“¿Es hora de cerrar ciclos?”: las 7 etapas de la experiencia
En ocasiones, nos damos cuenta de que es necesario terminar con una etapa de nuestras vidas, pero pasa algo que nos detiene, que nos deja siempre en el mismo lugar y, aunque intentemos cosas nuevas, permanecemos en los mismos ciclos de experiencia que parecen repetirse eternamente.
Así que ahora te vamos a revelar cuál puede ser el problema por el que estás en ese loop interminable y cómo quizás sólo haga falta satisfacer necesidades inconclusas, que ni siquiera te habías dado cuenta de que tenías, para poder cerrar ese ciclo que te tiene al borde del hartazgo.
El ciclo de la experiencia
La Terapia Gestalt de Fritz Perls nos aporta un modelo de ciclos de experiencia que podría darnos muchas claves acerca de dónde nos estamos quedando atorados y del porqué no avanzamos hacia el final para cerrar algún ciclo que estamos viviendo.
Dicho modelo reconoce que “toda experiencia nace de una sensación vinculada a una necesidad física o psíquica”, es decir, se trata de mensajes del cuerpo respecto a las emociones que experimentamos a través de nuestros sentidos, de cómo las interpretamos en nuestro cerebro y del qué hacemos al respecto para dar satisfacción a tal necesidad.
Entonces, es de suma importancia reconocer nuestras sensaciones y emociones, las cuales pueden ser traducidas en la percepción de necesidades que nos permitan encontrar un camino hacia la satisfacción, es decir, el cierre de ese ciclo de experiencia personal. A veces, sólo necesitamos comer, dormir, sexo, etc.; satisfacer necesidades básicas, pero en otras ocasiones, la necesidad puede ser más emocional o existencial y por consecuencia mucho más compleja de satisfacer.
Etapas del ciclo de la experiencia
Describamos entonces en qué consiste cada una de estas etapas del ciclo de la experiencia y cómo resolverlas para poder estar satisfechos con nuestra vida.
1. Sensación
En esta etapa, como cuando tienes hambre, tu cuerpo te avisa que hace falta algo para estar en equilibrio, y puede ser desde asuntos simples, como una buena comida o una siesta, hasta la reconciliación con un ser querido o el lograr tener una pareja estable.
Las sensaciones pueden ser simples o abstractas, psicológicas o existenciales, pero ninguna de ellas es menos importante, ya que representan una necesidad humana de equilibrio que sólo se consigue cuando tenemos claro para qué apareció esa sensación en nuestras vidas. Es ahí donde comienza el ciclo de la experiencia, cuando sentimos que nos falta algo y lo buscamos. El primer paso es hurgar en nosotros mismos y nuestras sensaciones, para después dar un segundo paso: crear plena conciencia de lo que necesitamos. “Conócete a ti mismo”, diría Sócrates.
2. Conciencia
Se trata de ponerle nombre a las cosas, definir lo que sentimos y para qué lo sentimos, encontrando la necesidad detrás de la sensación. Hay gente que tiene hambre y la confunde con gastritis, pasa todo el día sin comer y sólo hasta que le duele el estómago recuerda que no ha comido y sólo reconoce o toma conciencia de la causa a través de ese dolor. Por otra parte, hay quienes comen y comen y jamás quedan satisfechos porque en realidad el hambre desapareció hace mucho pero lo que realmente está detrás es una carencia afectiva que se sustituye con comida.
En psicoterapia, donde muchas veces el cuerpo y sus sensaciones están ya en un nivel de difícil comprensión, muchas veces tenemos que ayudar al paciente a crear conciencia de qué es lo que realmente siente, para saber cómo atenderlo y, por ejemplo, dejar de perseguir una dieta y mejor buscar todas esas caricias que la persona está tratando de reemplazar con la comida, como un placer alterno que, obviamente, jamás satisfizo la verdadera causa o necesidad. Porque sólo hasta crear conciencia podemos visualizar nuestras alternativas para acabar con el problema de origen y dirigirnos hacia la victoria.
3. Visualización
Una vez que identificamos nuestras sensaciones y creamos conciencia de nuestras verdaderas necesidades, estamos ya en el camino de darles satisfacción, pero primero hay que visualizar múltiples oportunidades u opciones sobre cómo hacerlo para poder elegir la mejor. Este trabajo se suele hacer también con un psicoterapeuta que nos acompañe a diseñar y elegir el mejor de esos caminos, incluso sin haberlos transitado.
De hecho, está comprobado que resolver un problema mental a través de mapas cognoscitivos crea hasta un 70 % de la vía neurológica que usamos para resolverlo, como los atletas de alto rendimiento que se visualizan haciéndolo perfecto y mejoran su ejecución. Sin embargo, también como con los atletas, si sólo lo imaginamos y nunca lo ejecutamos, jamás desarrollaremos esa fuerza que complementa ese otro 30 % faltante, de ahí que el siguiente paso sea la movilización o acción.
4. Movimiento-acción
En esta fase del proceso, se requiere haber elegido una posibilidad de las visualizadas o una serie de pasos por seguir para resolver nuestro problema, es decir, darle satisfacción a nuestra necesidad que tanto trabajo nos costó identificar, nombrar y visualizar.
Debemos poner manos a la obra sin importar si el problema o necesidad no nos proporcionan satisfacción de inmediato, comenzar intentos, hacer ensayos e incluso cometer errores que nos aproximen al goce de saber que lo logramos, que nos libramos de esa necesidad inconclusa. Por ejemplo: quizás hoy no puedas renunciar a tu trabajo, pero ya investigaste, mandaste muchos currículos, ya estás haciendo entrevistas y quizás pronto te sientas en un lugar donde puedas sentir mayores niveles de satisfacción.
5. Contacto
A veces llega la pizza, ya está la mesa puesta y, no comemos. Es decir, hemos hecho de todo para cambiar y cuando el cambio está a punto de consumarse, decidimos no entrar en contacto con nuestra necesidad, nos saboteamos, retraemos, lo pensamos, nos ponemos pretextos, etc.
Como cuando ya citaste a tu futuro ex y no te atreves a terminarlo; ya te engañaron y no quieres soltar por miedo a la soledad; ya te ofrecieron el trabajo de tus sueños pero te da miedo no dar el ancho; ya llegó la pareja ideal después de muchos años en soltería y le terminas encontrando defectos. Cualquiera que sea el pretexto para no entrar en contacto con aquello que daría satisfacción a tu necesidad podría estarte limitando.
6. Satisfacción
La satisfacción depende en mucho de la necesidad o carencia en particular, la cual, como ya hemos dicho, se trabaja desde el crear conciencia. Es por ello por lo que, en el camino de cerrar ciclos de experiencia, a veces necesitamos experimentar una y otra vez hasta hallar la clave para deshacernos de esa sensación de falta, hasta sentirnos que es suficiente.
7. Punto cero y retirada
Se trata de tomar un momento para hacer una pausa y asentar la idea mental de que ¡lo hemos logrado! y permitirnos disfrutarla, agradecerla. Como cuando el café se asienta, nos tomamos unas merecidas vacaciones, un tiempo de soltería, una sobremesa relajada o cualquiera que sea la situación que nos permita reconocer al menos por unos minutos que ¡fue un éxito! Ya sea porque la pasamos bien o porque aprendimos algo.
Se acabó el ciclo, es hora de descansar un poco para después tratar de empezar algo nuevo, retirarnos del ciclo pasado y estar en paz con lo sucedido, un espacio para asimilar aprendizajes, para soltar, dejar ir el pasado.
En conclusión, los ciclos de experiencia deben ser cerrados no sólo para sentirnos exitosos gracias a la satisfacción de nuestra necesidad, sino también para seguir avanzando en la vida con la plenitud y el descanso que nos brinda el desapego del pasado que quizás en algún momento nos ayudó a crecer y aprender, pero que ahora es insuficiente física y/o mentalmente.
Es así como, si has leído el artículo completo, quizás ya tengas la satisfacción de saber en qué etapa del ciclo de experiencia te estás atorando y, si lo ejecutas hasta el final, quedarás enteramente satisfecho o satisfecha de haber logrado cerrar y dejar atrás aquello que no te estaba dejando disfrutar de nuevas etapas de la vida, de esa sensación de plenitud, logro y felicidad que cerrar ciclos nos puede dar.
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