¿Qué es el edadismo? “Ya siéntese, señora”
Si has usado la palabra viejito, anciano o abuelo como insulto, aunque sea de broma, o si sentiste que querías morir cuando el chico de la cafetería te dijo señora, estás inmerso en el edadismo y tal vez no lo sabes.
Pareciera que a los seres humanos nos gusta categorizar a las personas maniqueamente: en bonitos y feos; en altos y chaparros; en flacos y gordos; y en viejos y jóvenes, y, por supuesto, le damos una carga positiva a un lado y una negativa al otro, a pesar de que sean cualidades tan subjetivas y parciales.
@gerontologadima Cuando recién te gradúas de #gerontologia y atiendes casos de la vida real y… #edadismo #viejismo #adultosmayores #vejez #prejuiciossociales
Sin embargo, siguiendo esta rara costumbre de separar, existen tres clasificaciones comunes alrededor del mundo: por raza, por género y por edad. Esto no tendría ningún problema si no fuera porque calificamos a unas de mejores y superiores sobre las que decidimos peores, lo que genera el racismo, el sexismo y el edadismo.
¿Qué es el edadismo?
Técnicamente, es una forma de discriminación que pone a lo viejo como una cualidad negativa (y podemos verlo con las frases que ocupamos con la generación de nuestros padres y la de nuestras sobrinas con nosotras) frente a lo joven.
Ese rechazo a lo viejo ha existido desde siempre, pues la idea de que lo que no es actual es obsoleto y ridículo no sólo aplica para moda, ropa y tecnología, sino que se ha relacionado con las personas que parecen no entender el mundo actual.
@soytreintoker Responder a @pilaraguiluz significado “no puso pared” para treintaymás 👵🏼
Podría parecer una exageración creer que como sociedad estamos tan enajenados que rechazamos algo tan natural como el paso del tiempo; sin embargo, si analizamos la forma en la que nos relacionamos con la realidad, encontraremos que, en efecto, tenemos pavor a hacernos viejos, a tener arrugas, a las canas, a pasar de los tes a los tas y a que nuestro cuerpo se vea de los años que ha vivido. Parece una tontería, pero ser joven es una cualidad como si no se tratara de algo pasajero para todo ser vivo.
El edadismo y el comercio de la juventud
No sólo le tememos a envejecer, fomentamos ese temor para vender, aceptar e identificarnos como los más aptos. Desde cremas, masajes, procedimientos quirúrgicos y cuanta cosa se nos ha ocurrido inventar para que los estragos del tiempo sean lo menos notorios posibles hasta filtros que nos hacen parecer más jóvenes en lo virtual de lo que en la realidad somos.
Por ejemplo, el trend en TikTok con el filtro mirada adolescente, que te borra toda arruga y textura de la piel para que te veas de 17 años o como, aparentemente, deberías verte por siempre. Las reacciones a las imágenes son éstas: “¿Por qué no me veo así?”, “¡Extraño a esa persona!”, “Debería seguir así”, entre otras, ya que hemos idealizado tanto la juventud que demonizamos el proceso de perderla.
@moriceparis Cómo pasa el tiempo…#trend #jovenyviejo #filtro #moriceparis
Esto podría quedarse en esas inocentes implicaciones que presionan a las personas a renegar de su cuerpo por el proceso natural de crecer y les orilla a buscar como evitar lo inevitable. Pero va más allá, pues esta discriminación por senectud promueve estereotipos que hacen que se rechace a los viejitos en varios aspectos. Para Butler, dicha discriminación consta de tres implicaciones:
- Personales. Actitudes negativas hacia las personas mayores, como la creencia de que son dependientes, intransigentes, necios, de difícil trato, etcétera.
- Sociales. Las personas mayores representan una carga para la sociedad; lo que se manifiesta en prácticas discriminatorias, como por ejemplo tomar decisiones por ellos, no ser escuchados y ser infantilizados.
- Institucionales. Políticas y prácticas que contribuyen a perpetuar estos estereotipos, como restringirles el acceso a ciertos tratamientos médicos, con la premisa de que no vale la pena tratarles por la avanzada edad del paciente y que podría beneficiar más a una persona joven que lo aprovecharía mejor.
La falta de trabajo, la poca participación social, la desatención médica, escasez de oportunidades, dependencia económica de familiares, maltrato y violencia en el hogar o en casa de retiro u hospitales son sólo algunas de las consecuencias que tiene vivir aferrados a que la vejez es un mal del que debemos huir como si no nos fuera a alcanzar.
¿Cómo combatir el edadismo?
Con una población que crece velozmente en adultos mayores y se pronostica a incrementar, el compromiso político y social es encontrar más y mejores formas de inclusión.
Es necesario que las instituciones otorguen a las personas de la tercera edad un lugar central en sus políticas de protección y seguridad, así como el respeto a sus garantías individuales.
De manera individual, debemos empezar a aceptar que ni tendremos 18 por siempre ni nos vamos a ver como si los tuviéramos, y está bien, es normal y es sano envejecer.
@andres_villalpando Me da mucho miedo envejecer. #generacionz #millennials #pandotime #andresvillalpando
Dejar de opinar de los demás con comentarios como “Pero ¿qué le pasó a Fulana?” o “¡Qué mal envejeció Sutano!”, porque este tipo de actitudes sólo fomentan el estereotipo y estigmatización por edad. Evitar a toda costa descalificar a personas por sus años con frases como “No le hagas caso, ya está viejito” o “Es que ya no puedes” y otras actitudes discriminatorias para dejar de fomentar la segregación social de las personas mayores.
Así como no deberíamos y levantamos la voz por aquellos que son segregados por religión, raza, sexo u orientación sexual, tenemos una deuda con aquellos cuyo error es sólo el paso del tiempo.
Todos vamos hacía la vejez, por eso debemos levantarnos contra el edadismo, así que nada de “ya siéntese, señora”.
Por Andrea Morán
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