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La responsabilidad afectiva: un sándwich que todos necesitamos

Un sándwich se compone de tres ingredientes principales: pan, relleno, pan; algo muy parecido sucede con la responsabilidad afectiva, que contiene tres ingredientes: responsabilidad afectiva, autogestión emocional y asertividad. A continuación, te contaremos más de estos ingredientes para tener relaciones sanas. 

¿Qué es responsabilidad afectiva? 

La responsabilidad afectiva nace desde la empatía. Es reconocer que nuestras emociones, palabras y acciones tienen repercusiones en otras personas. Las repercusiones pueden ser buenas o malas.  

La práctica de la responsabilidad afectiva surge debido a la necesidad de cuidar del otro, lo que no quiere decir que te debas hacer cargo de las emociones, palabras o acciones del otro, sino hacerte consciente de tu comportamiento para procurar a los demás con quienes te relacionas.  

@therobertawoodworth

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Como se mencionaba surge desde la empatía y es que ponerse en el lugar del otro promueve una convivencia mucho más prudente, respetuosa e íntima.  

Autogestión emocional  

“La gestión emocional es el conjunto de procesos psicológicos que nos permiten identificar y modular nuestras emociones”. Es necesario reconocernos como seres que sienten, la gestión emocional no implica no sentir, sino no dejarse llevar. Como se dice cotidianamente: no ser tan visceral.  

@rafa.arias.psicologia

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Nos ayuda a evitar peleas innecesarias, a ser más sensibles de lo que siente las personas a nuestro alrededor, además nos ayuda a mantenernos centrados y expresar lo que sentimos asertivamente; identificar lo que sentimos es primordial para relacionarnos en cualquier ámbito.  

Asertividad  

La asertividad consiste en “la habilidad de expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás”. Como habrás notado, también implica un alto grado de empatía, ya que para ejercer la asertividad se requiere contemplar las emociones de aquellos a quienes nos dirijamos.  

Si bien es complejo llegar a ser asertivo, ten en cuenta que es algo que se practica en el día a día, un tip para ser asertivo es practicar en nuestra mente lo que diremos para demandar nuestros deseos. Sólo, ojo, cuida que no se convierta en una obsesión pensar en tu discurso.  

Un poco de historia… 

El término responsabilidad afectiva surge en la tercera ola del feminismo, de la mano de la exploración de las relaciones fuera de la monogamia que hasta ahora permea.  

Es durante la década de los ochenta que las autoras Deborah Anapol, Dossie Easton y Janet Hardy acuñan el término responsabilidad afectiva, mientras desarrollaban la idea de la “no monogamia ética”.  

Si las relaciones monogámicas exigen un alto grado de responsabilidad, ética y compromiso, las relaciones no monogámicas lo exigen aún más, es por esto que al replantearse las relaciones sexoafectivas fue necesario cuestionarse también el trato con los otros y sus consecuencias.  

El objetivo de la responsabilidad afectiva es aportar herramientas para tener relaciones sanas y en igualdad de condiciones. Éste ha sido uno de los planteamientos más relevantes para las mujeres en relaciones heterosexuales.   

¿Cuándo hay que aplicarla? 

En cualquier relación personal, así sea laboral, familiar, amistosa o sexoafectiva. Ya que en todas las relaciones personales nos involucramos a nivel emocional con los demás, por ello, debemos ser responsables de lo que decimos y hacemos.  

Para ser responsable afectivamente, necesitas reflexionar lo que quieres comunicar y darte el tiempo para pensar lo que sientes y cómo lo quieres decir para no afectar negativamente a tus vínculos.  

No siempre es posible que lo que decimos no afecte negativamente a los demás, pero sí está en tus manos hacerte cargo de las consecuencias.  

Te compartimos algunos ejemplos de lo que sí es y no es responsabilidad afectiva 

Ejemplos de responsabilidad afectiva  

  • Reconocer y ser responsable de tus sentimientos, por ejemplo: los celos.  
  • Expresar con claridad tus deseos o intenciones, por ejemplo: cuando empiezas a salir con alguien.  
  • Ser empático con tu vínculo afectivo y validar sus emociones, por ejemplo: si tu vínculo está enojado hacerle sentir validado por lo que siente y hacerte cargo de la parte que te corresponde.  
  • Marcar tus límites clara y asertivamente. Recuerda que tus límites no deben depender de los demás, sino lo que tú aceptas y lo que no.  
  • Establece acuerdos con tus vínculos afectivos, por ejemplo: convivir todos los sábados.  

Ejemplos de lo que no es responsabilidad afectiva 

  • Que alguien no te corresponda en sentimientos.  
  • Terminar una relación.  
  • Incumplir los acuerdos que ya estaban establecidos.  
  • Hacerle creer a alguien que quieres una relación, cuando no la quieres.  
  • No expresar lo que sientes.  
  • Expresar lo que sientes o piensas sin tacto.  
  • No validar las emociones o no dejar que las expresen.  

Con esto no queremos decir que tengas que ser perfecto, la práctica hace al maestro, y poco a poco irás siendo mejor expresando lo que sientes de la mejor forma posible y recuerda el primer paso para expresar lo que sientes es conocerte a ti mismo e identificar cada una de tus emociones.  

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