Simbología y rituales que se usan en el esoterismo y en las fraternidades
Lo esotérico es, por definición, algo “interno”. El término proviene del griego eso (έσω), y significa “algo que está oculto a nuestros sentidos”, que es difícil de percibir porque en realidad está dentro de nosotros. Por lo tanto, no es conocimiento exotérico, es decir, algo que podemos encontrar fuera de nosotros mismos, valga la redundancia.
“Creer para ver” y no “ver para creer”
Desde este enfoque, lo único que hacen las principales tradiciones esotéricas es mostrar caminos para “ir hacia adentro” de nosotros mismos y, aunque lo que hay en el interior es desconocido, no por ello quiere decir que no existe.
Así ocurre con la luz ultravioleta y los rayos X: el hecho de que no podamos verlos no significa que no existen. Y quien creó la máquina con la que hoy te sacan radiografías seguro que creyó en ello para poder crearla, encontró caminos para ver, como también lo hizo quien creó el telescopio y muchos de los grandes inventos de la era moderna. Todos ellos traicionaron la tradición escéptica que solicita “ver para creer”, y trabajaron como se trabaja en las tradiciones esotéricas, que funcionan prácticamente al revés, donde hay que “creer para ver”.
Las logias, las fraternidades y el esoterismo
Partiendo de las palabras de Dione Fortune, podríamos decir que todo aquello que se mantenga en secreto podría considerarse esotérico. Muchas fraternidades y logias realizan rituales de iniciación, es decir, asumen la integración de la persona a un grupo que conoce dicho secreto para ir al interior y ofrecen experiencias para ir más allá de las propias creencias.
Logias y fraternidades poseen conocimiento esotérico al que no cualquiera puede acceder; no precisamente porque no esté a la mano, sino porque implica un trabajo personal de ir más allá las propias creencias de todo lo que hay fuera de sí, para después reconocer el propio conocimiento a partir de las propias virtudes.
¿Para qué se crean dichas fraternidades o logias esotéricas?
Según Fortune, las logias o fraternidades son grupos que exigen disciplina, voluntad y fe, entre muchas otras características, para poder dar acceso a conocimientos secretos que podrían desarrollar su más alto potencial.
Las cualidades exigidas están relacionadas con cualidades humanas intangibles, como el poder, la sabiduría para usarlo y el amor para que su uso sea en pro de la humanidad. ¡Imagina a Superman del lado oscuro de la fuerza!
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Tales fraternidades y logias dependen de las tradiciones que, a su vez, dependen de su situación geográfica y cultural, como serían la tradición occidental y la oriental. Esta división nos permite ver las características de cada una: las occidentales están más enfocadas en lo energético, material y simbólico, mientras que de las orientales surgen vehículos purificados, etéricos y basados en la naturaleza. Sin embargo, en ambas tradiciones la fe es la palanca que podría mover cualquier tipo de dificultad, y por ello siempre implican reglas de iniciación, para no dejar este poder al alcance de cualquier persona.
Rituales y símbolos de las logias y fraternidades
En el caso de las tradiciones occidentales, por ejemplo, se prepara a los aprendices para responder a grandes preguntas sobre valores y fenómenos humanos indispensables para llegar a ese conocimiento interior: el pensamiento, la conciencia, la inteligencia, la voluntad y el libre albedrío; y se les asocia a símbolos como la piedra, el compás, la escuadra, la plomada, la estrella, etcétera.
Cada escuela esotérica tiene sus propios signos y símbolos, que sirven como metáforas reveladoras del camino al interior del ser, donde se desarrollan las máximas capacidades de cada persona, pero no es sino hasta que su comprensión alcanza los niveles metafísicos (es decir, “más allá de lo físico”, que es como se muestra de forma metafórica en relación con ciertos símbolos concretos) que se permite el acceso al resto del conocimiento.
Querer alcanzar el conocimiento esotérico
Generalmente, este conocimiento es custodiado por grupos de personas que suelen compartirlos cuando reconocen en otros individuos el deseo por tener más conocimiento de sus capacidades, o que éstos poseen ciertas virtudes que garantizan dicho autoconocimiento. Una vez compartido, la persona puede alcanzar el nivel de conciencia suficiente para impactar en la humanidad.
Todo dependerá, entonces, de cada persona y su tipo de desarrollo de conciencia, la necesidad de adherirse o no a un conocimiento esotérico, e incluso las propias creencias. Sin embargo, la profundidad de sus avances también dependerá de las virtudes que desarrolle en una determinada disciplina esotérica, cuyo alcance se determinará con base en sus indagaciones, puesto que en realidad nada está verdaderamente oculto.
Por Rosario Otero
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