“¡Pero sí lavo los trastes!” y otras frases que no son deconstrucción
Con la intención de alejarse de cualquier brote de actitud machista y mostrarse seductoramente aliados de la causa feminista, en varias casas se repite esta escena: al final de la comida el hombre de la casa, con voz de superhéroe, dice: “¡Yo lavo los trastes!”, al mismo tiempo que hace a un lado su silla y se levanta de la mesa.
@miguelendeconstruccion
Y algo más: al otro día, cuentan a sus amigas que ellos sí ayudan en casa. Sienten —y algunos presumen— que con eso ya son hombres nuevos. ¿Será que así ya son hombres deconstruidos? La verdad es que no. Deconstruirse es un término que en los últimos años va y viene como demanda de algunas mujeres feministas: para tirar el patriarcado y acabar con el machismo se necesitan hombres deconstruidos.
¿Entonces, cómo me deconstruyo? Se pueden preguntar hombres con la verdadera intención de ser distintos al estereotipo modelo, cuyas características han dañado tanto a mujeres como a ellos mismos.
La deconstrucción y las masculinidades
“Deconstruir es desmontar un reloj para revelar la forma en las partes fueron formadas, permitiendo analizar mecanismos de funcionamiento, herencias pasadas, piezas ocultas.”, explica Lionel S. Delgado.
Eso significa que la tarea para los hombres que quieren deconstruirse implica revisar cada parte con la que han construido su masculinidad, consciente o inconscientemente. Pues es un hecho que desde que nacen, sus familias, su contexto y los espacios donde socializan los han moldeado poco a poco.
@edgarkyera
“Nos hacen creer que sólo hay una forma de ser hombre, creando una visión de túnel para que no puedas salir de ella”, expresó José, un hombre entrevistado para la investigación Deconstruyendo machos, construyendo personas.
La deconstrucción: una tarea sin final, pero sí con un fin
Deconstruirse no es sencillo y no es algo que tenga final, pues la forma más popular de ser hombre está tan enraizada que salir de ahí requiere trabajo permanente. Habrá piezas de sí mismo más difíciles de desmontar que otras para al mismo tiempo construirse como un hombre nuevo.
De hecho, la revisión no tiene que ser toda en un tiempo. La vida misma puede que te plantee la urgencia, por ejemplo, de observar cómo te estás relacionando con tu pareja o de revisar si estás o no participando en las labores de casa y, si hay hijos o hijas, si te estás involucrando en su crianza.
Tampoco tienes que hacerlo sólo; de hecho, hay que dudar si un hombre dice: “Yo solito me puse a leer y logré deconstruirme”, porque para lograrlo se requiere de conversar con otros hombres, identificarse, reflejarse y juntos reflexionar sobre qué de la masculinidad en la que los han formado les gustaría conservar y qué es necesario abandonar.
¿Estás listo para continuar con tu deconstrucción?
La buena noticia es que cada vez hay más grupos donde los hombres interesados pueden integrarse a este trabajo. No importa la edad que tengas, puedes integrarte y empezar esa ardua labor, que va más allá de lavar los trastes.
Por Georgina Montalvo
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