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De TikTok al reality show: la sociedad del espectáculo y la simulación 

3 diciembre, 2024
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Nos encontramos en la sociedad del espectáculo, donde nuestra comunicación es sólo aparente, debido a que el espectáculo genera una simulación que se ha vuelto nuestra realidad. 

Esta situación se ha acrecentado, en gran parte por la tecnología digital e internet, la telefonía móvil y las redes sociales, que paradójicamente no siempre facilitan la intelección de la realidad, ni mucho menos la vinculación empática con una verdad que se desprenda de ella. ¿Por qué?, por la acelerada circulación de la información, el choque de infinitas interpretaciones y las manipulaciones consientes de las informaciones. 

En la presente nota, trataremos de entender la actual sociedad de consumo mediada y controlada desde el espectáculo y la simulación. 

La sociedad del espectáculo (Guy Debord, 1967) 

La vida se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos. Si el espectáculo es “una relación social entre personas mediatizada por imágenes”, entonces, lo que se podría vivir directamente se aleja en una representación. 

El espectáculo tiene tres niveles o grados: 

  1. Apariencias técnico-ideológicas: los medios masivos, internet, smartphones.
  2. Realidad general del espectáculo: se refiere al trasfondo económico en el que circula, el modo de producción que facilita, es decir, el capitalista.
  3. Realidad histórica: la enajenación más profunda es ser separado de la historia, del tiempo histórico.

Debord estaba de acuerdo con Gramsci en que, si la hegemonía del sistema es cultural, había que hacer frente con las ideas y también con la experiencia vivida, con acontecimientos o situaciones de vida. 

Meme de puntualidad
Las redes sociales y los medios alteran nuestra percepción de la realidad.

Cultura y simulacro (Jean Baudrillard, 1978) 

No vivimos la realidad directamente, sino a través de sus representaciones, suplantando lo real por signos de lo real. Para Baudrillard, no hay nada detrás de la cortina, nada detrás de la simulación. El simulacro no es lo que oculta la verdad, sino que es “la verdad que oculta que no hay verdad”. El simulacro es lo verdadero. 

La realidad está saturada de representaciones hasta el punto de que hemos perdido contacto con el mundo real que precede las representaciones. La representación es un simulacro, que precede y determina lo real. Ya no hay acceso a una realidad que pueda servir para desmentir los engaños o ilusiones. Vivimos un simulacro de realidad, una realidad virtual creada por los medios de comunicación. 

El simulacro nos invade y toda nuestra realidad queda absorbida por el espectáculo que la convierte en negocio, es decir, cualquier hecho, realidad, lucha o verdad tiende a degradarse, ya sea en espectáculo o en consumo. Surge entonces la hiperrealidad en la que ya no sólo se desean los productos, sino también y principalmente lo que se desea son las representaciones de esos productos. Ya no sólo vamos de vacaciones a descansar, sino principalmente a documentar todo lo que podamos para publicarlo en nuestros perfiles de redes sociales. El éxito de la hiperrealidad vuelta simulacro es gracias a la alienación de quien se dedica a la contemplación del espectáculo y a la obtención de estatus. 

La cuestión “¿vivimos en una simulación?” se ha planteado desde diversas disciplinas. 
La cuestión “¿vivimos en una simulación?” se ha planteado desde diversas disciplinas.

El mundo digital 

En este nuevo escenario, vemos que efectivamente se publican iniciativas originales, pero, más que para intentar resolver una problemática, están pensadas para ser viralizadas y comentadas. Una ola de trivialidad distrae de las cuestiones que la sociedad debe resolver. 

Muchas personas están trabajando para lograr soluciones integrales y justas, pero en su mayoría quedan opacadas por el show mediático y la histeria de las redes sociales. 

El espectáculo y la sociedad del simulacro no son la Matrix, no es un mundo irreal que nos engaña y que nos lleva a pensar que es real. La sociedad en que vivimos no es ilusoria, sino que es la arquitectura de la realidad misma. 

Todo forma parte de la misma estructura y toda persona trabaja para ella. Ya no nos definimos por lo que somos o lo que hacemos, sino por lo que tenemos y aparentamos ser. Somos la simulación de lo que deseamos aparentar, ya que es lo único visible, pero, a todo esto, ¿es posible que se genere un nuevo despertar? 

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