¿Dónde están los científicos jóvenes? Dos casos de éxito en México
Cuando leemos sobre algún gran descubrimiento de la ciencia, nos damos cuenta de que la mayoría de los científicos son personas mayores. Esto para nada tiene algo de malo, de hecho, la escasez de investigadores de renombre y consolidados menores de 40 años en México y en el mundo es normal y se atribuye a una combinación de factores administrativos, económicos y culturales.
Ser científico es un largo camino
La carrera de las personas que se dedican a la ciencia tradicionalmente implica un largo periodo de formación que incluye estudios de licenciatura, maestría y doctorado. Este proceso puede extenderse hasta los 30 años o más. Después de obtener como mínimo el doctorado, los investigadores suelen pasar varios años adicionales en estancias postdoctorales antes de conseguir puestos académicos permanentes y ser titulares en un laboratorio o proyecto de investigación.
Este prolongado camino hacia la estabilidad laboral y el reconocimiento profesional significa que es poco probable que los investigadores alcancen la consolidación y el renombre antes de los 40 años.
No pretendo describir todas las causas por las cuales hay muy pocos investigadores jóvenes, por lo que sólo retomaremos un factor más: el económico. En muchos países, incluido México, los recursos para la investigación son limitados y altamente competitivos. Los investigadores jóvenes encuentran muchas dificultades para asegurar fondos suficientes para llevar a cabo investigaciones significativas. Sin financiamiento adecuado, es difícil desarrollar proyectos innovadores que puedan llevar al reconocimiento internacional.
A pesar de esto, existen varios científicos jóvenes que se han destacado por sus investigaciones.
A continuación, hablaremos de dos científicos que se han destacado en su área en México, no es un top rank porque existen muchas disciplinas y vamos a ser injustos con muchos exponentes de ellas.
@larousse.magazine El conocimiento científico viene de todas partes del mundo, en México tenemos muchas científicas que están cambiando el mundo. #datoscuriosos #aprendeentiktok #cienciaentiktok
Comportamiento social y moléculas
Ingrid Fetter Pruneda es una investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM destacada en el campo de la biología molecular y la neurobiología, especialmente conocida por su trabajo con insectos sociales como las hormigas.
Su investigación se centra en desentrañar los mecanismos moleculares y neurobiológicos que subyacen al comportamiento social complejo y a la plasticidad fenotípica y conductual. Utiliza hormigas como modelo de estudio para entender cómo se regulan estos comportamientos y fenómenos biológicos a nivel molecular.
Fetter Pruneda ha realizado estudios comparativos para identificar genes comunes en múltiples especies de hormigas e insectos sociales, explorando cómo estos genes pueden influir en la regulación del comportamiento. Su trabajo ha abarcado el estudio de neuromoduladores y neuropéptidos en el comportamiento social, así como los mecanismos moleculares relacionados con el envejecimiento, la duración de la salud y el desarrollo de castas en hormigas.
Ha recibido diversos premios, entre los que destaca el Fulbright Scholar Award. Este premio le permitió realizar investigaciones en el extranjero como parte del Programa de Académicos Visitantes de Fulbright, donde se centró en el papel de la remodelación de la cromatina en la plasticidad cerebral y conductual en la hormiga.
Otro premio que recibió fue el Global Consortium for Reproductive Longevity and Equality (GCRLE) Scholar Award. Este premio es parte de una iniciativa global para avanzar en la investigación sobre la longevidad reproductiva y la igualdad. Su investigación en este contexto se centra en identificar genes asociados con la longevidad reproductiva utilizando hormigas como modelo. La Dra. Fetter es una de las más jóvenes en este campo a escala mundial.
Diseñando biomacromoléculas: Armando Hernández García
Las biomacromoléculas son moléculas grandes y complejas que se encuentran en todos los organismos vivos. Éstas son fundamentales para la estructura y función de las células y son esenciales para la vida. Las biomacromoléculas se dividen en cuatro categorías principales: proteínas, ácidos nucleicos, polisacáridos y lípidos.
Ahora bien, algunas de estas moléculas se pueden producir de manera artificial en un laboratorio logrando que la versión artificial imite la estructura y función de biomacromoléculas naturales. Estas moléculas son diseñadas y producidas mediante técnicas de síntesis química y biotecnológica. Sus usos son variados y abarcan diferentes campos, algunos de éstos son los siguientes:
- Fármacos y terapias: las proteínas recombinantes, como la insulina sintética y los anticuerpos monoclonales, se utilizan en el tratamiento de enfermedades como la diabetes y el cáncer.
- Vectores de terapia génica: los ácidos nucleicos sintéticos, como el ARN mensajero (ARNm) modificado, se emplean en terapias génicas y vacunas, incluyendo las vacunas de ARNm contra el COVID-19, la malaria, el ébola (en fase experimental) o el VIH (también en fase experimental).
- Materiales para injertos y prótesis: polímeros sintéticos biodegradables se utilizan en la fabricación de implantes, injertos y dispositivos médicos.
- Biopesticidas y biofertilizantes: proteínas y polímeros sintéticos pueden diseñarse para actuar como pesticidas y fertilizantes más seguros y específicos, reduciendo el impacto ambiental y mejorando la eficiencia agrícola.
Existen en el mundo varios laboratorios de investigación en donde se desarrollan y se prueban estas moléculas, uno de ellos es el laboratorio de Ingeniería Biomolecular y Bionanotecnología que se encuentra en el Instituto de Química de la UNAM.
En este lugar se desempeña un joven investigador de nombre Armando Hernández García, el cual es químico de alimentos de la Facultad de Química de la UNAM. Realizó estudios de maestría en la Universidad de Lund, Suecia. Sus estudios de doctorado los realizó en el laboratorio de Fisicoquímica y Materia Suave de la Universidad de Wageningen, Países Bajos. Ganó la beca PEW y con ella realizó su investigación postdoctoral en el Instituto Simpson Querrey de Bionanotecnología de la Universidad de Northwestern, Estados Unidos.
En 2016, fue nombrado Investigador Nacional Nivel 1 por parte del Conahcyt. Tiene 42 publicaciones científicas y de divulgación. Es un hecho de que le quedan muchos años de intensa labor científica.
No es fácil ser científico desde muy joven
Como hemos visto, ser científico es un camino largo en donde existen muchos factores que impiden ser reconocido a una edad temprana. Estos factores pueden ser financieros, administrativos o culturales. Si a ti te interesa la ciencia, este largo camino no te debe desanimar, al contrario, los grandes retos son los que brindan mayores satisfacciones.
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