno por la vía de la lactancia. Y, en este sentido, la oralidad es todo aquello que nos brinde un placer que podemos “tomar” del ambiente: alcohol, drogas y actividades de exceso serían formas de saciar carencias afectivas.
Luego entonces, la gente busca beber para olvidarse de su pareja cuando en realidad no desea alejarse de ella, ya que no tolera la carencia de afecto. Y es aquí que ocurre lo que todo mundo sabe: que el alcohol libera el inconsciente.
El alcohol libera el inconsciente
La creencia de que “bebemos para olvidar” es en realidad un “falso propósito”, como decía Freud, porque nuestro deseo es estar con esa persona a la que extrañamos. Se libera lo que se conoce como ello, que es nuestra parte más instintiva o animal y que busca satisfacerse.
Y en oposición al ello, están el yo y el superyó, que son las partes más alineadas a lo que la sociedad dicta o a nuestros principios morales. Entonces, por ejemplo, si nuestro Ello dice: “Ve y baila en el tubo”, nuestro Superyó le responde: “No lo hagas, piensa en qué dirían tu madre o tu padre”. Pero frente a la desinhibición del alcohol, el superyó no puede hacer nada, así que lo que guardaba el ello termina por salir.
La “cruda moral”
Sin embargo, el superyó no se quedará con las manos cruzadas, y evitará que nuestro ideal del yo se vea afectado, así que la mañana siguiente hará que olvidemos —como mecanismo de defensa— todo eso que en realidad sí pasó.
Hay gente que reacciona de manera distinta a este olvido: unos recuerdan flashazos y resienten la “cruda moral”, otros niegan por completo que haya pasado lo que les dicen que hicieron… Y esto es debido al trabajo del superyó, que echa bajo el tapete del inconsciente todo lo que hizo nuestro ello. ¿Te suena familiar?
Por Charo Otero
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