La historia de dos sobrevivientes: Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero en la invasión española
En 1511, un barco español naufragó en la península de Yucatán. Luego de distintas peripecias, sólo dos sobrevivieron: Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero. Sus caminos divergieron: Aguilar se unió a Hernán Cortés como intérprete en la conquista de México, mientras que Guerrero se integró a la sociedad maya, se casó con una mujer noble y luchó contra los españoles hasta su muerte. Conoce las historias de estos dos personajes.
¿El encuentro de dos mundos?
Se dice que los mexicas, al ver hombres blancos y barbados los creyeron dioses; era el regreso prometido de Quetzalcóatl. Pero otros relatos menos ingenuos nos muestran que muchas personas de aquella época conocían sobre las intenciones de los conquistadores y nunca se confiaron de ellos.
Uno de los protagonistas de nuestra historia es Aroca (que significa guerrero en maya) y la llegada de los españoles a la península yucateca no lo tomó por sorpresa. Es más, se había preparado para su llegada. Aroca les advirtió de no confiarse de los ibéricos, él conocía sobre sus estrategias e intenciones de invadir el nuevo mundo. ¿Pero por qué estaba tan seguro de lo que los españoles pretendían?
Embarcarse hacia el Nuevo Mundo
Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero fueron dos personajes con historias muy parecidas, pero sus desenlaces fueron muy diferentes. Nacieron al sur de España, en Écija y Niebla, respectivamente, y tenían alrededor de 20 años. Y así como muchos otros, decidieron embarcarse hacia el nuevo continente con la promesa de tener riquezas y prestigio pese a los peligros que esto implicara.
En 1509, partieron rumbo al Caribe bajo el mando de uno de los conquistadores españoles, Alonso de Ojeda. Sabemos que Gonzalo era marinero y que Jerónimo era sacerdote, por lo que su motivación para embarcarse a tierras lejanas se centraba en seguir sirviendo a Dios, contribuyendo con él y la Corona Española.
Desde la llegada de Colón a las Antillas en 1492, hasta el arribo de Cortés a Veracruz en 1519, se realizaron muchas expediciones a nombre de la Corona española. Los ibéricos exploraron rutas hacia lo que ahora conocemos como Costa Rica, Colombia y Venezuela (incluyendo otras islas del mar Caribe).
El intercambio comercial consistía en el sometimiento de los naturales para el despojo de los bienes que consideraban valiosos. Y, como era de esperarse, muchas disputas surgían de manera interna debido a las luchas de poder. En este contexto, se encontraban Jerónimo y Gonzalo.
El naufragio que los llevó con los mayas
Ya en América, el 15 de marzo de 1511, una pequeña embarcación zarpó del Norte de Sudamérica a lo que hoy es República Dominicana. La carabela estaba al mando de Valdivia, uno de los hombres de confianza de Ojeda. El objetivo era ir por comida para la población y arreglar los pleitos que los conquistadores tenían entre sí.
La tripulación de alrededor 20 personas, donde se encontraban Jerónimo y Gonzalo, fue arrastrada por las corrientes marinas hacia la isla de Jamaica, lo que les impidió llegar a su destino. El poco conocimiento que se tenía hasta entonces sobre las corrientes marinas los llevó a la isla de Jamaica y luego a Quintana Roo.
Habían pasado más de 14 días en altamar y 8 de sus compañeros ya habían perdido la vida. Al desembarcar, los nativos los capturaron. El cacique del pueblo decidió sacrificarlos. Al mejorar sus condiciones físicas, 5 personas (incluyendo a Valdivia) fueron ofrenda para los dioses mayas. Al darse cuenta de su destino, el resto de los náufragos, entre los que se encontraban 2 mujeres, huyeron.
Aparentemente su suerte no cambió mucho. De nueva cuenta fueron capturados, pero por otro cacique, de nombre Aquineuz. Con ideas distintas, Aquineuz decidió que formarían parte de su servidumbre y de su ejército. Se sabe que las mujeres murieron de tanto trabajar, un hombre enloqueció por un golpe en la cabeza y dos varones habrían muerto por enfermedad o por estar al frente de batalla.
Así, los sobrevivientes de aquel naufragio fueron Gonzalo y Jerónimo. Con el paso del tiempo, los españoles se ganaron su confianza. El primero se volvió consejero y el segundo uno de los guerreros más sobresalientes, a quién se dio el sobrenombre de Aroca, siendo conocido como Gonzalo Aroca a partir de ese momento. En señal de alianza, Guerrero fue casado con una mujer noble del señorío de Chactemal con quien tuvo tres hijos.
Dos caminos distintos. La llegada de Cortés
Las expediciones españolas a la península Yucateca llegaron desde 1517. La expedición de Cortés, en 1519, fue la más grande (cerca de 500 hombres le acompañaban). Para este momento, Cortés había escuchado rumores de dos españoles en la zona y mandó a buscarlos.
El momento que Jerónimo de Aguilar había esperado por 8 años había llegado. Al comentarlo con el nuevo cacique, Taxamar, le otorgó su libertad. En sus crónicas, Jerónimo cuenta que fue a buscar a Gonzalo para que juntos se reunieran con Cortés. Aroca se negó. Sus ropas y lenguaje habían cambiado; se había tatuado, escarificado y expandido las orejas como insignias de valentía. Pero, sobre todo, había cambiado sus costumbres y creencias. Éste sería el último encuentro entre Gonzalo y Jerónimo.
Jerónimo se unió con Cortés y le fue de gran ayuda. Gracias a su conocimiento en maya se volvió, junto con Marina, en uno de sus principales intérpretes. Luego de la conquista de Tenochtitlán, Aguilar fue encomendero de diferentes ciudades y más adelante tuvo profundos conflictos con Hernán Cortés. Y aunque poco se sabe en estos años de él, se tienen noticias de que se casó con una mujer noble de Tlaxcala y que murió en 1531.
Gonzalo Aroca, por su parte, luchó en la península de Yucatán para repeler con éxito los ataques de los españoles. Sin embargo, en la actual Honduras, los mayas estaban siendo derrotados por los conquistadores. Gonzalo organizó una expedición hacia el sur para dar apoyo a los mayas de esta región. En 1536, Aroca murió en una batalla frente a Pedro de Alvarado, uno de los más grandes conquistadores de América.
Las crónicas del naufragio las conocemos gracias al mismo Jerónimo de Aguilar, o al menos, conocemos su versión. Muchos detalles de la vida de estos marinos nunca los podremos saber, así como se habrán perdido muchas otras historias que nos muestran un panorama más complejo de lo que fue la invasión española en este continente.
Estos grandes sobrevivientes llegaron a jugar papeles clave en la invasión española. Tal vez sólo nos queda preguntarnos qué habrá hecho que los rumbos de estos personajes fueran tan diferentes al final.
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