Confirmado: los cigarros electrónicos no son menos dañinos que los cigarros normales
El tabaquismo es la principal causa de muerte evitable en el planeta. Tan sólo en México fallecen 51 000 personas al año como consecuencia de enfermedades asociadas al consumo del cigarro. En busca de reducir las afectaciones de salud producidas por los cigarros, se han propuesto alternativas a tratamientos convencionales para dejar este hábito.
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Uno de ellos son los cigarros electrónicos o vapeadores, creados a principios de este siglo. Sin embargo, se ha demostrado que el vapor de los cigarros electrónicos contiene sustancias tóxicas y adictivas como la nicotina, la nornicotina e hidrocarburos aromáticos. Es decir, sustancias nada inocentes.
Cigarros electrónicos: ¿una opción contra el tabaquismo?
El tabaquismo incide de diferentes maneras en la salud de las personas. Y es un problema de salud pública que encuentra en su población más vulnerable a jóvenes entre 12 y 17 años (un rango de edad en el que el sistema respiratorio y el sistema nervioso central no han concluido su maduración, haciendo a esta población más vulnerable a las sustancias tóxicas).
Ante este panorama, han surgido campañas publicitarias dirigidas —sobre todo— a los menores de edad que difunden y comercializan el cigarro electrónico como una opción para dejar de fumar.
No obstante, se ha demostrado que estos dispositivos —aunque en menor medida— también causan daños a nivel físico y social. Por otro lado, no sirven para detener el consumo de nicotina, puesto que sólo cambian la presentación del suministro de ésta, haciendo parecer que los cigarros electrónicos son menos dañinos que los cigarros tradicionales.
Cigarros electrónicos vs cigarros tradicionales
El cigarro que conocemos comúnmente contiene cerca de 5000 sustancias químicas; 400 de ellas son tóxicas y 40 son responsables del desarrollo de distintos tipos de cáncer.
Algunas de estas sustancias son nicotina, arsénico, amoníaco, butano y uretano. Asimismo, el cigarro tradicional contiene 4 sustancias adictivas: la nicotina, la nicotinina, la nicotellina y la nicotianina, siendo la primera la principal causante de adicción al tabaco al crear tolerancia y dependencia de ella debido al estímulo que produce en el sistema nervioso central, en donde libera dopamina y acetilcolina que proporcionan al fumador efectos inmediatos y placenteros.
Ante diversos tratamientos a largo plazo y con un costo considerable para “dejar el cigarro”, una opción que no requiere tanta inversión económica ni de tiempo y que se aleja de una terapia que muchas veces asusta al usuario, es el cigarro electrónico, un dispositivo creado en el año 2000 y que ha tenido un gran incremento comercial en el mundo.
Si bien estos cigarros son presentados como una opción contra el tabaquismo, lo cierto es que la concentración de nicotina presente en los vapeadores varía de los 6 mg/ml a los 36 mg/ml; mientras que los cigarros convencionales tienen un promedio total de nicotina de 8 mg, que se reducen a entre 1 y 2 mg en el proceso de fumar, incluyendo el humo inhalado.
Prohibido vapear
La OMS ha publicado diversos informes sobre los cigarros electrónicos, expresando su preocupación por las sustancias tóxicas que contiene, sobre todo la nicotina y el daño potencial que causa al organismo. En México, la Secretaría de Salud ha informado de los daños que causa el uso de estos dispositivos, entre ellos:
- La inflamación de vías respiratorias.
- Afecciones cardiovasculares.
- Irritación en boca y garganta.
- Deterioro en la función respiratoria.
- Aumento del ritmo cardiaco.
- Aumento de presión arterial y mayores probabilidades de sufrir un infarto.
- Propensión a adicciones, no sólo a la nicotina, sino a otras drogas.
Ante el aumento de consumidores, en 2022, la Cofepris emitió una alerta sanitaria por los riesgos para la salud que representan los vapeadores; esto derivó en un decreto oficial que prohíbe la circulación y comercialización de los cigarros electrónicos en México.
Ante la reciente prohibición de los cigarros electrónicos, hay tomar en cuenta que la restricción está en su comercialización. Como consecuencia, se debe cubrir el vacío que existe respecto a la información detallada sobre los cigarros electrónicos. Sólo así se evitará la tergiversación de estos productos respecto al daño que causar fumar.
Por Gabriela Sánchez Figueroa
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