¿Cuál es la verdadera potencia del cuerpo en Crímenes del futuro de David Cronenberg?
¿Cuál es la verdadera potencia del cuerpo en Crímenes del futuro de David Cronenberg?

¿Cuál es la verdadera potencia del cuerpo en Crímenes del futuro de David Cronenberg?

En una escena de Crímenes del futuro (2022) aparece la frase: El cuerpo es la realidad. Con ella podría sintetezarse la filmografía de Cronenberg o, al menos, su principal tema y preocupación: ¿qué es lo que puede un cuerpo? La frase aparece en una escena en que se realiza un performance donde el arte, la tecnología, el sexo y un extraño desarrollo del cuerpo toman lugar. Nada nuevo para Cronenberg. Sin embargo, no deja de tener un tratamiento original desde su versión del body-horror. 

Cronenberg y el body-horror 

A grandes rasgos, el body-horror u horror corporal es un subgénero que explora las mutilaciones y transformaciones del cuerpo desde diferentes ángulos: lo sexual, lo psicológico, lo violento, la enfermedad, etc. Estas transformaciones se han representado para causarnos terror o para perturbarnos sin más. Cronenberg lo ha hecho con Videodrome (1983), El almuerzo desnudo (1991) y La mosca (1986), pero van más allá de sólo provocarnos asco o rechazo: han mostrado lo que es capaz de hacer un cuerpo en sus límites. Y el caso de Crímenes del futuro no es diferente. 

Cronenberg y los Crímenes del futuro: ¿la normalización de nuevos cuerpos? 

La premisa de este nuevo filme del octagenario Cronenberg (cuyo título remite a su película de juventud de 1970) se enfoca en el trabajo artístico de Saul Tenser (Viggo Mostensen), quien se extirpa nuevos y extraños órganos de su cuerpo mediante la labor de Caprice (Léa Seydoux), compañera que se encarga de la manipulación de una máquina de autopsias conocida como Sark. 

 

Crímenes del futuro
De izquierda a derecha: Caprice, Saul Tenser y Timlin. Fuente imagen: Rolling Stone.   

Esta extirpación, en un mundo en el que los seres humanos casi no sienten dolor físico, se convierte en una estetización de la anormalidad al mismo tiempo que una provocación para buscar nuevas maneras de sentir placer. El arte, de esta forma, reestablece el funcionamiento normativo del cuerpo al glorificarlo. 

Cronenberg y la tecnología orgánica 

A la par que han ocurrido estas transformaciones (“evolución” es la palabra tabú en la película) se crearon máquinas que ayudaran a mantener la forma típicamente humana del cuerpo para su óptimo funcionamiento: una silla que promueve la ingesta de alimentos, una cama que mapea los movimientos internos (aun los psicológicos) y se mueve conforme a ellos para garantizar un mejor sueño.  

La máquina en Cronenberg nunca ha sido un elemento contrario a la potencia corporal, al contrario, siempre ha estado conectada orgánicamente a ella para su beneficio. Y, más aún, reafirma la realidad del cuerpo. Videodrome y eXistenZ (1999) son grandes ejemplos de ello, y se alejan por completo de sus representaciones dualistas (separación cuerpo/mente), como lo es Matrix (1999). Pero en el caso de Crímenes del futuro estas máquinas parecen quedar cada vez más obsoletas para lo que en verdad interesa a los personajes: el nuevo sexo. 

Cronenberg y el nuevo sexo 

Ya en Crash (1996), Cronenberg exploró la relación entre la excitación con los cuerpos marcados y la máquina: los personajes estaban fascinados por las cicatrices y lesiones producto de choques o accidentes automovilísticos, ellos podían admirar un cuerpo no hegemónico o que no siguiera los cánones de belleza. Y en Crímenes del futuro esta “monstruosidad corporal” pasa a convertirse en la regla. 

Por supuesto que existen entidades estatales que intentan detener dichas “perversiones”, como la Agencia de Nuevos Vicios, pero ya están ahí, latentes en sujetos que se laceran con navajas y, por supuesto, en la cirugía/performance de Saul Tenser, la cual recuerda a las autopsias públicas que se practicaban en Francia en los siglos XVII y XVIII como parte del entretenimiento de la época. 

Si bien puede sonar repulsivo, las escenas en que Sark es utilizada para revelar la “belleza interior” de este nuevo estadio del cuerpo son aquellas cargadas de pulsiones sexuales que provocan excitación, incluso, en tímidos personajes como Timlin (Kristen Stewart), una burócrata que forma dupla con Wippet (Don McKellar) en el departamento del Registro Nacional de Órganos.  

Cronenberg y el devenir del cuerpo y la humanidad 

Todas estas transformaciones del cuerpo no son gratuitas. En el mundo de Crímenes del futuro la humanidad parece adaptarse a las condiciones que creó mediante el abuso de los recursos naturales. Por eso la imagen de nuevos seres que puedan digerir plástico causa revuelo y miedo para el Estado: un cuerpo anárquico implica nuevas formas de controlarlo, sea desde el arte o desde su estatuto de ilegalidad.  

Como podemos ver, Cronenberg plantea estas problemáticas sin intentar darles una resolución definitiva. Es posible que no la haya porque dichos cambios no están completos, siguen en conflicto y siguen ocurriendo. La cuestión, entonces, quedaría abierta a la pregunta: ¿qué haremos con este cuerpo?  

Por Alonzo Caudillo 

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