Monstruos de leyenda: la relación entre los fósiles y la mitología
La relación entre los mitos y los fósiles es historia antigua. Existe casi desde que el humano es capaz de contar historias. Durante milenios, antes de que el estudio sistemático de los fósiles apareciera de mano de los naturalistas primero y luego de los paleontólogos y geólogos, la humanidad dependía de su imaginación para encontrarle sentido y utilidad a los extraños seres grabados en las rocas.
Algunos restos eran tan grandes que era cuestión de tiempo para que alguien estableciera una relación entre eso y un terremoto, una inundación, enfermedades locales o alguna catástrofe parecida. Sin embargo, a otros también se les otorgaban propiedades curativas.
De cíclopes y mamíferos gigantes
“¡Nadie me mata con fuerza y con engaños!”, gritó el cíclope.
Así dice la leyenda que gritó Polifemo después de que Odiseo le atravesara su único ojo con una estaca ardiente. El griego había sido lo suficientemente listo para no dar su nombre real y llamarse Nadie, así cuando el gigante lo acusara de hacerle daño, nadie le creería. Irónico.
Si bien la historia de Odiseo en la isla de los cíclopes es un mito, la naturaleza de los mitos nos dice que en el fondo hay algo de realidad. ¿Hubo gigantes de un solo ojo en una isla? No. Bueno, sí, en parte, porque hubo gigantes en el mar Mediterráneo en el pasado, pero no eran, ni de lejos, humanos.
Hace unos nueve millones de años moraba entre las islas del mar Mediterráneo una especie de mamífero llamada Deinotherium giganteum, que significa monstruo gigante y terrible. Era muy parecido a un elefante moderno, con tres o cuatro metros de alto, pero los colmillos nacían de la mandíbula inferior en lugar de la superior y se curvaban hacia atrás.
Salvo por eso, se parecen mucho a los elefantes modernos, pero hace tres mil años si un granjero se encontraba el cráneo de un deinoterio mientras araba el campo, es comprensible que lo confundiera con la cabeza de un gigante. Y el enorme hueco nasal que podemos ver en el cráneo de estos animales podría haber sido confundido con la cuenca de un ojo.
Además, si las aventuras de un grupo de soldados que vuelven de la guerra en un tiempo en que las travesías podían durar meses o años son de por sí interesantes, aderezadas con gigantes antropófagos de un solo ojo, mucho mejor todavía. Y esto se ha llevado al cine en diversas ocasiones, los cíclopes tienen varias apariciones en la pantalla grande, pero resaltan El séptimo viaje de Simbad, con un cíclope animado en stop motion, y Percy Jackson y el mar de los monstruos.
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Hablando de gigantes, en México existe el mito de los Quinametzin, que supuestamente vivían en el centro del país y habrían construido las pirámides de Teotihuacán. Era la única forma de explicar cómo se habían erigido tan monumentales edificios. Ese mito llegaría a Europa con los escritos de fray Bernardino de Sahagún junto a unos huesos largos y pesados que, con toda seguridad, pertenecían a alguna de las especies de mamut que vivieron en el territorio hacía miles de años. Éstos, por cierto, tenían dos ojos.
Dragones y malignas serpientes de roca
Los dragones son otro ser mítico inspirado en restos fósiles muy popular. Tomando en cuenta que los dragones y entes parecidos se encuentran, de un modo u otro, en mitos alrededor del mundo, la inspiración para semejante criatura debió venir de diversas fuentes.
En Europa, el rinoceronte lanudo de la Edad del Hielo, Coelodonta antiquitatis, ha sido directamente asociado a los dragones en tierras nórdicas, y la imagen de los dragones que cuidan su tesoro en cuevas pudo haberse inspirado en huesos de mamuts y otros mamíferos gigantes encontrados en cuevas.
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Omanyte es un Pokemon de primera generación inspirado en uno de los fósiles más comunes encontrados alrededor del mundo: las amonitas. Pueden no ser muy populares, pero su presencia en los mitos de muchas culturas es considerable. Su forma de espiral hizo pensar a los ingleses del siglo séptimo que eran serpientes petrificadas por una especie de hechizo. Las serpientes eran asociadas al mal, por lo que la leyenda cuenta que una santa las convirtió en piedra y las arrojó a un acantilado. En realidad, las amonitas eran moluscos, como los pulpos, pero en una concha. Se han encontrado sus restos en depósitos de todo el mundo.
La importancia de los fósiles y los mitos que inspiraron
Cuando los conceptos de evolución o de tiempo profundo resultaban desconocidos, los animales del pasado formaban un tapiz de monstruos y fuerzas creadoras con los que nuestros antepasados convivían todos los días. Los mitos ofrecían respuestas a fenómenos inexplicables, daban un sentido a la existencia, creaban comunidad y servían para educar a las nuevas generaciones en el respeto a los adultos y al mundo que los rodeaba.
En la actualidad, nos quedan las historias, pero hubo un tiempo en que el mundo fuera de los poblados era peligroso, la idea de encontrarse un hombre lobo en el bosque o un dragón en la montaña era suficiente para invitar a todos a estar juntos en casa antes de que el Sol se ocultara en el horizonte.
Por Amílcar Amaya
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