Los monstruos Godzilla y Frankenstein cara a cara Los monstruos Godzilla y Frankenstein cara a cara

¿Qué tienen en común Frankenstein y Godzilla? Monstruos, ciencia y cultura popular

El monstruo en la cultura popular tiene muchas formas, puede ser un vampiro, un hombre lobo, un muerto viviente, un simio gigante, un dinosaurio… otra persona. Y los creadores de monstruos siempre parten de algo ya existente a modo de inspiración. Puede ser algo que hayan leído, les hayan contado o algo que hayan descubierto en algún viaje. Muchas veces, hay un trasfondo científico, incluso éste puede llegar a ser parte de la trama, pero suele ser obviado en beneficio de la historia. 

Trasladar un elemento desestabilizador a una sociedad desprevenida para ver cómo ésta se destroza y sus elementos luchan para recuperar el statu quo, suele ser tema principal en la ficción de monstruos. Y recuperar ese orden natural generalmente significa destruir al monstruo, devolverlo a su lugar de origen o, en el mejor de los casos, dejarlo en paz.

El monstruo sobrenatural y sus muy naturales orígenes 

Al monstruo sobrenatural lo reconocemos como una criatura con características fuera de la realidad, pero que, como todo lo que veremos aquí, tiene bases naturales. Y, por extraño que pueda parecer, el vampiro es una de estas criaturas. 

Durante años, hemos trivializado a los monstruos clásicos, pero en algún momento el pánico vampírico era algo muy real. No es que los vampiros, como criaturas chupasangre, realmente existieran, sino que la gente desconocía las características de enfermedades como la tuberculosis. 

En Nueva Inglaterra, Estados Unidos, del siglo XIX, se tenía la creencia de que una persona muerta por este mal —llamado consumption por la apariencia pálida y desgastada de los que la padecían— volvía del más allá para llevarse a su familia a la tumba. No se sospechaba de la naturaleza bacteriana y contagiosa de la enfermedad, y si un miembro de la familia la contraía y moría, lo más probable es que los demás le siguieran. 

Bram Stoker fusionaría, en su novela Drácula, estas supersticiones vampíricas del Nuevo Continente con las del Viejo para construir la imagen del vampiro como la conocemos. 

Los monstruos de la naturaleza 

A veces el monstruo simplemente es una criatura con la que ya vivimos, pero que entra en un ambiente que no le es propio. O, al contrario, puede pasar que un animal ve de repente invadido su territorio. Los tiburones, en los libros y en el cine, son de los monstruos naturales más representados, pero no los únicos. También encontramos cocodrilos, leones, lobos, entre muchos otros. Básicamente, animales ocupándose de sus asuntos hasta que su hábitat es perturbado por un nuevo tipo de presa. 

Ahora, un monstruo natural de tamaño regular puede no impresionar demasiado. Una mantis religiosa de 10 centímetros intentando destruir una ciudad japonesa causa poco miedo, por eso, durante años hemos visto en los medios una invasión de criaturas normales con proporciones nada normales. Arañas o mantis religiosas gigantes que personifican kaijus y cuyos orígenes son variados. A veces son extraterrestres; en otras ocasiones, son mutaciones provocadas por actividad humana. 

Si bien las proporciones son descabelladas, algo de cierto hay, y es que hace 300 millones de años, en el periodo Carbonífero y el Pérmico, vivieron invertebrados de pesadilla como libélulas de medio metro —la Meganeuropsis permiana— o escorpiones acuáticos de dos metros de largo —el Jaekelopterus                rhenaniae—. Un filón de monstruos que no se ha explotado. 

Monstruos artificiales: la humanidad, creadora de su propia destrucción 

En algún momento, tenía que suceder, y los humanos debían crear sus propios monstruos. Mary Shelley lo sabía y con un cadáver reconstruido fundaría la ciencia ficción y traería a la vida —literalmente— a uno de los monstruos más conocidos: el monstruo de Frankenstein. 

Shelley estaba muy interesada en el galvanismo, una teoría propuesta por Luigi Galvani en 1791, que proponía la existencia de una fuerza vital llamada electricidad animal y que fuentes externas de electricidad podían reactivarla aún después de la muerte. Tras un proceso químico-eléctrico, nunca demasiado especificado, Mary Shelley trajo a la palestra uno de los horrores artificiales más famosos y complejos de la historia. 

En este escenario de los monstruos artificiales, mora el más famoso de ellos: Godzilla. Fue creado en los años 50 por Tomoyuki Tanaka. Tras muchas etapas de diseño, Tomoyuki se decidiría por una mezcla de Iguanodon, Tyrannosaurus y Stegosaurus. Los poderes atómicos de Godzilla surgen más del campo de lo metafórico, representando el miedo establecido en la cultura japonesa tras el final de la Segunda Guerra Mundial. 

Ahondar en las raíces de los monstruos que vemos en el cine o en la literatura no sólo nos permite reflexionar sobre los miedos y problemas específicos de la sociedad, sino que también es un viaje a la historia de la ciencia y la humanidad. Nos abre los ojos ante las transformaciones que ha sufrido la percepción de los artistas, del público en general y hasta de los científicos sobre la vida en nuestro planeta. 

Por Amílcar Amaya

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