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La inevitable semejanza entre los trovadores y el “freestyle”

¿Te suenan los nombres Aczino, Chuty, Skone, Bizarrap o Marithea? ¿Has escuchado hablar de Guillermo de Poitiers o Ricardo Corazón de León? En el caso de los primeros, se trata de algunos de los más conocidos representantes del freestyle, una forma de rapear de manera libre y lírica; mientras con los segundos nos referimos a dos trovadores, músicos-poetas que vivieron hacia el siglo XII en el sur de Francia.  

Aunque estos nombres están separados por casi 900 años de diferencia, los une algo en común: la destacada inventiva de estos hombres y mujeres para cantar las cosas de acuerdo con su estilo y uso personal del lenguaje. 

Las trovadoras y trovadores  

En el siglo XII, surgieron los trovadores, figuras ligadas a la aparición del occitano, un idioma antiguo que comenzó a utilizarse en el sur de Francia y que se extendió a zonas cercanas como el sur de Italia y el noreste de España.  

El término trovador —en lengua occitana— viene de trovar, que quiere decir “buscar” o “inventar”. En este idioma, los trovadores crearon un nuevo tipo de poesía a la que se agregaba música, compuesta también por ellos. Éstos pertenecían a la nobleza, tenían una formación intelectual amplia, eran cultos, sabían leer y escribir. 

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 La condesa Beatriz de Día, trovando. Fuente de la imagen: Ginebra Magnolia.com. 

El duque Guillermo IX de Aquitania, y VII de Poitiers, un poderoso señor feudal que poseía más tierras que el rey de Francia, es considerado el primer trovador. Ricardo I de Inglaterra, conocido como Ricardo Corazón de León, también fue trovador y, en la cultura popular, su figura está ligada a la leyenda de Robin Hood. Asimismo, existieron mujeres trovadoras o trobairitz, como la condesa Beatriz de Día. 

Las canciones de la trova: “cansó”, “tensó”, “alba” y “pastorela” 

¿Y de qué se trataban sus canciones? En su mayoría, el repertorio de los trovadores hablaba sobre el amor cortés que, de modo muy simplificado, sugería un amor imposible e inalcanzable en el que un caballero medieval estaba sometido a los deseos de una dama noble, usualmente ya casada o comprometida con otro. La leyenda de Tristán e Isolda es un buen ejemplo de ello. A este tipo de composiciones se le llama cansó. 

Sin embargo, no todos los poemas se referían al amor. El alba, otro tipo de composición, se refería al disgusto de los amantes que, habiendo pasado la noche juntos, tenían que separarse al llegar la mañana; la tensó es un debate entre dos o más personajes; y, en la pastorela, se relataba el encuentro en el campo de un caballero con una pastora, a la que intentaba seducir (de aquí se derivan las famosas pastorelas de la época navideña, aunque con una temática religiosa). 

Los trovadores y los juglares 

Los trovadores no solían interpretar públicamente sus canciones, sino que lo hacía un intérprete, el juglar, instrumentista y cantante profesional itinerante que recibía un pago por sus servicios. Éstos ocupan un lugar destacado en la historia de la cultura occidental, ya que fueron difusores de la música y la poesía, la cual aderezaron con su inventiva personal. 

El “freestyle”: “freestylers” y MC  

El “freestyle” y el “hip-hop” 

De Europa nos trasladamos a Norteamérica, 900 años en el tiempo para hablar sobre el freestyle, un término que se refiere comúnmente a un estilo libre que siempre se ha usado en el hip-hop y que se caracteriza por ser improvisado, expresando lo que se ve o se siente, sin dejar de insertar las palabras sobre un ritmo y manteniendo un flow constante. 

A finales de la década de los ochenta en Estados Unidos, la cultura del hip-hop, junto con el grafiti, el breakdance, las tornamesas y el rap, comenzó a esparcirse por otros países. La evidente cercanía con México hizo que fuera de los primeros en adoptar y asimilar esta cultura, dotándola con su identidad. 

En este entorno, el término freestyler define al que hace una improvisación, aunque también se utiliza la designación de MC (Microphone Controller, Maestro de Ceremonias). La diferencia es que el freestyler únicamente improvisa, mientras que el MC es alguien que hace rap y que, además, improvisa. Este último suele ser el caso habitual, ya que prácticamente no existe un freestyler puro, aunque hay MC que destacan por su capacidad improvisadora más que por sus temas. 

El “freestyle”: batallas de gallos 

Uno de los aspectos más conocidos del freestyle son las competencias de MC o batallas de gallos, en las que dos o más participantes tienen como objetivo disuadir a su oponente a través de letras inteligentes y juegos de palabras, con un gran énfasis en la capacidad de improvisación. Existen diferentes modalidades de batallas, donde se puede improvisar rimas de acuerdo con un determinado concepto o puede tratarse de una temática libre. 

A diferencia de los trovadores y juglares del siglo XII, la mayoría de los freestylers pertenecen a estratos sociales medios y bajos, lo cual les brinda un bagaje cultural mucho más cercano a la gente y los problemas que los aquejan; pero, sin duda, la inventiva, el slang, la terminología y la capacidad para enlazar y conectar rimas diferentes, los hace muy parecidos a aquellos personajes que vivían en las cortes y castillos de Europa hace cientos de años. 

Quisiéramos hacer hincapié en que, hasta hace unas décadas, el mundo del freestyle estaba dominado por hombres, pero eso ha ido cambiado con la presencia femenina en las batallas. Representantes como Marithea, Sara Socas, Karey, Queen Mary, entre muchas otras, han aportado en su lírica temas ligados al feminismo y la militancia social. La incursión de las mujeres en esta escena ha convertido este espacio en un lugar cada vez más seguro, equitativo, digno e inteligente. 

Por Gabriela Sánchez Ibarra 

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