Origen, grandeza y legado de las grandes bibliotecas antiguas
Para muy pocas personas, es desconocida la idea de una biblioteca: Bella se encontró con una magnífica biblioteca cuando fue encerrada por la Bestia en su castillo; Hermione Granger asiste regularmente a la biblioteca de Hogwarts y Matilda pasa incontables horas en la biblioteca, donde aprende a leer y escribir de manera autodidacta.
Dedicadas a la recopilación, preservación, organización y consulta de libros, las bibliotecas se remontan casi al mismo momento en que nació la escritura y la humanidad empezó a registrar sus pensamientos en un soporte material. En esta nota, hablaremos de las primeras bibliotecas conocidas, su relevancia y legado.
¿Qué es una biblioteca?
El término biblioteca se ha empleado para describir a la institución dedicada a preservar exclusivamente libros. Sin embargo, en la actualidad también se usa para referirse al organismo que recopila prácticamente todo tipo de material documental reunido en una serie de colecciones más o menos selectas y numerosas de material documental, catalogado y clasificado y que se tenga a disposición al público.
Las primeras bibliotecas de la historia
Las bibliotecas más antiguas de las que tenemos noticia datan de hace cuatro mil años, son las que se encontraban en la región de Mesopotamia, en donde era necesario conservar el registro administrativo, político y religioso de los imperios.
Biblioteca Ebla (Siria)
Se considera que es la más antigua del mundo. Fue descubierta en 1974 y se encontraron unas 2000 tablillas completas, que varían en tamaño. A diferencia de otros archivos, parece que estas tablillas fueron ordenadas y clasificadas bajo algún criterio específico. Los arqueólogos han logrado reconstruir sus posiciones originales y descubierto su organización. También contiene una serie de transcripción de textos a idiomas extranjeros.
Biblioteca de Asurbanipal (Irak)
Es la primera de la que se tiene conocimiento, como un conjunto organizado de libros y documentos. Su descubrimiento ocurrió en 1853, durante una excavación en Nínive, antigua capital asiria. Se hallaron cerca de 30 mil fragmentos de tablas de arcilla enterradas entre los restos del palacio real, entre ellas el Poema de Gilgamesh, considerada la narrativa más antigua de la humanidad.
La misión inglesa que hizo este descubrimiento trasladó las tablas al Museo Británico, donde, gracias a una tableta en persa, elamita y babilonio, se inició la traducción de la escritura cuneiforme que reveló a esta primigenia cultura.
Biblioteca de Alejandría (Egipto)
Se fundó en el siglo III a. C. por iniciativa de Ptolomeo I, con el objetivo de “albergar todos los libros jamás escritos” y crear un centro de conocimiento para los principales intelectuales de la época.
La biblioteca floreció entre los años 323 a 145 a. C. y algunas crónicas cuentan que pudo contener cerca de 90 mil obras repartidas en cerca de 400 mil volúmenes, por lo que llegó a ser la más grande del mundo antiguo.
A lo largo del tiempo, se ha difundido la idea de que este maravilloso edificio fue destruido por Julio César en un incendio en el año 48 a. C., pero lo cierto es que se habla de la biblioteca a principios de la era cristiana, por lo que se especula que su declive fue ocasionado por la falta de patrocinio.
Biblioteca de Pérgamo (Grecia)
Fue establecida por el rey Eumenes II, convirtiéndose en un destacado centro de conocimiento después de la de Alejandría. Se estima que albergaba alrededor de 200 mil libros, la mayoría en pergaminos.
La demanda de los visitantes de material para escribir estimuló la producción de pergamino y, por ende, la ciudad se convirtió en el mayor proveedor de este material durante el periodo romano. De hecho, la palabra pergamino proviene del latín pergamenum, en referencia al nombre de esta ciudad.
El destino de esta biblioteca es incierto; es probable que haya sido dañada por un terremoto ocurrido en el año 262 d. C. y la ciudad fue saqueada por los árabes alrededor del 663, momento en que quizá se destruyó.
Villa de los Papiros (Herculano, Italia)
Esta biblioteca de origen privado fue propiedad de Lucio Calpurnio Pisón Cesonino, suegro de Julio César. Aunque el nombre describe todo el conjunto residencial, se le llamó así por el descubrimiento de una biblioteca con 1785 rollos de papiro, con textos de filosofía epicúrea, que quedaron carbonizados tras la erupción del volcán Vesubio. Los restos fueron excavados entre 1750 y 1765 y desde 1997 el sitio forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
Biblioteca Ulpiana (Roma, Italia)
Fue establecida en el año 112 por orden del emperador Trajano, con la ambición de convertirla en la mayor biblioteca y centro de estudios de Roma. Su parte administrativa albergaba inicialmente 20 mil libros a los que se sumaban otros 30 mil textos.
Su espacio arquitectónico, anexo al Foro de Trajano, no previó un crecimiento significativo de los fondos y pronto alcanzó su máxima capacidad. Este recinto sobrevivió más que sus contemporáneas, resistiendo guerras y conflictos hasta la caída del Imperio romano en el siglo V.
Otras bibliotecas históricas
En un pasado un poco más próximo, tenemos que mencionar las bibliotecas establecidas en el Imperio Bizantino. Aquí surgieron bibliotecas privadas como la de Eustacio (arzobispo de Tesalónica en el siglo XII), la Biblioteca de Focio (patriarca de Constantinopla) y la Biblioteca de Aretas (obispo en Capadocia hacia el año 900).
En contraparte, en las mezquitas, al igual que las catedrales cristianas, se establecieron bibliotecas donde predominaban obras religiosas y de estudio. Los recintos árabes poseían una cantidad considerablemente mayor de libros en comparación con las de la Antigüedad y las contemporáneas de los cristianos. Los árabes adoptaron el papel como material de escritura desde los primeros tiempos, lo que hizo más perdurable sus libros.
A lo largo de los milenios, estos espacios han sido no sólo guardianes del conocimiento, sino también centros de vida intelectual y cultural. Estas instituciones han moldeado el curso de la historia al preservar y difundir el saber humano. Su legado perdura en los libros y en los vestigios arqueológicos que nos hablan de la búsqueda incansable del conocimiento que ha caracterizado a la humanidad desde sus primeros días.
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