“¡Sin miedo al éxito, papi!”: ¿Las frases motivadoras nos hacen felices?
“¡Sin miedo al éxito, papi!”: ¿Las frases motivadoras nos hacen felices?

“¡Sin miedo al éxito, papi!”: ¿Las frases motivadoras nos hacen felices?

Entre gatitos, piolines, rosas con brillitos, emojis y melodías cursis, recibimos el bombardeo diario del sonoro y vacío: “¡SÉ FELIZ!” por todos lados con frases motivadoras. Ejércitos de influencers y fitfluencers, coaches de vida, youtubers e interminables cadenas de Whatsapp, te aconsejan, te piden y casi te exigen que sonrías para que “nada te quite esa sonrisa, porque es tuya”. Pero, ¿por qué?, ¿cómo?, ¿realmente esta felicidad perenne de risa franca es posible?, ¿sostenible?, ¿SANA? 

 

¿De dónde viene esta obligación de ser feliz 24/7? 

Hagamos algunas conjeturas históricas: Educados por las generaciones del: “No te quejes, así es la vida y podría ser peor”, y: “Te voy a dar una razón para que tengas por qué llorar” (léase con la voz del abuelo), la generación de 1980 –a la que le habían prometido que con trabajo duro se podían alcanzar los sueños– acabó decepcionada por guerras, hambre, contaminación y el temido VIH. Gracias a eso, llegó 1990 con pocas esperanzas para una juventud que empezó envuelta entre tiroteos y grunge, y terminó pintada de rosa, negro y calaveras emo.   

Esta década sombría e incomprendida dio paso a los años 2000, que necesitaban desesperadamente recuperar la poca fe que quedaba en el futuro; para lograrlo, lanzó el principio de que “mejorar tu vida está en ti” y que la felicidad es un constructo personal e individual que depende únicamente de la voluntad de cada persona, sin importar lo que pase en el entorno: “El que quiere, puede”. Para la siguiente década –y con la ayuda de la psicología positiva, la autoayuda y el coaching más fuerte que nunca– esta idea de la construcción de la felicidad como mandato llegó dando puñetazos de Live, Laugh, Love (Vive, ríe, ama) a diestra y siniestra como la respuesta a todo mal.  

 

¿Nostalgia de los dos miles? Toma una frase motivadora…

La felicidad exprés y sus malestares 

Este brevísimo recorrido histórico en el que la salud mental todavía no tenía para cuándo ser tomada en cuenta, nos lleva a la “euforia perpetua” de la que habla Bruckner, y que se convierte en lo que Franco “Bifo” Berardi llama “La felicidad frígida”: una felicidad sin placer, impuesta, vacía y sin más sustento que la obligación.   

Hoy en día hay toda una maquinaria publicitaria alrededor de la dicha que cuenta con imágenes, canciones y recetas que cualquiera puede aplicar para “hornear sonrisas”: Tiende tu cama, escombra tu clóset, haz ejercicio, come sanamente, toma dos litros de agua, dedícate tiempo, riega tus plantas, saca a caminar al perro, medita, escribe tus metas, aleja los pensamientos negativos y, sobre todo, no te enojes, no te quejes y no estés triste.  

Siguiendo estos sencillos pasos, alcanzarás la felicidad y con ella, la salud, el éxito y la prosperidad. Aunque la pensadora de Springfield, Lisa Simpson, diga que esto “sólo vende un montón de soluciones obvias”, parece ser una gran estrategia comercial de la industria del happiness, pues hemos consumido la idea de alegría exprés hasta creer que cualquiera puede ser feliz sin importar su situación o circunstancia; esto quiere decir que todos debemos serlo y aquel que no lo sea, será porque no quiere; por inepto o por falta de amor propio; en resumen, un infeliz mediocre y con baja autoestima.  

Resistirse a la imposición de la felicidad   

Esta absoluta responsabilidad personal de bienestar no sólo se limita a la felicidad, también abarca cualquier otro aspecto de la vida: riqueza y pobreza, salud y enfermedad, éxito y fracaso son sólo producto de tus pensamientos y tus actos. Frases como: “El pobre es pobre, porque quiere”, “Atraes lo que eres”, “Vibra alto”, “Si lo crees, lo creas”, hasta la idea de que el cáncer no es más que rencor acumulado, ponen toda la carga sobre el individuo y deslindan a un sistema injusto, una economía disfuncional que sólo favorece a algunos, realidades diferentes para cada individuo, la salud mental o física y a cualquier otro factor que no sea pensar positivo.  

 

¿Las frases motivadoras habrán sido la madre del Día internacional de la felicidad?

 

El problema más grave es que esta “ventura eterna”, además de imposible, es poco sana, pues el dolor, el sufrimiento y la incomodidad son signos de que algo debe ser atendido.  Ya lo dijo el filósofo alemán Theodor Adorno en su Dialéctica negativa: “La necesidad de prestar voz al sufrimiento es condición de toda verdad. Pues el sufrimiento es objetividad que pesa sobre el sujeto…”. Es necesario y humano estar mal de vez en cuando, aunque seas un “ser de luz”.  

Sé que leer esto pudo ser deprimente, ¡pero no estés triste! Descarga la app de “Happify”, estudia Mindfulness, vibra bonito, arregla tus cajones con Mary Kondo y no olvides que: ¡la vida es bella!  

 

Por: Andrea Morán 

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