¿Qué sentimos o dejamos de sentir en la depresión?
La depresión, de acuerdo con el DSM-V o Guía de consulta de los criterios diagnósticos de la American Psychiatric Association, se caracteriza por reunir cinco o más de los siguientes síntomas por seis meses consecutivos:
- Estado de ánimo decaído (con poca o nula motivación).
- Pérdida de interés y placer, con ello sobreviene un posible aumento o pérdida de peso de más del 10% del peso de una persona.
- Insomnio o hipersomnia (dormir de más o de menos de 7 a 8 horas).
- Agitación o retraso psicomotor (moverse mucho o poco).
- Fatiga (falta de energía).
- Sentimiento de inutilidad o culpabilidad (pensar que no hay nada que hacer o sentir y que los problemas ocurren por causa propia).
- Disminución de la capacidad de concentración y tener pensamientos recurrentes de muerte o suicidas.
¡Acude a un especialista!
Los síntomas de depresión son claros y precisos; sin embargo, no debemos padecer seis meses con ellos para acudir a un profesional, he ahí la diferencia entre ir al psicólogo o al psiquiatra. Cuando nos dejamos llevar por un estado depresivo podemos alterar el funcionamiento de nuestras principales glándulas cerebrales –como el hipotálamo–, dejando de segregar serotonina.
Ejemplo de ello es que aunque la depresión puede empezar con llanto por algún suceso triste, se va agravando hasta que ya no puedes ni siquiera llorar, reír o hacer cualquier otra cosa que antes te causaba placer o alivio. ¿El resultado? Un “aplanamiento afectivo”, síntoma de una depresión severa. ¡No te emocionaría sacarte la lotería, ni que se muera tu perro o incluso un ser querido y pierdes absoluto interés por la comida, ni siquiera el sexo!
Guillermina Cruz, de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, señala una diferencia clave entre la tristeza y la depresión:
La tristeza, del latín tristia, es la cualidad de estar triste, lo que significa estar afligido o apesadumbrado; mientras que la depresión, del latín depressio, en términos psicológicos, se trata de un síndrome caracterizado por una tristeza profunda pero que, además, incluye inhibición de funciones psíquicas, a veces con trastornos neurovegetativos, siendo entonces cuando se requiere un tratamiento farmacológico (Cruz Pérez , 2012).
Dicho lo anterior, la depresión tiene como antesala a la tristeza que, si se profundiza, puede llegar a manifestar síntomas que es probable que hayan podido prevenirse con un tratamiento psicológico temprano, e incluso con una alimentación y autocuidado oportunos. De hecho, sí existe una dieta antidepresiva que ayuda a mantener tu sistema nervioso lejos de la inflamación que pudiere ocasionar la depresión, acá te la dejamos.
En resumen: no confundamos la tristeza con la depresión
La depresión es una enfermedad que afecta a tu sistema neuroendocrino, similar a la diabetes y, como tal, debe ser tratada por un médico. Así pues, muchas enfermedades mentales se pueden evitar si se mantienen los niveles de serotonina estables, de lo contrario se puede experimentar una pérdida de células del hipocampo (la parte de tu cerebro asociada con la memoria); y, si permites que la depresión se convierta en un padecimiento crónico, puede generar Alzheimer o demencia senil a largo plazo.
Si crees que comienzas a generar un cuadro depresivo o incluso si acabas de vivir un suceso muy triste –como la muerte de un ser querido, pérdida de la salud, del trabajo o algún suceso extraordinario que impacte tu estabilidad emocional– no dudes en acudir a un profesional de la salud, de inicio un psicólogo y, si los síntomas persisten a pesar de la terapia, quizás sea necesaria la intervención de un psiquiatra o médico que te recete. Recuerda: ¡Pedir ayuda está bien, necesitas apoyo y autocuidado! Que nadie te culpe por sentirte así.
Por: Charo Otero
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