Éste es el diagnóstico de la ginecología y sus prácticas en México
En un país como México, es importante recordar que las prácticas ginecológicas no están exentas de dolor, de humillación ni de un dominio masculino por sobre la parte femenina, es decir, cuando un ginecólogo varón es el que atiende a una paciente.
Ante un panorama así, ¿cómo es posible vivir una ginecología sin dolor y equilibrada? ¿Cómo pueden cambiar estas prácticas ginecológicas para bien de todas? Es lo que te contaremos en esta nota.
La ginecología: una disciplina creada por hombres
Como mayormente la historia se ha escrito por hombres, no se destaca el rol ancestral de las mujeres en la sanación de sus cuerpos, ya sea como compañeras o parteras.
En consecuencia, han sido hombres los que han desarrollado instrumentos incómodos para atender a las mujeres. Además, partes del cuerpo de la mujer llevan su apellido. Ése es el caso de Gabriel Falopio, médico renacentista, cuyo trabajo describió y nombró las tubas uterinas que comunican los ovarios con el útero.
Instrumentos como el espéculo o la cama ginecológica siguen siendo utilizados por médicos faltos de sensibilidad, que propagan el miedo y la renuencia de las mujeres a las visitas ginecológicas.
La ginecología en México
En México, fue durante el siglo XX que se inauguraron los primeros hospitales enfocados en la salud de la mujer contribuyendo a mejorar su atención obstétrica y ginecológica. Sin embargo, las herramientas, procedimientos e instrumentos fueron y siguen siendo arcaicos en comparación con los avances tecnológicos mundiales que podrían disminuir el dolor.
Por ejemplo, existen las mastografías que no aplastan los senos entre dos placas para tomar una radiografía. Pero hay un gran inconveniente relacionado con su acceso, que es de mil pesos, en un centro de atención privada, posibilidad a la que una mujer asalariada no puede acceder tan fácilmente.
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Actualmente, el Estado mexicano promueve que la mujer se autoexplore, con lo que se busca que las mujeres asistan a una revisión ginecológica que ayude a detectar a tiempo enfermedades como el cáncer cervicouterino o de ovario, cánceres ginecológicos en los que México ocupa el tercer lugar mundial en ocurrencia.
¡Las consultas ginecológicas no deben doler!
Con el lema de “el fin justifica los medios”, parece que la falta de humanidad puede justificar el dolor, los malos tratos y el desdén que miles de mujeres enfrentan en centros públicos de salud; sin embargo, las mujeres tienen el poder de curarse a sí mismas partiendo de conocerse y redescubrirse.
La revisión de cérvix y matriz no tiene por qué ser un procedimiento en donde la mujer soporte el peso de sus piernas en una cama metálica, pocas veces cubierta por una delgada sábana que no evita que el frío suba por la piel desnuda.
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Los instrumentos que se usan en el sector público como espéculos vaginales metálicos deben ser cambiados por materiales menos rígidos, fríos e incómodos para ser introducidos en la mujer; de este modo, más mujeres podrían acceder a revisiones ginecológicas sin dolor.
La ginecología y la autoexploración
El autoconocimiento es la principal práctica de autogestión de la salud de la mujer. Sólo mediante el autoconocimiento se pueden exigir nuevas respuestas a la comunidad científica, respuestas integrales que incorporen la experiencia consciente de las mujeres sin que esto sea un tema tabú.
Al conocer su útero, mamas, hormonas y ciclo menstrual, las mujeres pueden tener mayor voz ante el discurso médico oficial, pasando de un proceso de revisiones rutinarias dolorosas y bruscas, a uno cercano que traspase la zona prohibida para tener una mayor conexión, amor y respeto por ellas mismas.
Por Gabriela Sánchez Figueroa
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