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Contra el turismo gentrificador: guía para ser un viajero responsable

Estamos en 2023 y después del bajón que nos viene tras las primeras semanas del año, empezamos a retomar los propósitos que hicimos para iniciarlo. Seguramente, entre esas metas te has propuesto viajar. Así que, en este momento, lo que deseamos es conocer otras ciudades, pueblos mágicos, países y sitios donde adquirir nuevas experiencias. 

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Sin embargo, algo que ha ocurrido en este corto periodo en el que hemos retomado los viajes turísticos es un fenómeno conocido como turistificación, o gentrificación turística. ¿Sabes a lo que se refiere este término y sus implicaciones? Vamos a descubrirlo. 

Hablemos de gentrificación 

El concepto gentrificación tiene sus orígenes en los años 60 del siglo XX, y fue acuñado por la investigadora Ruth Glass para describir los procesos de sustitución social en dos barrios obreros de Londres. El fenómeno hacía referencia a que grupos sociales de clase media y alta comenzaron a vivir en dichos barrios, desplazando a los residentes de clase más baja que ya no podían costear sus viviendas, orillándolos a migrar a zonas menos valoradas. A los recién llegados se les denominó gentry y al proceso de desplazamiento gentrification. 

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La gentrificación es un tema muy controvertido, pues desde sus inicios ha sido considerado como algo negativo que excluye a los menos favorecidos; sin embargo, hay quien sostiene que, desde el punto de vista económico, la gentrificación genera riqueza y beneficia al espacio. Habría que preguntarse ¿a quién beneficia esta riqueza y para quiénes son estos espacios? 

Su relación con el turismo 

Es un hecho que el turismo es uno de los motores de desarrollo más importante a escala global, pues conlleva un efecto positivo en el desarrollo de la economía, la sociedad y otras industrias ligadas a este sector. Pero también es cierto que se ha revelado el efecto gentrificador que ejerce el turismo y que se intensifica conforme avanza el tiempo. 

El término turistificación define al impacto que tiene sobre una comunidad local que la oferta, las instalaciones y los servicios del espacio se dirijan a cubrir las necesidades del turista en lugar de las necesidades de la población fija. 

Ejemplo de ello es lo que ha sucedido en destinos turísticos como Venecia y Barcelona. Al igual que la gentrificación, los vecinos se ven obligados a desocupar el sitio donde habían formado comunidad debido al alza de precio en sus viviendas. 

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Otra situación que es notoria es la pérdida de la identidad, debido a la masificación de los espacios públicos. Éstos, donde originalmente se establecían comercios, restaurantes y servicios de consumo tradicionales, con un sello local, hoy día son ocupados por cadenas internacionales que buscan satisfacer la demanda del turismo. 

Entonces, ¿debemos dejar de turistear? 

Es un hecho que las actividades turísticas alrededor del mundo no se van a detener, incluso no deben detenerse. Pero ante un panorama tan amenazante para ciertos lugares que hasta el día de hoy no tenían infraestructura lista para acoger un gran número de visitantes, debemos pensar qué tipo de turistas queremos ser y si estamos contribuyendo con nuestros actos a la turistificación. 

Éstas son sólo algunas sugerencias para aminorar nuestro impacto como turistas gentrificadores: 

  1. Considerar si nuestro destino de viaje responde a nuestras necesidades vacacionales o si sólo nos estamos dejando llevar por un impulso que nos obliga a visitar un sitio de moda. 
  2. Investigar qué tipos de alojamiento existen en nuestro destino y si éstos cumplen con los requisitos y licencias para ejercer como tal. Aunque existan opciones mucho más baratas y que se ostentan como amigables con el turista, estos beneficios no siempre reditúan en los vecindarios donde se encuentran. 
  3. Ser un turista consiente en todo sentido: evitar generar más residuos de los que comúnmente hacemos en casa (luces, aire acondicionado, agua y energía en general); respetar el lugar, las costumbres y tradiciones del sitio que visitamos e igual de importante es respetar a la población local; no modificar la naturaleza y evitar el deterioro del patrimonio; colaborar con la economía local. 

Aún falta mucho por investigar y saber sobre los efectos de la turistificación a mediano y largo plazo. En tanto que se creen y estipulen políticas públicas que reduzcan el impacto cada vez más excesivo que tiene el turismo, nos corresponde actuar en consecuencia para aminorar nuestra huella turística. 

Por Gabriela Sánchez Ibarra 

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