La censura del cine por el “código Hays”
La censura del cine por el “código Hays”

La censura del cine por el “código Hays”

21 febrero, 2022
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Anteriormente en los filmes se criticaban ampliamente las escenas sexuales o aquellas que las insinuaran, como dormir juntos.

Anteriormente en los filmes se criticaban ampliamente las escenas sexuales o aquellas que las insinuaran, como dormir juntos.

 

Si eres fan del cine clásico, seguramente has visto escenas como ésta:

O ésta:

Y te has preguntado por qué los matrimonios dormían en camas separadas. Anteriormente en los filmes se criticaban ampliamente las escenas sexuales o aquellas que las insinuaran, como dormir juntos. Así que se crearon normas para la cinematografía comercial que determinaban lo que debía ver el público, censurando todo tipo de acto inmoral. Estas normas estaban influidas en gran medida por una moral cristiana, que veía este acto en contra de los valores de la sociedad. Sin embargo, no sólo se censuraba el tema de la sexualidad, sino también aquellas escenas que traran de crimen, gángsters, adulterio y demás…

Fue así como nació el llamado “código Hays”, un reglamento para la cinematografía estadounidense que albergaba una serie de reglas sobre lo que estaba permitido y lo que no en el cine. Permaneció desde 1934 hasta 1968. El republicano Will H. Hays fue su creador, pues él fue el primer presidente de la Asociación de productores y distribuidores de cine de América (MPPDA).

¿Cómo surgió?

Todo se derivó gracias a diversos escándalos protagonizados por distintas estrellas de la época. Éstas se habían involucrado en cuestiones delicadas como asesinatos o muertes relacionadas con las drogas. Mientras que, por otro lado, algunos sólo mostraron públicamente sus preferencias sexuales (distintas a la heterosexualidad, por supuesto), relaciones poliamorosas y algunas otras que hoy no son para nada escandalosas.

Ante estas polémicas situaciones se establecieron normas, como el control de escenas para mostrar alcohol o del uso de drogas, incluso de las que trataran la prostitución. Otra característica era que si se cometía un acto delictivo o reprobable serían castigados al final de la trama.

La transformación del “código Hays”

Muchas más normas del código Hays hoy serían consideradas absurdas, como el no mostrar el ombligo ni las axilas; los besos debían durar menos de tres segundos; y sí, los matrimonios tenían que dormir en camas separadas. ¿Cómo se podían dar cuenta de si alguna película incumplía? Existían puestos específicos para revisar cada guion y escena rodada para comprobar la aplicación del código Hays. Uno de los “inquisidores” fílmicos más famosos fue Joseph Breen, quien fue muy duro en la aplicación de estas normas, hasta que dejó su cargo en 1954.

Así que mientras en EUA ocurría esta visión sobre el dormir separados, en Europa el concepto de la pareja y el matrimonio había sufrido modificaciones después de la Segunda Guerra Mundial: dormir en camas separadas era indicio de que estaban distantes o habían fallado, ya que impedían la intimidad física.

Sin embargo, la popularidad de la televisión a mediados del siglo XX ayudó a que la idea de las camas separadas promovían la humildad en el público. Incluso se les formuló justificaciones “científicas” y “médicas”: los expertos recomendaban la higiene del sueño, señalando que dormir separados era la única manera de evitar enfermedades como el cólera y la fiebre escarlata.

El ocaso de esta censura

Casi a finales del siglo XX, este código dejó de funcionar, pues la sociedad también cambió con respecto al ejercicio de la sexualidad y del consumo de medios. Eso sentó los precedentes para cambiar radicalmente hacia el nuevo milenio. Hoy las industrias del cine y el entretenimiento tratan de retratar las preocupaciones sociales de su público y ya no de adaptar un código moral. Por ejemplo, hasta hace unos meses Disney en su servicio de streaming agregaba leyendas al inicio de películas infantiles clásicas, para advertir al público que es posible que sean testigos de escenas racistas, homofóbicas y misóginas, producto de las luchas sociales de las últimas décadas.

¿Y las camas?  Si bien los matrimonios duermen juntos ahora, se valora asimismo el espacio personal –tal vez como reminiscencia de tener una cama propia– y la industria de los colchones acabó innovando camas cada día más grandes… ¿Has oído hablar del tamaño Alaskan king?

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