¿Misticismo en el alfabeto hebreo?
¿Misticismo en el alfabeto hebreo?

¿Misticismo en el alfabeto hebreo?

30 septiembre, 2021
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Muchas personas conocen el siguiente dato: los griegos denominaban el conjunto total de caracteres de su escritura como alfabeto debido a las dos primeras letras de ese sistema: Alfa y Beta; mientras que los romanos llamaban al suyo abecedario por las primeras tres: A, B, C. No obstante, muchos desconocen que los hebreos, asimismo, nombraron su sistema alefato por las primeras dos: Alef y Bet. Aunque esto no significa que sea equivocado decirle abecedario al alfabeto griego, o viceversa; así como tampoco no es incorrecto llamarle alefato al sistema escritural de los hebreos.

El alefato está compuesto por 22 caracteres distintos, más 5 que son variaciones de los otros al escribirse al final de una palabra. Una de sus muchas peculiaridades es que cada carácter o letra tiene asignado un valor numérico como lo podemos apreciar en la siguiente tabla:

Se piensa que esta particularidad permite escribir y pronunciar la realidad en un solo enunciado. Esto puede ser por la idea ancestral de que la palabra y el número (o matema) son dos maneras exactas de asir la realidad; o mejor aún: de decirla “tal cual es”.

La Cábala, una escuela de pensamiento de intereses esotéricos y místicos, busca entender las relaciones entre dos entidades: Dios, el creador del universo mutable y finito; y Ein Sof, el creador de lo infinito e inmutable. Para comprender cómo se establece esta relación se estudian los caracteres del alefato en tanto grafías así como números, ya que la Cábala ve encerrado en este carácter dual de su escritura el misterio de todo lo divino. Puesto que nuestro abecedario no posee valores numéricos no podemos concebir las matemáticas como capaces de lograr este objetivo.

El alfabeto griego, por otra parte, también tiene un valor matemático:

Aunque carece de una organización —como es el caso de la Cábala— que suponga la realidad contenida en la ligazón palabra-número. Sin embargo, nosotros, al igual que los griegos y los hebreos, somos logocentristas, es decir, creemos que nuestra palabra escrita puede fijar en un signo todo lo que existe. Un ejemplo sería la letra aleph, que significa buey, fuerza y líder, cuyo valor numérico es 1, lo que le permite relacionarlo con Dios. Y esto último debemos recordarlo siempre: ni todo es atravesado por la escritura, ni todo es matema, a pesar de que ambos nos den puertas de acceso al mundo.

Por Alonzo Caudillo

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