El silencio absoluto: la historia de las cámaras anecoicas
¿Te imaginas un lugar tan silencioso donde sólo puedas escuchar el fluir de tu sangre y los latidos de tu corazón? Un espacio donde el sonido simplemente desaparece, como tragado por un agujero negro. Suena a ciencia ficción, ¿verdad? Pues no lo es. Existen lugares así, y se llaman cámaras anecoicas, también conocidas como cámaras de silencio.
Estos espacios son diseñados para eliminar cualquier eco o reverberación, sus paredes cancelan el ruido, creando un silencio casi absoluto que puede resultar perturbador e incluso desorientador. Aunque inicialmente fueron concebidas para la investigación acústica, las cámaras anecoicas han trascendido su función científica hasta convertirse también en un medio artístico.
El origen del silencio absoluto
La palabra anecoico proviene del griego an (“sin”) y ecoico (“relativo al eco”), por lo tanto, significa “sin eco”. Se utiliza para describir espacios diseñados para absorber completamente las ondas sonoras o electromagnéticas, evitando que se reflejen y generen ecos.
Pero ¿cómo surgió la idea de crear un espacio así? Se tiene el registro del primer uso del término dentro de una patente de 1943 de la compañía estadounidense Bell Labs, donde se describe el uso de una cámara anecoica para pruebas de sonido. A partir de este momento, los científicos e ingenieros comenzaron a interesarse por el estudio del sonido en entornos controlados, donde pudieran analizar el sonido sin la interferencia de ecos y reverberaciones, así nació el concepto de la cámara anecoica.
La evolución del silencio
Entre 1940 y 1960, se emplearon para investigaciones en acústica, principalmente el desarrollo de micrófonos y altavoces. Los estudios se centraban en las mediciones de intensidad de sonido, dirección y dispersión de las fuentes sonoras, y en conocer los coeficientes de absorción de ruido de los materiales. Algunos reportes mencionan su uso en el ámbito militar, para identificar las ondas producidas por los barcos, de esta manera, reducir su firma acústica, evitando que fueran detectados por los radares.
Entre 1970 y 1990, se comenzaron a usar en la industria automotriz, aeroespacial y de electrodomésticos para evaluar el ruido de motores compontes y productos. Con estas evaluaciones, se establecieron normas internacionales para la medición del ruido y la evaluación de la absorción acústica de los materiales, lo que llevó al desarrollo de técnicas más sofisticadas, como la intensidad sonora.
Las primeras cámaras anecoicas se construían con materiales absorbentes como alfombras gruesas y cortinas pesadas. Con el avance de la tecnología, se desarrollaron materiales más sofisticados, como las pirámides de espuma que vemos hoy en día, que permiten absorber casi la totalidad del sonido.
En nuestra era digital, se cuenta con software de simulación acústica que permite predecir el comportamiento del sonido en diferentes entornos y con diferentes materiales. Las cámaras anecoicas se utilizan para mejorar productos y reducir el ruido como es el caso de los audífonos de cancelación de ruido.
Los audífonos con cancelación de ruido funcionan generando una onda antirruido que cancela el ruido ambiental. Es decir, para que funcione se debe conocer con exactitud qué onda tiene el ruido que se desea cancelar.
Para ello, se emplean cámaras anecoicas que permiten medir con precisión el sonido proveniente de diferentes fuentes, como motores de avión, tráfico o conversaciones. Una vez que se han producido los audífonos se prueban dentro de una cámara anecoica para evaluar la eficacia de la cancelación de ruido.
Se han realizado experimentos curiosos en cámaras anecoicas, como grabar el sonido de una aguja cayendo al suelo y para estudiar la capacidad de los murciélagos para orientarse en la oscuridad utilizando la ecolocalización.
Alucinaciones auditivas
Si bien las cámaras anecoicas se desarrollaron para la investigación acústica entre 1940 y 1950, el estudio de la privación sensorial en humanos dentro de estas cámaras comenzó en la década de 1960. Uno de los primeros científicos en este campo fue el Dr. John C. Lilly, un neurocientífico que investigó los efectos de la privación sensorial en la conciencia.
En su artículo Mental effects of reduction of ordinary levels of physical stimuli on intact, healthy persons, describe los efectos psicológicos de la privación sensorial en personas sanas, incluyendo alucinaciones, distorsiones del tiempo y alteraciones en la percepción del cuerpo. Estas investigaciones también pusieron en evidencia las implicaciones éticas para garantizar la integridad y seguridad de las personas que fueron sometidas a estas pruebas.
Al no recibir sonidos del exterior, el cerebro intenta dar lugar a la falta de información auditiva generando sus propios sonidos para comprender que está vivo. Esto puede dar lugar a alucinaciones auditivas, como zumbidos, silbidos e incluso voces.
Las personas que han estado dentro de una cámara anecoica han relatado experiencias como escuchar sus propios latidos del corazón, la sangre circulando por sus venas o el aire en la circulación de sus pulmones. Eso puede resultar perturbador para algunas personas.
Arte y creatividad
En estos espacios, artistas como Yayoi Kusama y Doug Wheeler han explorado las posibilidades de la privación sensorial, creando experiencias que cuestionan nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos.
Doug Wheeler creó la obra SA MI 75 DZ NY 12, es un espacio que priva al espectador de sonido y de referencias visuales. En sus propias palabras, esta privación puede interpretarse como una desconexión del mundo exterior y de los estímulos constantes que bombardean nuestros sentidos. Al eliminar estas distracciones, Wheeler nos invita una experiencia introspectiva, donde la percepción del yo y del espacio se vuelve incierta, creando un estado de vacío que puede facilitar la introspección con una realidad más allá de lo físico.
Compositores como John Cage han experimentado con el silencio y los sonidos sutiles que se perciben en las cámaras anecoicas para crear piezas musicales innovadoras, como su obra 4:33, pieza musical que se puede ejecutar con cualquier instrumento, dado que en esta pieza se enmarca el silencio y permite que los sonidos ambientales se conviertan en la música. Es una obra que permite reflexionar sobre la naturaleza del sonido, la música y el arte en general.
Las cámaras anecoicas son un recordatorio del poder del silencio y la importancia de la introspección. Son lugares donde la ciencia, el arte y la experiencia humana convergen para desafiar nuestros sentidos y ampliar nuestra comprensión del mundo.
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