Diseño 3D de bacteria E. Coli Diseño 3D de bacteria E. Coli

Superbacterias: ¿qué son y por qué son una amenaza global?

Las bacterias juegan un papel fundamental en nuestras vidas, ya que son responsables de procesos como la transformación de alimentos (por ejemplo, el yogur), la degradación de desechos y, en algunos casos la causa de múltiples enfermedades. 

Ésta última relación nos ha llevado a utilizar sustancias químicas llamadas antibióticos para controlarlas. Sin embargo, con el tiempo y un uso inadecuado, se ha alterado la naturaleza biológica de las bacterias, generando graves consecuencias para la salud humana. La más preocupante es la resistencia de las bacterias a los antibióticos, que ha generado a las llamadas superbacterias. 

El problema de la medicación deficiente 

Cuando Alexander Fleming descubrió la penicilina en septiembre de 1928, y comenzó su aplicación para tratar enfermedades bacterianas, la medicina experimentó un gran avance. Enfermedades que antes resultaban mortales empezaron a ser curadas de manera rápida y casi milagrosa gracias a los antibióticos. 

Esta facilidad con la que los antibióticos controlaban las infecciones bacterianas nos llevó a usarlos de manera indiscriminada, tomando dosis al menor síntoma de cualquier enfermedad, sin saber si el agente causante era realmente una bacteria (es importante destacar que los antibióticos sólo funcionan contra bacterias) o sin conocer a qué tipo de antibiótico era sensible la bacteria responsable de la infección. 

No toda la responsabilidad recae en los médicos que recetan antibióticos indiscriminadamente. Los pacientes también contribuimos a este problema al tomar antibióticos sin prescripción, no completar los tratamientos, modificar las dosis o no seguir las indicaciones (un ejemplo común es consumir alcohol durante el tratamiento). 

Klebsiella pneumoniae, bacteria que ha generado resistencia a los antibióticos. 
Klebsiella pneumoniae, bacteria que ha generado resistencia a los antibióticos. 

El uso incorrecto de los antibióticos ha llevado a que muchas bacterias se vuelvan resistentes. Cuando un tratamiento no se sigue adecuadamente, sobreviven las bacterias más resistentes, y si estas se reproducen, generan colonias cada vez más difíciles de eliminar hasta llegar al punto en que ningún antibiótico puede combatirlas. 

Así, muchas enfermedades que antes se curaban con penicilina ahora requieren antibióticos más potentes. Si este patrón persiste, enfrentaremos un futuro desolador: la posibilidad de que nuestros hijos y nietos vivan en un mundo donde las infecciones bacterianas no puedan curarse. Este escenario se parecería mucho a la Edad Media, cuando millones de personas morían por enfermedades infecciosas sin tener un tratamiento eficaz. 

Es una cuestión de evolución 

La resistencia bacteriana a los antibióticos está profundamente vinculada con el proceso de evolución por selección natural, un mecanismo clave propuesto por Charles Darwin en su libro El origen de las especies. La evolución se basa en la variabilidad genética dentro de una población. En una población bacteriana, siempre hay diferencias genéticas debido a mutaciones espontáneas. Algunas de estas mutaciones pueden otorgar ventajas en presencia de antibióticos como la capacidad de inactivarlos, evitarlos o expulsarlos de la célula. 

Cuando una población de bacterias es expuesta a un antibiótico, éste actúa como una presión selectiva. La mayoría de las bacterias no resistentes son eliminadas, pero aquellas con resistencia sobreviven y se reproducen, transmitiendo los genes de resistencia a su descendencia. Éste es un claro ejemplo de selección natural, donde el entorno —en este caso, el antibiótico— favorece a los organismos más aptos, es decir, las bacterias resistentes. 

Las bacterias tienen ciclos de vida extremadamente cortos, lo que les permite evolucionar rápidamente. En condiciones óptimas, una célula bacteriana puede dividirse cada 20 minutos, lo que significa que en pocas horas puede haber millones de bacterias. Este rápido ciclo de reproducción facilita la aparición de nuevas mutaciones y la selección de cepas resistentes en presencia de antibióticos. En cuestión de horas, un paciente puede estar invadido por bacterias resistentes, lo que es sumamente peligroso. 

Coli, otra bacteria cada vez más difícil de eliminar.
Coli, otra bacteria cada vez más difícil de eliminar.

Amenaza a la salud global 

El principal peligro de la resistencia bacteriana a los antibióticos radica en la creciente dificultad para tratar infecciones que antes eran fácilmente curables. Enfermedades comunes como la neumonía, infecciones del tracto urinario o infecciones de la piel, que antes se trataban eficazmente con antibióticos de uso común, pueden volverse mortales. 

Algunas bacterias multirresistentes, conocidas como superbacterias, han demostrado ser capaces de resistir múltiples tipos de antibióticos, dejando a los médicos con opciones de tratamiento limitadas o inexistentes. 

Las infecciones por bacterias resistentes no sólo son más difíciles de tratar, sino que también tienden a ser más severas y prolongadas, lo que incrementa las tasas de mortalidad y morbilidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si no se toman medidas para frenar la resistencia bacteriana, para el año 2050 las infecciones resistentes podrían causar más de 10 millones de muertes al año, superando incluso las cifras actuales de mortalidad por cáncer. 

Es crucial reflexionar sobre la salud de las generaciones futuras y el mundo que les heredaremos. Enfrentamos un gran reto: asumir una actitud responsable con el uso de los antibióticos para garantizar su efectividad en el futuro. 

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