Los artículos: su remoto, inusual y desconocido origen
¿Te imaginas no usar dos de las palabras más frecuentes en tu vida cotidiana? Nuestros antecesores, tanto del español antiguo como del latín, no utilizaban estas palabras y por muchos siglos no causó ningún problema para ellos.
Dos de las palabras que más utilizamos los hablantes de español son los artículos “la” y “el”; sin embargo, no siempre se emplearon de la misma forma ni en la misma cantidad. En latín no existían los artículos: el uso que conocemos hoy día apareció mucho tiempo después cuando las lenguas romances (español, francés, portugués, catalán, rumano, italiano, entre otras) evolucionaron de la lengua latina. A pesar de que los artículos comenzaron a emplearse posteriormente, no era muy frecuente su uso, por lo que los sustantivos se emitían solos. Por ejemplo, si en la actualidad nosotros decimos “El sol salió”, nuestros antecesores de la lengua española dirían “Sol salió”.
El origen de los artículos definidos proviene de las palabras latinas “ille” e “illa”, las cuales sufrieron una serie de cambios fonológicos y semánticos. Estas palabras, en latín, se utilizaban como demostrativos, es decir, se usaban para señalar un objeto ya mencionado con anterioridad. Así, con el tiempo, ese uso decayó y comenzó a disponerse al lado de un sustantivo (en la mayoría de las ocasiones) con la finalidad de señalar un referente específico.
No se conoce con exactitud cuándo es que se utilizaron los artículos como los conocemos ahora. Se han revisado una serie de textos latinos e hispánicos con el propósito de hallar en dónde se empleaban esas palabras como demostrativos y en dónde se empleaban como artículos. Se cree que uno de los precursores del uso de esas palabras con sentido de artículos fue San Agustín, quien apoyaba las manifestaciones poco doctas de la lengua, puesto que consideraba que la preocupación exhaustiva por el empleo del idioma era un problema de vanidad.
Ya han pasado muchos años. La exteriorización de nuestra lengua es muy distinta, por lo que el uso de “ille” (el) e “illa” (la) ha dejado ese uso de demostrativo que los antiguos ciudadanos latinos optaban por manifestar. No obstante, hay oraciones comunes en las que aún existe un uso de los artículos para señalar algo antes nombrado. Un ejemplo sería “El que bailó toda la noche”. Aquí el artículo “el” no se presenta de forma contigua a un sustantivo, sino que se supone que, al tener el conocimiento previo de ese referente específico, el hablante puede eliminar el sustantivo: el artículo señala a ese sustantivo que se conoce pero no se nombra, y aquí, la condición deíctica que tenían las palabras “el” y “la” en el pasado, se presenta como símbolo de los rezagos de una tradición latina apenas perceptible.
Estamos conformados por presente, por historia y por tradiciones que, aunque no las conozcamos, llevan demasiado tiempo en nosotros y en nuestros antepasados. La lengua, al analizarla, nos permite observar esos elementos de historia y tradición que no sólo son parte de nuestra actualidad, sino que, asimismo, son parte de nuestro pasado y de lo que será nuestro futuro. ¿Serías tú capaz de prescindir de los artículos por un día?
Por Michelle Chiw
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