Justicia climática: la lucha por un futuro más igualitario
El cambio climático es uno de los problemas más grandes a los que nos enfrentamos en la actualidad. Fenómenos como olas de calor, sequías e inundaciones son cada vez más frecuentes, y tienen consecuencias desastrosas para la humanidad. Sin embargo, no todas las personas ni todos los países contribuyen de la misma manera a él, ni sufren las mismas consecuencias. A partir de este reconocimiento, surge el concepto de justicia climática.
En este artículo, explicamos qué es la justicia climática y por qué es necesario e importante reconocer su existencia.
¿Qué es la justicia climática?
Es un concepto que reconoce que, aunque el cambio climático es un problema global, no afecta a todos por igual, ni todos son igualmente responsables de él. Los países más pobres y las comunidades más vulnerables, que son quienes menos contribuyen al cambio climático, son los más afectados por las consecuencias de éste. Mientras que los países y sectores más beneficiados son los que más responsabilidad tienen, quienes menos sufren el impacto y, además, cuentan con más recursos para enfrentarlo.
Este concepto contempla una interseccionalidad entre justicia social y medioambiente, involucrando una postura ética, política y social ante los problemas medioambientales. Además, busca contribuir a una solución integral a la actual crisis climática, en la cual las personas de menores ingresos y los países del sur global sean tomados en cuenta.
¿Dónde observamos la necesidad de justicia climática?
En primer lugar, en la disparidad entre países del norte y sur global. Por ejemplo, históricamente, Estados Unidos ha generado más de una cuarta parte de las emisiones de carbono a escala mundial; mientras que Pakistán, un país cuya contribución al cambio climático ha sido mínima, ha sufrido gran parte de las consecuencias, volviéndose muy vulnerable a los desastres naturales.
Durante 2020, Pakistán sufrió alteraciones en su clima aumentando la intensidad de lluvias, y generando graves inundaciones a lo largo del país, que ocasionaron muertes, enfermedades y destrucción de hogares, cultivos, negocios, calles y vías de transporte.
También la necesidad de justicia climática puede contemplarse en la desigualdad en el nivel de ingresos. Al respecto, un estudio de Oxfam revela que el 1 % más rico de la población mundial genera más del doble de emisiones de carbono que el 50 % más pobre del mundo.
El documental Invisible Demons menciona que, en India, más del 40 % de los niños tienen daños irreparables en el sistema respiratorio debido a la contaminación. Asimismo, ante las frecuentes olas de calor de más de 40 °C en el país, las personas más pobres no tienen medios para enfriar sus hogares; mientras la población más rica cuenta con equipos de aire acondicionado, que contribuyen aún más al calentamiento global por la contaminación que generan.
Las comunidades indígenas también se han visto afectadas. Éste es el caso de Brasil, donde las sequías, incendios y deforestación han afectado a las tribus que habitan en el Amazonas generado desplazamientos y migraciones forzadas. La naturaleza, además de ser un medio de subsistencia para ellos, representa un elemento sustancial en la preservación de sus tradiciones y cultura.
Por si fuera poco, este concepto es una cuestión de género. Las mujeres son más vulnerables ante los efectos del cambio climático que los hombres. Principalmente, las que viven en comunidades rurales, que se enfrentan a la falta de acceso al agua y alimentos porque dedican más tiempo a recorrer largas travesías para conseguirlos, exponiéndose a situaciones de inseguridad. De igual manera, las mujeres son más propensas a ser víctimas de violencia después de desastres naturales.
¿Por qué importa?
El reconocimiento de la justicia climática es fundamental porque, a partir de él, pueden construirse acciones más equitativas para combatir el cambio climático. El reconocer que las responsabilidades no están igualmente distribuidas entre países y comunidades es el primer paso para exigir soluciones al respecto. Por ejemplo, la demanda de recursos financieros a países más ricos para reducir emisiones de carbono, financiar acciones de adaptación al cambio climático y el pago de las pérdidas y daños que ya se han generado en los países más vulnerables.
Ante la crisis climática actual, es fundamental reconocer que la justicia climática es esencial para un futuro menos desigual y más resiliente. También es una cuestión de derechos humanos, de equidad entre países, personas y generaciones. Sólo a través de este concepto podemos aspirar a un planeta más sustentable e igualitario.
Por Mariana Navarro
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