Fronteras Fronteras

¿Para qué fueron creadas las fronteras?

–¡Mamá! ¡Mi hermano está poniendo su mano en mi lado del asiento. 

–No es cierto, estoy en la rayita y no estoy pasando el límite.  

Si alguno tiene hijos o hermanos, seguro ha escuchado este diálogo alguna vez y hasta recuerda con nostalgia el momento en el que se dividieron ese asiento con un “de aquí pa’cá yo y de acá pa’llá, tú”. 

Parece que desde la infancia aparece la necesidad humana de delimitar y demarcar su espacio para establecer su pertenencia, de decir: “De esta raya para acá es mío, ¡todo es mío! ¡Todo es todo mío! Hasta este pedazo de nada es mío”. Pero, ¿qué pasa cuando esta delimitación trasciende más allá de la parte de atrás del auto y llega a dividir al mundo? Hablemos de las fronteras, las ventajas y desventajas de trazar rayas para repartirlas.  

 

La división de los territorios 

Empecemos por entender el concepto de territorio y su necesidad (pero eso sí, hay que aclarar que no es una clase de Geografía). Nos acomodamos en un espacio para establecernos como comunidad, protegernos, reproducirnos y heredar conocimiento a los que vengan. Así, el territorio es un elemento primordial para nuestra organización espacial y social, como la política, económica y cultural.   

El profesor Graham Smith de la Universidad de Cambridge afirmó que la territorialidad es fundamental para la integración y para definir relaciones sociales. Dicho más fácil, el territorio se refiere a una porción del espacio terrestre reclamada u ocupada por una persona, un grupo o institución, como la mitad de la habitación que compartes con tu hermano. Sin embargo, dentro de ese territorio se forma un vínculo entre sujeto, comunidad y lugar que permite la identificación y la pertenencia, lo que explica fácilmente que escuches: “México lindo y…” y termines la frase con un sonoro: ¡QUEEEEEEERIDOOOO!

Esta frontera con muro conocido como “Muro de la vergüenza” en México.

Para poder meter los ideales, valores, reglas, principios, idioma, tradiciones, economía y futuro de esa comunidad en su cajita territorial, hay que ponerle límites, bordes y fronteras. El límite es la raya, ya sea natural o imaginaria, que divide el territorio; el borde es hasta dónde llega y la frontera es el área que colinda. La frontera es mucho más que la separación, pues aquellos que viven en zona fronteriza saben perfectamente que todo eso que se guardó en la caja territorial se vuela la barda y se salta las trancas para llevar desde cultura hasta personas al otro lado, como un color que se va difuminando hacía el centro, por eso de un lado se parkea y en el otro se come “chili coun caerni”, por ejemplo.   

 

¿Tienen funciones las fronteras? 

Según algunos sociólogos y geógrafos, como el suizo Claude Raffestin (1986), las fronteras tienen cuatro funciones básicas: separar y diferenciar, pero también afirmar y relacionar con el fin de evitar conflictos. Queda claro que la frontera separa territorios y los distingue, afirmando la pertenecia; pero también alude a la relación inseparable que hay entre un lado y otro, un “les tocó estar juntos, convivan”, como a esos dos hermanos en el automóvil a los que les tocó ir atrás y ni modo, arreglénse, porque no hay de otra. Dejando los límites y las condiciones claras, deberían evitarse los problemas, ¿no? 

Esto suena muy sencillo dicho en papel (o digital): dividir para repartir y relaciones para pacificar. Pero la realidad no es tan simple y con saber algo de Historia de tercero de primaria es más que suficiente.    

 

Migrantes cruzando la frontera.

 

 

Estragos de las fronteras

Las fronteras que han sido creadas para la paz y la sana convivencia provocan guerras, invasiones, injusticia, sometimiento y la violación de los límites, pues no es lo mismo la frontera entre un par de pequeños países ricos de Occidente divididos por unos coquetos adoquines, que aquella entre un par de enormes países americanos con economías contrapuestas divididos por un muro y francotiradores; o la frontera entre un país pequeño y una enorme potencia bélica que lo considera parte de su territorio (y que conste que no dijimos nombres, ustedes están especulando).   

El sueño de paz se desdibuja entre esas líneas divisorias que también sirven para trazar ideales de prósperos futuros y una vida mejor al cruzarlas, porque hay a quiénes les toca estar del lado incómodo, como cuando te tocaba en el lugar donde daba el sol todo el camino en el asiento del auto durante la repartición “de aquí pa’cá yo y de acá pa’llá, tú”.   

 

Por: Andrea Morán Rosales 

 

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