La educación sentimental del mexicano: Juan Gabriel y sus canciones
Para un gran número de mexicanos, cuando escuchamos alguna canción de Juan Gabriel, es casi inevitable evocar algún recuerdo. Ya sea triste, alegre, venturoso, nostálgico, Juanga está ligado con nuestro pasado y nuestro presente. ¿De qué manera la música de Juan Gabriel ha influido en la sociedad mexicana? ¿Por qué nos sabemos sus canciones (aunque lo neguemos)?
De Alberto Aguilera a Adán Luna a Juan Gabriel
Había una vez una ciudad llamada Ciudad Juárez en la frontera de México con Estados Unidos. Allí vivía un adolescente solitario, ajeno a la política y a la cultura, aficionado irredento de las cantantes de ranchero. Y al adolescente de Juárez, que responde al nombre de Alberto Aguilera Valadez, su inspiración le llevaba a diario melodías que silbaba, con letras adjuntas…
De esta manera, el escritor Carlos Monsiváis describía al muchacho que alguna vez adoptara el nombre artístico de Adán Luna y migrara a la Ciudad de México, buscando la oportunidad de grabar un disco. Quien después se encontraría con la desgracia de ser culpado de un robo que no cometió y por el que fue encerrado en la terrible cárcel de Lecumberri. Tras 18 meses en prisión, la cantante Enriqueta Jiménez, “La Prieta Linda”, abogó por su liberación y lo recomendó con la compañía discográfica RCA.
En adelante, la carrera de Juan Gabriel —nombre que adoptó en honor a su maestro Juan Contreras y a su padre Gabriel— iría en ascenso. La época en que cosechó sus primeros éxitos, en los años 70 y 80 del siglo pasado, hacía muy difícil la posibilidad de triunfar para alguien que no tuviera quien lo apadrinara musicalmente y que, por si fuera poco, tenía una preferencia sexual evidentemente opuesta a la que la sociedad mexicana ponderaba.
La devoción musical y sentimental a Juan Gabriel
¿Serían todas las conjeturas alrededor de la sexualidad de Juan Gabriel parte de su éxito? Algunos analistas de la cultura coinciden en que siendo México un país primordialmente machista (aun en homosexuales) y homofóbico, un hombre que nunca ocultó su sexualidad representó un símbolo de combatividad, tolerancia y valentía. Sin embargo, consideramos que además del desenfado que mostraba respecto a su sexualidad —porque “lo que se ve no se juzga”— fueron las letras y la música lo que otorgó a Juan Gabriel el mote de ídolo.
Desde el No tengo dinero al Hasta que te conocí, transitando por el Noa Noa al ¿Pero qué necesidad? y pasando por estilos musicales que lo mismo iban del ranchero al pop y del blues a la redova, Juan Gabriel supo imprimir en su lírica los sentimientos que resultan casi inherentes a la idiosincrasia mexicana: el amor y el desamor, la tristeza y la alegría, la amistad y la gratitud, la fiesta y la soledad.
El disco lanzado en 1974 titulado “Juan Gabriel con el Mariachi Vargas de Tecalitlán”, uno de los más emblemáticos en su carrera, logró conjuntar dos nociones que parecen innatas para muchos mexicanos: la imagen bravía y la alegría del charro cantor, personificado en José Alfredo Jiménez, con el romanticismo y la nostalgia del bohemio, cuyo arquetipo era Agustín Lara.
Nutrido de estos elementos, sumado a la desenvoltura en los gestos y movimientos en el escenario, Juan Gabriel tomó las emociones que los demás no se atrevían a decir que sentían. Tal vez, el canto a la madre en Amor eterno o bien la franqueza que se externa con uno mismo en Se me olvidó otra vez sean parte de aquello que nos hace identificarnos con él.
El adiós a Juan Gabriel, ícono de la cultura mexicana
Pável Granados, especialista en música popular mexicana, nos dice al respecto:
Las letras de Juan Gabriel son letras de un huérfano, de una persona con muchas carencias amorosas. Yo pienso que ese joven, ese niño con tantas carencias amorosas, se quedó para siempre en sus canciones, y que, de ahí en adelante, ha sido ese personaje con el que nos identificamos, sin saber que somos nosotros ese niño huérfano. Los mexicanos, con ese sentido de orfandad, nos situamos adentro de las canciones de Juan Gabriel, porque nos falta una madre, un amor, estamos necesitados.
Más allá de su impacto en la cultura del entretenimiento, Juan Gabriel se ha considerado un ícono de la cultura popular mexicana por razones que superan lo musical. Se trató de una persona cercana a la gente, que supo sintetizar todo un imaginario colectivo en sus canciones más sonadas y cautivar a todo tipo de audiencias imaginables en distintas generaciones, ya fuera en el recinto del Palacio de Bellas Artes hasta el palenque de una feria en Aguascalientes.
Si bien es cierto que la sociedad mexicana ha priorizado otros valores en los últimos tiempos, y ha habido una gran apertura musical gracias a las plataformas digitales, no podemos negar que Juan Gabriel sigue presente en los hogares mexicanos, en cada celebración, evento o donde exista una convivencia, trascendiendo las clases sociales y sabiendo ser significativo para los públicos más amplios.
Por Gabriela Sánchez Ibarra
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