Tres grandes momentos en la historia de la biología que debes conocer
La historia de la biología está llena de capítulos memorables, como lo sucedido al naturalista Alfred Russell Wallace quien, en medio de los delirios de una fiebre en Indonesia, tuvo una revelación: las especies evolucionan y lo hacen a través de un proceso natural que selecciona a los más aptos, lo que permite a éstos heredar sus características a la siguiente generación. Era 1858. Cuando pudo, le escribió una carta a Charles Darwin.
Volveremos a ello más adelante.
La taxonomía, o cómo mantener ordenados los cajones de la naturaleza
El estudio de la naturaleza y las interacciones entre los seres vivos con el ambiente han sido materia de estudio de la humanidad desde que se volvió imperativo saber cuáles animales cazar y cuáles no, o las diferencias entre una planta venenosa y una comestible.
El primer gran paso adelante en el campo de la biología se dio con prácticamente cualquier cultura del mundo: la clasificación de los organismos. Dependiendo de la fauna o la flora en cada lugar, se clasificaba a los organismos por sus colores, por si volaban o no, por si comían hierbas o carne. Estudios relativamente modernos han descubierto que, en algunos lugares, esas clasificaciones tradicionales coincidían casi completamente con la clasificación más académica.
A nivel científico, había cierto desorden en el tema de la taxonomía —así es como se le llama a la disciplina de clasificar cosas— hasta 1751, cuando Carolus Linnaeus (Carlos Linneo) estableció el sistema binomial que usamos hoy y es la norma en la comunidad científica alrededor del mundo.
Se llama binomial porque, salvo casos especiales, se compone de dos partes: el género y la especie, como en Homo sapiens (humano) y Canis lupus (lobo). El nombre debe estar latinizado y suele ser descriptivo, pero no es obligatorio, por eso tenemos nombres como Ninjemys, que es la fusión entre la palabra latina Emys (tortuga) y Ninja, en honor a un cuarteto de tortugas que aparte de ninjas, son adolescentes y, por si fuera poco, mutantes.
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Después de la clasificación, la evolución
En sus inicios, la ciencia no era muy científica. Había mucho pensamiento mágico y prejuicios involucrados en la elaboración de teorías, desde que las especies más evolucionadas se distribuían únicamente de norte a sur, hasta que no había cambio en las especies y éstas eran inmutables.
Contrario a esta corriente, un naturalista francés llamado Jean Baptiste Lamarck daría a conocer su teoría de la herencia adquirida en 1801. Todos hemos oído hablar de ella en la escuela con el ejemplo de las jirafas. Era una teoría intuitiva, pero a Lamarck le faltaba mucha información.
¿Recuerdan lo que comentábamos sobre Russell Wallace y la teoría de la evolución? Ustedes dirán “¿no fue Darwin el que propuso la teoría de la evolución por selección natural?”. Pues sí, claro, ya llevaba 20 años trabajando en ese tema cuando recibió la carta de Wallace, pero tengan en cuenta que en 1831 ya había partido a su famoso viaje de cinco años en el Beagle, tras el cual comenzaría a elaborar su teoría.
Sin embargo, no sería sino hasta 1859 cuando publicaría Sobre el origen de las especies por selección natural o la conservación de razas favorecidas en la lucha por la existencia. Puede ser que la carta apresurara la publicación del libro, pero Wallace nunca le echó eso en cara a Darwin, lo admiraba y hoy en día se le reconoce como coautor de la teoría.
Los chícharos que revolucionaron el conocimiento
Con todo, Darwin tampoco tenía toda la información. Él sabía que los animales heredaban ciertas características a sus crías, pero no sabía cuál era el mecanismo de selección de esas características. Esa información nos la traería el monje agustino Gregor Mendel y sus muy famosos experimentos con chícharos.
A ver, Mendel no escogió los chícharos nada más porque sí, era un hombre muy listo y observador. Son plantas con un set de características muy distinguibles entre sí: que si liso, que si rugoso; que si planta alta, que si bajita. Mendel es conocido como el padre de la genética, pero fue un botánico llamado Wilhelm Johannsen quien llamaría gen a la unidad básica de la herencia.
Y, ¿saben qué? Mendel tampoco tenía toda la información. En nuestros días, existe lo que llamamos la teoría sintética de la evolución. Como su nombre lo indica, la teoría se construye a partir de una síntesis entre diferentes disciplinas como la genética, la paleontología y la sistemática (que se ocupa de la clasificación de los organismos, pero desde un punto de vista evolutivo, a través del tiempo). Es decir, al concepto de evolución como lo habían propuesto Darwin y Wallace le faltaba unirse con otras disciplinas para construir un cuerpo teórico más robusto.
Éstos son unos cuantos sucesos curiosos, chispazos de genialidad y ejemplos de tesón que moldearon nuestro conocimiento de la biología. Lo que aprendamos mañana dependerá de los nuevos científicos que se aventuren en las ciencias de la vida.
Por Amílcar Amaya
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