Conoce el perfil de los genios y descubre si compartes algo con ellos
En el imaginario popular, la imagen que tenemos de los genios es la de personas superdotadas desde el nacimiento, cuya capacidad sobrepasa por mucho un área del conocimiento. Einstein, todos lo sabemos, era un genio, pero si lo analizamos con mayor cautela y profundidad, notaremos que los genios sobrepasan la media por cuestiones que no tienen que ver con el nacimiento. Veamos de qué se trata.
Los genios también son gente “normal”: el caso de Einstein
Estudios científicos comprueban que una mezcla entre genética y ambiente podrían ser la causa de la genialidad, sin embargo, entre estos dos elementos, el ambiente parece ser el más importante. Con ambiente nos referimos no sólo a una ubicación geográfica y acceso a servicios, sino que también hablamos de la dinámica familiar y personal de los sujetos.
José A. de Azcárraga, en su documento creado en el Departamento de Física de la Universidad de Valencia, relata hechos sobre “Albert Einstein y su ciencia” y describe incluso a un Albert que tardó más de lo normal en hablar con resultados académicos. Einstein describía sobre sí mismo: “Como alumno, no era ni bueno ni malo. Mi principal debilidad era mi escasa memoria para las palabras y los textos”.
Entonces, parece que Einstein no era más que un alumno promedio, cuya inteligencia en realidad no era cuantificable a ciencia cierta por las pruebas Weschler que anuncian un coeficiente intelectual; en realidad, él tenía características e ideas que plasmaba claramente, incluso creó una obra denominada El mundo como yo lo veo, donde dice lo siguiente:
Ver con los propios ojos, sentir y juzgar sin dejarse influir por la moda del turno, poder decir lo visto y lo sentido en una lacónica frase o en una sola palabra amasada con arte, ¿no es un milagro? ¿No es bastante motivo para felicitarlo?
Todo parece indicar que a Einstein lo que menos le importaba era ser mejor que los demás, sino que buscaba la autenticidad, clave para deshacerse del peso de los grandes genios de su época y poder crear innovadoras respuestas usando lo ya conocido, alejándose así voluntariamente de lo normal o la media estadística.
Es así como Einstein y su “nula necesidad de ser normal” coincide en patrones con los 13 genios contemporáneos que describió Gene N. Landrum en su libro Perfil de los genios, donde personajes como Steven Jobs de Apple, William Gates III de Microsoft, Akio Morita de Sony, entre otros, fueron descritos para encontrar factores comunes, como los siguientes:
Las mudanzas tempranas y su necesidad de adaptarse a nuevos ambientes, el tener padres emprendedores, ser primogénitos naturales o adoptados, tener una influencia femenina bien marcada que quizás estimulaba y respetaba el lado femenino creativo, una inconformidad rebelde y hasta el hecho de tener un lento aprendizaje; todo ello combinado con una ética de trabajo más allá de la necesidad económica, una voracidad lectora, audacia y hasta cierta cantidad de exhibicionismo carismático.
¿Qué diferencia a los grandes genios de las personas que no lo son?
Si bien debemos saber qué tienen los genios que no tengamos nosotros, también hay características de personalidad que nos sobran y que hacen la diferencia entre los genios y los que no lo son. Entonces, hablemos de aquellos que no lo son, sólo para identificarnos. Según Landrum, las características que nos separan de la genialidad son las siguientes:
- Arrogancia; pensar que lo saben todo.
- Mentalidad a corto plazo, que no les permite ser fieles ni siquiera a sus propias ideas.
- Síndrome del experto o síndrome del título que genera una mentalidad cuantitativa que sólo acumula diplomas, pero no tiene una mentalidad crítica acerca de éstos.
- Disfunción cultural o falta de interés en todo aquello que provenga de su cultura u otras.
- Intolerancia o aversión al riesgo, donde el impulso creador es el fin, sin intentar impactar más allá, a la mayor cantidad de personas.
- Mentalidad de Wall Street o enfocada en las ganancias más que en el beneficio que pueden dar las creaciones.
Suena difícil mantener un equilibrio entre la arrogancia y la fe, en el que las propias creaciones impactarán en el mundo entero, pero en realidad sí es una virtud tomar decisiones sin tomar en cuenta al ego, manteniendo la conciencia de que pueden beneficiar a millones de personas.
Ahora, quizás hayas notado que coincides con algunas características de los grandes genios. Al respecto, tal vez podrías preguntarte esto: ¿de qué características tengo que deshacerme para permitirme ser un gran genio?
Por Rosario Otero
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